Cómo prevenir y tratar las alergias de manera natural

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Los medicamentos alivian momentáneamente pero no curan, tienen efectos perjudiciales e incluso están contribuyendo a que los casos de alergia aumenten. En cambio, las terapias naturales poseen una visión más realista del problema y disponen de estrategias eficaces para prevenir y curar.

La cantidad de personas que sufren alergias se ha triplicado en los últimos 15 años. Más de 10 millones de españoles sufren ya alguna alergia. Como las alergias pueden describirse como el resultado de una mala interacción entre el ser humano y su entorno, cabe preguntarse qué está ocurriendo en esta relación. La incapacidad para atajar las causas va acompañada de la ausencia de tratamientos adecuados en la medicina convencional. 

Aunque el sistema inmunitario está diseñado para responder ante los agentes extraños que pudieran resultar un peligro, en el caso de las alergias reacciona contra agentes que para la mayoría de las personas son inocuos. El polen, el polvo, los ácaros, el moho, el humo de tabaco, ciertos productos químicos y sustancias presentes en los alimentos pueden desencadenar una serie de síntomas en las zonas y órganos del cuerpo en contacto con el exterior: las mucosas respiratorias, los ojos, la piel y el intestino, que recibe los alimentos. Se trata de una respuesta automática –similar a la que se pone en marcha ante la presencia de virus y bacterias– para impedir el paso y expulsar algo que se considera peligroso y ajeno al cuerpo.

Las causas de las alergias son seguramente múltiples y cada una a dado lugar a una “teoría de la alergia”. Existe una predisposición genética, como se puede ver claramente en la historia familiar de pacientes con alergias primaverales, asma o eczema. Además, entre los expertos está extendiéndose la idea de que resulta crucial el tipo de alimentación durante el primer año de vida: la lactancia materna durante menos de seis meses y la introducción demasiado temprana de los alimentos sólidos, especialmente cereales, multiplica las probabilidades de sufrir alergias. 

También existe la hipótesis de que la excesiva higiene y el uso de antibióticos inhibe el desarrollo correcto de la flora intestinal –microbiota– y del sistema inmunitario. Según esta teoría, el sistema inmunitario del feto es normalmente alérgico y después del nacimiento necesita incorporar bacterias que se encuentran en el entorno y exponerse repetidamente a "infecciones" para madurar y convertirse en sistema inmunitario adulto. Si estas "infecciones" no se producen, el sistema inmunitario, con el fin de continuar su proceso de maduración, actúa contra agentes cuyas proteínas le recuerdan vagamente las proteínas presentes en las paredes celulares de bacterias, virus y parásitos. Estas proteínas se encuentran en el polen, el polvo, los ácaros, el pelo de los animales, los alimentos...

Existen muchas pruebas a favor de la “teoría de la higiene”. Un estudio realizado en Estados Unidos sobre alumnos de escuelas Waldorf demostró que padecían menos alergias, seguramente porque los médicos de orientación antroposófica evitan los antibióticos y los antipiréticos. La convivencia con animales, especialmente vacas, también parece tener un efecto protector. Otras investigaciones muestran que en los países tropicales, donde las infecciones con parásitos intestinales son más frecuentes que en Europa, las enfermedades alérgicas y autoinmunes son raras.

La creciente incidencia de las alergias también se relaciona con la contaminación, que sobrecarga el organismo humano con sustancias irritantes y favorece la reacción inmunitaria a los alergenos. Los agentes tóxicos se pegan al polen y al polvo y éstos son considerados como una amenaza por el sistema inmunitario, que aprenderá a protegerse de ellos. Se sabe que el contacto con sustancias contaminantes durante el periodo fetal o durante la infancia predispone especialmente a sufrir problemas de tipo alérgico en la edad adulta. Así, la influencia de los contaminantes presentes en el aire sobre todo los residuos de la combustión de los automóviles, de los plaguicidas impregnados en los alimentos y de los productos químicos utilizados en los tejidos, puede ayudar a comprender el espectacular crecimiento de las alergias en las últimas décadas. Hasta ahora se han clasificado más de 300 compuestos capaces de provocar alergia en el lugar de trabajo y la continua creación de sustancias artificiales permitirá descubrir nuevos alergenos cada día.

