'Es hora de los grandes cambios, pero todos han de empezar en uno mismo'

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Ángeles Parra es presidenta de Vida Sana y directora de la feria de productos ecológicos y consumo responsable Biocultura.

Ángeles Parra con su hija Estrella en el Festival Mama Terra.

Cuando está a punto de celebrarse la 20ª edición de la feria Biocultura en Barcelona -que tendrá lugar del 25 al 28 de abril en el Palau Sant Jordi-, entrevistamos a su directora, Ángeles Parra, una mujer que lleva años comprometida con el mundo de la ecología y que, desde la asociación Vida Sana, trabaja para dar a conocer al mayor número de gente posible los beneficios de un consumo más responsable.

Aunque la asociación Vida Sana se oficializó en 1981, desde 1976 ya trabajabais en grupo para lograr un mundo más concienciado respecto a la salud de nuestro planeta. ¿De dónde os surgió ese interés por la ecología?

Varias personas que pensábamos que había que cambiar cosas nos juntamos y empezamos a darle vueltas a todo. Veíamos que lo que se avecinaba no era nada bueno, así es que decidimos unir nuestras fuerzas y empezar a realizar acciones para conseguir frenar, en alguna medida, la contaminación de nuestra comida y nuestra agricultura y, por otra parte, desde una perspectiva positivista buscar soluciones viables para agricultores y consumidores. Así se creó la asociación Vida Sana, sin fines lucrativos que más de 30 años después, sigue con una actividad cada vez mayor y comprometida como el primer día.

Soy optimista, porque observo en jóvenes generaciones muchas ganas de cambiar cosas que han estado enquistadas durante décadas

Con la perspectiva que te dan estos 30 años de trabajo, ¿cómo ves la evolución que hemos seguido y hacia dónde crees que debemos seguir avanzando para que cada vez más gente sea consciente de que debemos cuidar la tierra en la que vivimos?

Claro que sí: hay un gran cambio. Se ha pasado de un desconocimiento absoluto, a un gran aprecio por este tipo de alimentos en cada vez más amplios sectores de la ciudadanía. Hay mucha más información, más tiendas, más ferias, más medios que se ocupan, mucha información en la red, muchos productos se venden online… En fin, la noche y el día. Aunque, eso sí, todavía no ha llegado el gran boom a nuestro país. Habrá que esperar un poco más todavía. Pero yo creo que estamos realizando bien el trabajo. A pesar de la que está cayendo y a pesar de que el gobierno central y los gobiernos autonómicos no estén muy por la labor. Lo que se avanza son pasos seguros y firmes.

Cada vez son más los consumidores conscientes de los peligros que conlleva para la salud consumir cierto tipo de productos, pero todavía hay mucha gente que se resiste, por ejemplo, a cambiar el chip a la hora de comprar alimentos. ¿Qué crees que hace falta para que la gente se anime a consumir todavía más productos ecológicos? ¿Qué argumentas cuando alguien descarta los productos bio por caros?

En toda Europa, en los diferentes estados, a pesar de las alternancias políticas de los diferentes partidos de diferentes ideologías, la cuestión de la alimentación ecológica es una cuestión de estado. En España, desgraciadamente, la alimentación bio no es una prioridad ni para la derecha ni para el centroizquierda. Es una vergüenza. Además, somos el país con más cultivos transgénicos de la UE. Nuestros diferentes gobiernos, ya sean estatales o autonómicos, viven plegados a las voluntades de la gran industria agroalimentaria, siempre de capital extranjero y con intereses muy oscuros. Haría falta una gran campaña mediática que hablara de las virtudes de los alimentos ecológicos. Y legislaciones que favorecieran a los pequeños productores ecológicos, en vez de a las grandes empresas agroalimentarias convencionales, con, por ejemplo, incentivos fiscales… Todo está hecho para favorecer a la multinacional. Es patético. El tema de la presunta carestía de los precios de los alimentos ecológicos es imposible resumirlo en dos líneas. No lo podrá nunca entender la persona que no está metida en estos temas y no tiene un poso cultural adecuado. De la misma manera que ciertas personas, que no paran de comer proteína animal, no entenderán nunca por qué es más sostenible una dieta con más elementos vegetales. Pero soy optimista, porque observo en jóvenes generaciones muchas ganas de cambiar cosas que han estado enquistadas durante décadas.

