¿Existe una relación entre la leche y el Parkinson y otras enfermedades cerebrales?
Existe una asociación entre más consumo de leche y mayor riesgo de sufrir una enfermedad neuronal degenerativa.
La presencia en la leche de residuos de pesticidas, otras neurotoxinas y el propio azúcar de la leche pueden ser factores implicados.
El Parkinson es la segunda enfermedad neurodegenerativa más común después del Alzheimer. Se calcula que en España hay al menos 300.000 pacientes con Parkinson y cada año se diagnostican uno 4.500 casos nuevos.
¿Cuál es el vínculo entre la leche y las enfermedades cerebrales?
Algunas investigaciones observan un vínculo entre el consumo de de leche y un mayor riesgo de sufrir la enfermedad. La razón podría ser su contaminación con residuos de pesticidas organoclorados que se comportan como neurotoxinas. Sin embargo, estos residuos se encuentran en la grasa de la leche y la relación se ha visto también con la leche desnatada, lo que representa una incoherencia para la teoría.
Otros expertos sugieren que quizá las personas con los primeros síntomas de la enfermedad se deprimen, lo que les lleva a beber más leche. Pero esta tampoco es una hipótesis demostrada.
Lo cierto es que los estudios de cohorte prospectivos hallan un aumento significativo en el riesgo asociado a la ingesta de productos lácteos. El riesgo aumenta un 17% por cada vaso de leche al día y en un 13% por cada media rebanada diaria de queso.
Además de los residuos de pesticidas, en la leche se encuentran otras neurotoxinas, como las tetrahidroisoquinolinas, que se han descubierto también en los cerebros de las personas con enfermedad de Parkinson.
Por otra parte, la leche no se asocia solo con el Parkinson, también aumenta el riesgo de enfermedad de Huntington, otra enfermedad cerebral degenerativa. Su aparición temprana se duplica por el consumo de lácteos, especialmente leche.
El doctor Michael Greger cree que el factor más importante para la relación entre lácteos y enfermedades cerebrales es la lactosa, el azúcar de la leche. Las personas que no pueden metabolizar adecuadamente la lactosa serían las más vulnerables a las alteraciones músculos-esqueléticas y cerebrales.
En España se estima que 4 de cada 10 personas pueden sufrir de intolerancia a la lactosa.