La alimentación desempeña un papel crucial en la posible aparición de una alergia. Una dieta con demasiadas proteínas irrita el sistema inmunitario. Las proteínas de la leche se encuentran entre las que ocasionan más reacciones adversas. El tipo de dieta puede favorecer una reacción inmunitaria apropiada o por el contrario facilitar la acumulación de toxinas y conllevar procesos inflamatorios. Algunos alimentos poseen sustancias capaces de suscitar molestas reacciones en personas predispuestas, como las fresas, los mariscos, el pescado azul, las nueces, los cacahuetes, los huevos, el chocolate, los cítricos, los kiwis, los plátanos y los guisantes.

También hay razones psíquicas. El inmunitario es un sistema a caballo entre la mente y el cuerpo: las influencias son mutuas y complejas. Sustancias como péptidos, endorfinas y hormonas sirven para el trasvase continuo de información. La prueba de la conexión mente-cuerpo es que una persona que se sabe alérgica a las rosas puede sufrir un ataque de estornudos, mucosidad y picores ante una flor de plástico. Se ha comprobado que existe una relación entre ciertas características de la personalidad y la propensión a padecer alergias. Muchos alérgicos son desconfiados, inseguros y tienden a las reacciones emocionales desproporcionadas.

Los medicamentos convencionales no sólo no curan sino que pueden empeorar la evolución de la enfermedad. Según algunos investigadores, están implicados en el crecimiento de la cantidad de alérgicos en las últimas décadas. El uso frecuente de broncodilatadores tiene efectos adversos sobre los sistemas nervioso y cardiovascular insomnio, temblores, latidos irregulares o rápidos, lo cual se ha relacionado con el crecimiento de la tasa de fallecimientos en ataques de asma. Asimismo, los medicamentos más utilizados para eliminar los síntomas molestos de las alergias, los antihistamínicos y los antiinflamatorios esteroideos, no reeducan el sistema inmunitario, por el contrario, inhiben su funcionamiento normal, perjudican al sistema nervioso y aumentan la presencia de tóxicos en el organismo, lo que significa, a largo plazo, mayores trastornos.

La pauta de comportamiento del sistema inmunitario se refuerza y cada año son necesarios más medicamentos para reducir los síntomas. Por otra parte, el consumo excesivo e innecesario de antibióticos y las vacunaciones no permiten que el sistema inmunitario se desarrolle natural y normalmente al ejercer su función . Además, son muchos los medicamentos de todo tipo, sustancias extrañas al cuerpo al fin y al cabo, que provocan una reacción alérgica y sobrecargan la capacidad desintoxicadora del organismo. Otras acciones médicas, como la extirpación de las amígdalas, también favorocen su aparición.

En un problema complejo como la alergia, con tantos factores que predisponen –contaminación, entorno, alimentación, psique, herencia– se hace necesaria una estrategia completa, desde todos los ángulos. Por tanto, para prevenir o curar las alergias es necesario alejarse de los alergenos, reeducar la sensibilidad, alimentarse apropiadamente, tomar remedios sin efectos secundarios y adoptar un estilo de vida lo más natural posible.

Entorno

Según un estudio de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica, vivir en la ciudad aumenta un 10% las urgencias hospitalarias por culpa del asma. Cada día existen más personas que reaccionan a los productos artificiales y a los contaminantes presentes en el aire. El formaldehído, el monóxido de carbono o las partículas fruto de la combustión del diésel –este es el contaminante del aire más alergénico que se conoce– estimulan las respuestas alérgicas y al tiempo reducen la resistencia a otras muchas enfermedades.