Ha habido una campaña de desprestigio de la agricultura ecológica, con artículos en los grandes medios tanto en Europa como en España. ¿Cómo la habéis contrarrestado desde BioCultura?

No hacemos más de lo que podemos ni menos de lo que es necesario. Rebatimos argumentos hipócritas con criterios científicos, concienzudos, refrendados por trabajos contrastados y de verdaderos expertos independientes. Más allá de eso, lo demás no está en nuestras manos. Nuestro boletín de noticias online, nuestra edición de The Ecologist y nuestras diferentes publicaciones ligadas a BioCultura trabajan con rigor para hacer llegar información independiente y fidedigna a la ciudadanía.

Estamos sumergidos en una profunda crisis. ¿Hacia dónde crees que debería avanzar el Sistema una vez superado este bache? ¿Qué estructuras consideras que habría que cambiar o qué tipo de sociedad crees que es la que necesitaríamos para construir de nuevo los cimientos hacia un futuro más sostenible?

Realmente, el Sistema es el problema. Sus cimientos están podridos totalmente. Este Sistema nos llevará, tarde o temprano, a un colapso medioambiental, social, humanitario y familiar. No hay solución posible dentro del Sistema. Como máximo, retardar el colapso. Lo que hay que hacer es cambiar de paradigma absolutamente. Nosotros procuramos trabajar, al máximo posible, dentro de lo que es factible… trabajar y vivir fuera de las coordenadas del Sistema, porque eso es una locura. Si tuviéramos que hacer lo que dicen los banqueros, los políticos, los psicólogos y los empresarios… estaríamos todos hundidos ya hace años. Y así les ha ido a los que han hecho lo que querían los supuestos expertos y “gurús” de nuestra sociedad. Un desastre…

Hay poderes muy oscuros en la sombra para desligarnos de la tierra y de la espiritualidad más profunda.

Hay gente que lo está pasando muy mal en estos momentos. ¿Eres de las personas que creen que de las crisis se puede salir reforzado? ¿Qué les recomendarías a quienes ahora lo ven todo muy negro?

Algunos saldrán reforzados. Los que no se atrevan a cambiar de forma de funcionar se hundirán irremisiblemente. Hay muchos motivos para ser pesimistas. El mundo está viviendo una nueva militarización. Hay hambrunas por todas partes. Y los imperios quieren conquistar a los países pobres y sus recursos. Nos envenenan a diario con todo tipo de alimentos tóxicos y fármacos insalubres. Hay poderes muy oscuros en la sombra para desligarnos de la tierra y de la espiritualidad más profunda. Vivimos en ausencia de lo sagrado y la Naturaleza agoniza… Esto no es pesimismo, sino una realidad tangible. Pero tengo esperanzas, al menos en lo que respecta a ciertos círculos. Lo que pase en el globo… ¿quién lo sabe?

Así que consejos: empezar a vivir cambiando todo aquello que sabemos que no es bueno. Es fácil decirlo, pero lo digo porque hay argumentos, porque en BioCultura, para todos aquellos que se acerquen, hay soluciones viables, formas de hacer y actuar que nos llevan por un camino muy diferente. Es hora de los grandes cambios, pero todos han de empezar en uno mismo.[pagebreak]

Hoy en día muchos colegios ya enseñan a los niños la importancia del respeto por el medio ambiente, a consumir productos de proximidad, generar menos residuos… En Biocultura también apostáis en este sentido a través del festival Mama Terra. ¿Crees que estamos avanzando por el camino correcto? ¿Qué crees que falta todavía por incluir en nuestros planes educativos?

Sin una educación de calidad, en la que la Naturaleza sea algo vivo, donde se enseñe a respetarla, donde se enseñe a comer bien y saludable, donde se enseñe a los alumnos a tomar consciencia de ese algo tan misterioso que es la vida, no hay futuro posible. Por eso nosotros aportamos nuestro granito de arena con todo lo que podemos, por ejemplo en BioCultura a través del Festival Ecológico de la Infancia, MamaTerra. Se trata de un festival estudiado para que los críos aprendan jugando. Pero siempre en contacto directo con el pan, la harina, la tierra, las verduras, el barro; en fin que, entre el huerto y la cocina, se cuece un futuro esperanzador…

Como madre, ¿qué opinión te merece la situación en la que se encuentran los más pequeños en nuestra sociedad? ¿Qué podríamos hacer para evitar que nuestros niños se conviertan, en un futuro, en adultos estresados y desbordados por la sociedad extremadamente competitiva en la que nos ha tocado vivir?

