Conoce la fiebre y su tratamiento natural (parte I)
Antiguamente se sabía el significado que tenía la fiebre. La gente se alegraba cuando los niños pasaban una enfermedad que cursaba con fiebre sin ayuda o con remedios naturales. Hoy en día ya no permitimos al cuerpo tener fiebre alta. Sin embargo la fiebre es una reacción natural de nuestro organismo a la entrada de gérmenes como bacterias o virus.
Cuando los gérmenes penetran en el cuerpo el sistema inmunitario se encarga de combatirlos. Mientras lo hace se vierten determinadas sustancias (pirógenos) que a través de la sangre llegan al centro de la temperatura en el cerebro, situado en el hipotálamo, y este ordena sobrecalentar el cuerpo.
Cuando nuestro cuerpo combate un tumor maligno y determinadas enfermedades autoinmunes también se pueden liberar pirógenos causantes de fiebre. Un centro de control en el hipotálamo ordena que aumente la temperatura (de manera similar a como lo que hace un termostato).
El hígado empieza a producir calor. Si no es suficiente, se incrementa el trabajo muscular (empezamos a temblar o sentimos escalofríos) y se disminuye la producción de sudor. Los vasos sanguíneos se estrechan y dejan pasar menos calor a través de la piel. De ahí que a pesar de tener fiebre muchas veces tenemos las manos y los pies fríos.
Otros efectos de la fiebre son aumento del pulso y la frecuencia respiratoria, mareo, ojos vidriosos, falta de apetito, más necesidad de líquidos, pesadillas e incluso delirios. Al final de un brote de fiebre, el cuerpo vuelve a bajar la temperatura, empezamos a sudar, los vasos sanguíneos se ensanchan y nos ponemos rojos.
Claramente diferenciable de la fiebre es la hipertermia. Si bien en este caso el cuerpo aumenta la temperatura, lo hace sin el influjo de pirógenos. Ejemplos de este tipo de calentamiento son el golpe de calor y la insolación.
Por la evolución de la curva de la fiebre es fácil diferenciar un resfriado de una gripe. En caso de un resfriado común la temperatura corporal difícilmente alcanzará los 38,5ºC. La gripe, sin embargo, cursa con fiebre de al menos 39ºC.
Tipos de patrones en la fiebre
El desarrollo de la curva de fiebre puede dar información acerca de enfermedades.
• Fiebre continua: se mantiene por encima de cuatro días o más. Hay pocas fluctuaciones de temperatura de no más de 1ºC. La temperatura suele estar por encima de 39ºC. Esta curva de fiebre es típica en infecciones bacterianas como escarlatina, neumonía bacteriana y tifus.
• Fiebre intermitente: fluctúa mucho a lo largo del día. Por la mañana los pacientes se suelen sentir mejor. Por la noche la fiebre aumenta. Este desarrollo indica que o bien hay una infección local que vuelve a mandar cada vez nuevos gérmenes a la sangre (es lo que pasa en una endocarditis, por ejemplo), también se puede dar en una salmonella y en determinadas enfermedades tumorales.
• Fiebre cambiante: aparecen episodios de fiebre y entre brotes se suceden días sin fiebre. Un ejemplo clásico de este tipo de fiebre se da en la malaria.
• Fiebre de doble pico: se desarrolla en dos brotes, entre los que hay día libres de fiebre. El segundo brote suele cursar con temperaturas mayores que el primero. Este tipo de curso es típico de infecciones víricas como el sarampión o una septicemia provocada por meningococos.
¿Para qué sirve la fiebre?
La fiebre es una medida efectiva del organismo para activar el sistema inmunitario. Con cada grado de temperatura se acelera el metabolismo y se activa el sistema de defensa. Esto aumenta el número de glóbulos blancos, esos fagocitos que repelen a los invasores e inhiben su multiplicación.
Por tanto es buena idea no frenar la fiebre a la primera de cambio. Hay estudios que demuestran que las infecciones se curan más rápidamente si la reacción de fiebre no se frena con la ingesta de medicamentos.
En la medicina convencional la fiebre sigue siendo controvertida. Durante mucho tiempo se ha tratado sistemáticamente con fármacos. Hoy en día se vuelve a recuperar la comprensión de la “función biológica” de la fiebre.
¿Qué hacer en caso de fiebre?
Si hay que acompañar a un paciente con fiebre se deben tener en cuenta una serie de aspectos que pueden hacerle más sencilla la situación:
1. Descanso
La fiebre es una reacción de alarma del cuerpo. Los afectados deberían descansar en cama, de esta manera la autocuración puede llevarse a cabo sin trabas. Las mantas o edredones y los pijamas o camisones deberían ser ligeros, para no entorpecer la eliminación de calor y evitar así un acúmulo de temperatura.
2. Vigilancia
Los pacientes ancianos y los niños deberían vigilarse con más atención. Hay que comprobar que sean capaces de contestar y vigilar la respiración y la temperatura. El aire en el dormitorio debería ser fresco, entre 17 y 19ºC. Regularmente hay que hacer una ventilación rápida y además se debe mantener el aire húmedo. Hay que tapar correctamente al paciente.
3. Alimentación ligera
Las personas que tienen fiebre no suelen tener apetito. Como la fiebre consume mucha energía el enfermo no debería dejar de comer por completo. Lo mejor es una alimentación ligera y bien digerible como fruta fresca, verdura al vapor, consomés o sopas. El tan nombrado caldo de pollo ayuda a reforzar el sistema inmunitario
4. Beber más de lo normal
La fiebre afecta a los líquidos del cuerpo, de ahí que sea muy importante beber mucho. Un niño con una temperatura de 39,5ºC necesita un 30% más de líquidos. Si la orina es muy oscura es síntoma claro de que se está bebiendo demasiado poco.
Son recomendables las infusiones de tila, flores de saúco o corteza de sauce, zumos de frutas ligeramente calentados de naranja, saúco o grosella negra. La manera de calentarlos sin que pierdan propiedades es mezclarlos con un poco de agua caliente.
Importante: Si el cuerpo ha perdido demasiadas reservas hídricas ya no podrá regular la temperatura a través del sudor. Una manera de comprobar esto es tomar un poco de piel de las manos con dos dedos y levantarla. Al soltar debe volver inmediatamente a su lugar y seguir lisa.
Sigue leyendo Cómo bajar la fiebre con medicinas naturales.