La gente que vive en el campo desarrolla menos alergias, seguramente porque el contacto con los microorganismos de la tierra la inmuniza de alguna manera, según Sonia Buist, experta en asma de la Universidad de Oregón (Estados Unidos). En cambio, en la ciudad, donde se vive aislado de la tierra, las plantas y los animales, pero en medio de agentes contaminantes, hay más alérgicos.

Por lo tanto conviene vivir del modo más natural posible, evitando el contacto con las sustancias a las que se reacciona si la alergia ya se ha desarrollado. El 30 por ciento de los alérgicos señalan al polen como el origen de sus molestias y el 20 por ciento al polvo. Los ácaros y los pelos de los animales domésticos son los siguientes en la clasificación de alergenos. Muchas personas descubren que tienen alergia a los ácaros porque los síntomas desaparecen cuando realizan estancias en la alta montaña, ya que a más de 1.200 metros de altura estos microorganismos no pueden vivir. Una vez que los alergenos han sido identificados, se debe minimizar la exposición, por ejemplo, evitando estar fuera de casa a primeras horas de la mañana, cuando los niveles de polen y contaminación son más altos.

Por la misma razón conviene mantener las puertas y las ventanas cerradas el mayor tiempo posible durante la primavera y el otoño. En el interior es recomendable prescindir de alfombras y tapicerías que puedan acumular polvo, así como forrar los colchones y las almohadas con fundas antialérgicas para dificultar la proliferación de ácaros, microorganismos que se alimentan de la descamación de la piel humana. También hay que prescindir de la compañía de mascotas. La presencia de alergenos en los espacios interiores puede reducirse con filtros de aire de alta eficiencia y manteniendo la humedad entre el 40 y el 50 por ciento.

Alimentación

La clave para minimizar las alergias alimentarias es mejorar la digestión, eligiendo alimentos naturales, integrales y ecológicos. En general, conviene seguir una dieta baja en proteínas. La alergia a la proteína de la leche de vaca es una de las más frecuentes, así que las personas que desconozcan el origen de sus molestias pueden eliminar los productos lácteos de su dieta para comprobar si desaparecen los síntomas se pueden sustituir por los productos a base de soja, teniendo en cuenta que ésta también se encuentra entre los alimentos que más frecuentemente ocasionan reacciones.

Si los lácteos no son la causa de la alergia se puede realizar una dieta de supresión de los alimentos que la provocan más frecuentemente (marisco, cacahuetes y otros frutos secos, trigo, huevos, maíz, levadura, café y chocolate). En cambio se pueden aumentar las cantidades de arroz integral, avena y todo tipo de verduras y hortalizas, especialmente el ajo y la cebolla.

Para prevenir, los médicos naturistas suelen recomendar una dieta depurativa: sin hidratos de carbono refinados (azúcar y harina blanca), muy baja en grasas saturadas, sin proteínas de origen animal, y con presencia abundante de hortalizas y productos probióticos, como el yogur, con bacterias positivas. Además conviene beber agua libre de cloro en cantidad suficiente.

Es necesario que los alérgicos eviten la exposición a sulfitos, sustancias que se utilizan para conservar ciertos alimentos. Se encuentran, por ejemplo, en los frutos secos el brillo de las ciruelas o los orejones se debe al dióxido de azufre. Algunos asmáticos pueden tener un ataque después de consumir una pequeña cantidad de dióxido de azufre. Otro aditivo que provoca frecuentes reacciones alérgicas es el potenciador de sabor glutamato monosódico, casi omnipresente en los platos preparados. Entre los más de 2.000 aditivos que se utilizan en la industria alimentaria, los que pueden causar reacciones alérgicas, además de los ya señalados, son el edulcorante aspartamo, BHA y BHT (hidroxianisol butilado y hidroxitolueno butilado), los colorantes azoicos, los conservantes parabenos (con los prefijos metil-, etil-, propil- o butil- delante) y el ácido benzoico, presente en muchos refrescos. 

Suplementos

El magnesio es quizá el nutriente más importante para combatir los ataques alérgicos, pues relaja los bronquios y reduce la respuesta que inflama las mucosas y contrae las vías respiratorias.