Debería empezar por mí misma. Quizás no seamos nosotros mismos siempre un buen ejemplo. A veces, trabajo demasiado. Tenemos que aprender a prestarles más atención a nuestros hijos, a nuestra vida. Hay que olvidar las ideologías y empezar un camino de ecología profunda que conlleva, por encima de todo, transformar el hogar en un reducto de paz, de bienestar y de simplicidad. Y no siempre lo conseguimos, desgraciadamente. Pero, en cualquier caso, hay que empezar a caminar en ese sentido.

No siempre es una cuestión de tiempo, sino de prioridad en nuestras atenciones. Y, en muchas ocasiones, en el mundo de caos actual, nos equivocamos, de ahí la atomización familiar y el deterioro de nuestras redes sociales tradicionales. Además, hay que romper con los chips anteriores. Nuestros padres fueron demasiado autoritarios. Y después, otros padres han sido demasiado permisivos y relajados, porque educar cuesta trabajo y esfuerzo. Al menos, debemos poner nuestra intención en ello. Por supuesto, en la práctica diaria deberíamos intentar apartar a nuestros hijos de la dependencia tecnológica, es decir TV lo menos posible, móviles fuera, videojuegos fuera… y, por otra parte, acercarlos a la Naturaleza, a la Tierra, a la música… En definitiva, acercarles a lo bello.

Últimamente están surgiendo con fuerza movimientos colectivos, organizaciones sociales, que apuestan por el trabajo en equipo y la solidaridad entre personas. ¿Crees que la nueva sociedad que surja tras esta crisis tendrá que apostar por este tipo de movimientos? Desde Vida Sana, ¿colaboráis con alguna organización de este tipo?

Hay muchos movimientos de todo tipo y no todo es lo mismo. Hay una especie de cajón de sastre, pero no todo vale. Nosotros colaboramos por un mundo más justo y un mundo con futuro para las generaciones venideras a nuestra manera. No estamos politizados. No creemos en la política convencional. Mi marido no ha votado nunca y yo lo he hecho sólo en un par de ocasiones puntuales. No estamos con los de aquí o con los de allá, ni con los de las corbatas ni con los de las rastas, ni con los de la peineta ni con los de las chanclas. Y tampoco formaríamos parte de determinados movimientos que siguen en las mismas coordenadas que el Sistema, aunque no lo parezca. Algunos son su vanguardia, no su contra. De hecho, a veces con buenas intenciones, la izquierda ha hecho más daño que la derecha. Ese tipo de historias de buenos y malos hay que superarlas, no conducen a ninguna parte. La contracultura no es siempre el camino adecuado.

A nosotros nos mueve, realmente, el interés por la gran sabiduría, la ecología profunda, la espiritualidad primordial… Huimos de todo análisis superficial, de toda pose “facilonga”, de todo fuego de artificio de cara a la galería… que es lo que más abunda. No hay más que echarle un vistazo a las tertulias de los medios, qué esperpento, las de uno y otro lado.

Finalmente, nos gustaría que comentaras un poco cómo fue la relación de Bigas Luna con Biocultura y con Vida Sana, cómo entrasteis en contacto y qué os aportó. Hace unos meses tuvimos el placer de asistir al acto que organizasteis en el que se presentaron sus vinos. Nos dio la impresión que era una persona realmente excepcional, una gran pérdida sin duda.

Bigas era entrañable. No es que fuéramos grandes amigos, de esos de toda la vida, pero sí que teníamos muchos nexos de unión y muy buena amistad. Él nos ayudó en todo siempre que se lo pedimos sin pedir nunca nada a cambio. Era un ecoactivista incansable. Es de los pocos miembros de la clase artística de este país que supo emprender el camino de retorno hacia la tierra. Sus citas al respecto no tenían desperdicio. Era un gourmet de la alimentación ecológica y de la vida sencilla. Me consta que se ha ido tranquilo y que ha vuelto a la tierra en paz.