La quercitina es un bioflavonoide obtenido a partir del trigo sarraceno y las frutas cítricas. Contribuye a estabilizar las membranas de las células que producen la histamina, sustancia causante de las molestias de los alérgicos. Para obtener el máximo beneficio conviene tomar los suplementos de quercitina una o dos semanas antes de que comience la estación del polen y continuar hasta que termine, ya que su efecto es preventivo. Se puede tomar sola 400 mg dos veces al día o combinada con vitamina C u otros bioflavonoides, como rutina o hesperidina.

La vitamina B6 tiene un efecto beneficioso sobre las vías respiratorias, disminuye el "ruido" en la respiración y la intensidad y la frecuencia de los ataques bronquíticos o asmáticos. La cantidad indicada es de 25 mg dos veces al día.

Uno de los efectos de la vitamina C es que mejora la resistencia ante los alergenos. Además combate la acción de los radicales libres en los pulmones y las vías respiratorias e inhibe el estrechamiento de los bronquios. Por estas razones se recomienda tomar uno o dos gramos al día como medida preventiva.

Los suplementos de selenio reducen la producción de leucotrienos, potentes agentes provocadores de síntomas alérgicos junto con la histamina. Conviene garantizar la ingesta de 250 mcg al día por lo menos. Los carotenos tienen una acción similar y favorecen la integridad de los tejidos del sistema respiratorio, por lo que conviene obtener unas 50.000 U.I. diarias a través de los alimentos zanahorias, frutas rojas y amarillas en general o de suplementos.

Mente

Las técnicas de control de estrés están indicadas en los casos en que la ansiedad parece ser un desencadenante de los síntomas. Además altera la digestión porque reduce la secreción de ácido hidroclorídico en el estómago e inhibe los enzimas digestivos, de manera que las proteínas y otros nutrientes no se descomponen adecuadamente y se convierten en potenciales alergenos.

Por otra parte, para descubrir y superar los conflictos emocionales de fondo conviene realizar terapia psicológica con un profesional experto. Una técnica interesante que se puede realizar en solitario consiste en visualizar, con las imágenes que a uno se le ocurran, el proceso completo de la alergia, incluyendo todos los factores: la presencia del alergeno, la reacción exagerada del sistema inmunitario, la influencia de los pensamientos y las emociones. Tras asumir que se posee la capacidad para lograr el propio bienestar, el objetivo es modelar el comportamiento inmunitario y controlar la respuesta del cuerpo a partir de la comprensión del problema.

Plantas medicinales

Cuando el hígado funciona óptimamente, las sustancias potencialmente alergénicas son eliminadas fácilmente antes de que se conviertan en un problema. En general las plantas amargas son beneficiosas para el hígado y eficaces contra las alergias. Son plantas amargas la genciana, las hojas de alcachofa, la piel de naranja, la semillas de cardamomo, el jengibre y el hinojo. El diente de león, la bardana y la hoja de alcachofa se pueden tomar individualmente en forma de cápsula o pueden ser mezcladas con un poco de regaliz o jengibre para hacer una infusión.

La ortiga alivia los síntomas, no es tóxica y es una fuente importante de hierro y otros minerales y vitaminas. Las hojas irritan la piel si se tocan, pero pierden esta cualidad al ser hervidas o desecadas. Se pueden tomar en ensalada, en infusión o en cápsulas, en forma de extracto seco una o dos cada cuatro horas .

La efedra ha sida utilizada para combatir las alergias por la milenaria cultura china. Su acción broncodilatadora se basa en el alcaloide efedrina, que sintetizado artificialmente forma parte de algunos medicamentos antiasmáticos. Sin embargo, la planta combina los efectos de la efedrina con otros agentes químicos y el resultado es un importante poder antiinflamatorio. La efedra, si se toma durante un periodo prolongado, ha de consumirse en combinación con regaliz, ginseng, vitamina C, magnesio, zinc, vitamina B6 o ácido pantoténico, para proteger las glándulas suprarrenales.

El dong quai o Angelica sinensis es eficaz para individuos sensibles a una variedad de sustancias. Inhibe la producción de los anticuerpos (inmunoglobulina E) que están en el origen bioquímico de la reacción alérgica. Estos anticuerpos se encuentran en los alérgicos de tres a diez veces por encima del nivel normal.

La raíz de regaliz se encuentra entre los remedios más investigados. Sus cualidades antialérgicas se han demostrado en numerosos estudios. Su éxito se basa en la capacidad que tiene para aumentar la vida media de la hormona antiinflamatoria cortisol, al tiempo que reduce los efectos no deseados en otras zonas del cuerpo.

El tratamiento homeopático

Entre los tratamientos naturales de la alergia, uno de los más populares y eficaces es el homeopático. El homeópata británico C.H. Blackely fue el primero en relacionar los síntomas estacionales de moco y estornudos con el polen en 1871. Desde entonces, la homeopatía ha realizado numerosos avances en el tratamiento de las alergias. Los médicos homeópatas realizan un examen muy completo del paciente que considera la influencia de múltiples factores, algunos de ellos obviados por la medicina convencional, como las reacciones al frío, al calor, a la humedad, al sol o a la niebla. Así pueden encontrar el remedio más eficaz, teniendo en cuenta no sólo los síntomas sino las características psicofisiológicas individuales. La homeopatía se considera una terapia especialmente adecuada para los niños por su suavidad y atención al aspecto inmunitario.

Existe una inmunoterapia homeopática que consiste en la administración de dosis extremadamente pequeñas de la sustancia a la que se es alérgico y que consigue un alivio considerable tras la primera semana de tratamiento en el 80 por ciento de los casos, según un artículo del doctor David Taylor-Reilly, profesor de la Universidad de Glasgow (Escocia), publicado en la prestigiosa revista médica británica The Lancet. Aunque siempre es mejor que un profesional recomiende los preparados, de forma general se puede utilizar ciertos remedios que pueden aliviar los síntomas.

• Allium cepa se recomienda para las alergias con síntomas respiratorios, estornudos violentos y lagrimeo. Las personas que se benefician más de este remedio son las que se sienten peor en habitaciones cálidas y mejor al aire libre. 
• Euphrasia se aconseja cuando las descargas nasales son moderadas pero el picor de ojos y el lagrimeo son intensos. Otros síntomas que indican el remedio son sentirse peor al aire libre, que aumente la mucosidad por la noche y estando acostado. 
• Nux vomica está indicada cuando el afectado está muy irritable, tiene una descarga nasal fluida durante el día y congestión por la noche. Los síntomas empeoran en espacios interiores y con el frío. 
• Pulsatilla se administra cuando la descarga nasal es abudante durante el día, como en el caso de Nux vomica, pero el paciente no se muestra irritable sino amable e impresionable. Las personas que necesitan Pulsatilla se encuentra peor en habitaciones cálidas y acostadas, y mejoran con las aplicaciones de frío y al aire libre.

Inconvenientes de los medicamentos y alternativas naturales

ANTIHISTAMÍNICOS
Acción: Mejoran los síntomas de la rinitis y la conjuntivitis, como estornudos, mucosidad y picores en los ojos. Lo consiguen evitando la liberación de la histamina.
Perjuicios: No cambian las pautas malaprendidas del sistema inmunitario e interfieren el funcionamiento del cerebro, causando somnolencia, confusión y depresión en el peor de los casos. Las personas con inestabilidad mental o emocional no deberían tomarlos. Algunos niños pueden sufrir pesadillas y excitabilidad.
Alternativas: El extracto de pepita de uva y la ortiga funcionan como anhistamínicos naturales, sin efectos secundarios. Seis perlas de ajo al día consiguen calmar los síntomas.

DESCONGESTIONANTES
Acción: Reducen la acumulación de mucosidad en las vías nasales. Actúan estrechando los vasos sanguíneos.
Perjuicios: Los aerosoles y las gotas no deberían usarse nunca más de dos o tres días seguidos, aunque se vendan sin receta, pues pueden empeorar los síntomas que tratan de combatir rinitis de repercusión . Además pueden producir nerviosismo, insomnio y presión arterial alta. 
Alternativas: La ortiga y el sol de oro se utilizan con el mismo fin. Las cremas a base de sol de oro también se pueden utilizar para curar urticarias y eczemas.

BRONCODILATADORES

Acción: Los utilizan los alérgicos con síntomas asmáticos o bronquíticos para facilitar la respiración. Los llamados beta agonistas relajan la musculatura lisa de las vías respiratorias. Así, los bronquios comprimidos se dilatan. Los más utilizados son albuterol, pirbuterol y terbutalina. Otro tipo de broncodilatadores los anticolinérgicos evita preventivamente que los bronquios se contraigan.
Perjuicios: No curan la inflamación y pueden enmascarar un empeoramiento. Las dosis continuadas o altas de beta agonistas afectan al sistema nervioso, producen arritmias, insomnio, inquietud, temblores, náuseas y vómitos. No se deben utilizar más de una vez al día. Los anticolinérgicos poseen otros efectos secundarios: boca seca, tos, dolor de cabeza, empeoramiento de glaucomas y retención de orina.
Alternativas: Los suplementos de magnesio tienen una acción relajante sobre los bronquios. La vitamina B6 o piridoxina posee un efecto similar. Las decocciones de hiedra, tomillo y marrubio tienen acción broncodilatadora y expectorante. Los preparados a base de efedra se encuentran entre las alternativas más eficaces.

CORTICOESTEROIDES
Acción: Son hormonas sintéticas con efectos potentes. Eliminan rápidamente los síntomas de la inflamación. Entre los más utilizados se encuentran la cortisona y la prednisona, que se prescriben en forma de píldoras, inyecciones, inhaladores o cremas. 
Perjuicios: Al igual que los antihistamínicos, perpetúan y refuerzan la alergia porque sólo suprimen los síntomas. Causan dependencia, perjudican al sistema inmunitario, reducen el crecimiento de los niños, favorecen el aumento de peso, la debilidad de los huesos y las cataratas, aumentan el azúcar en la sangre y la retención de líquidos, cambian el humor, causan molestias gastrointestinales. Los inhaladadores producen ronquera y disfonía. Deben consumirse lo menos posible y nunca más de dos semanas, especialmente si se trata de esteroides por vía oral. 
Alternativa: Los aceites de onagra, de semillas en general y de pescado, ricos en ácidos grasos omega 3, poseen efectos antiinflamatorios. Las enzimas digestivas, como la bromelaina y la papaína, se pueden tomar como suplementos antiinflamatorios y no tóxicos. La raíz de regaliz es un sustituto natural que además reduce los efectos secundarios de la cortisona, si no queda otro remedio que tomarla. El aceite de arbol de té es un excelente sustituto de los esteroides en el tratamiento tópico de las alteraciones de la piel.

INMUNOTERAPIA O DESENSIBILIZACIÓN
Acción: Se administra la sustancia alergena en dosis crecientes para que el sistema inmunitario se acostumbre a su presencia y deje de reaccionar. Se precisan al menos tres años de tratamiento para conseguir resultados. Es la única terapia convencional realmente curativa. 
Perjuicios: Las inyecciones son caras, dolorosas y con cierto riesgo de shock anafiláctico reacción alérgica grave, con riesgo para la vida . La proporción de gente satisfecha después de años de tratamiento es baja. Sólo es una terapia indicada cuando se desea curar la reacción al veneno de abejas y avispas.
Alternativa: La inmunoterapia homeopática no tiene efectos secundarios y ha demostrado su eficacia. Existe otra posibilidad, la desensibilización potenciada por enzimas. Consiste en inyectar entre dos capas de la piel una mezcla de alergeno y de la enzima betaglucuronidasa.