Enero

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La nieve es el silencio. Y bajo esa cobija sigilosa encontraremos tal vez el sosiego necesario, el reconfortante colchón, el embozo de la vida que se nos ha ido escapando entre el rumor incesante del año.

El frío es una llamada al recogimiento, al refugio interior. El invierno es una invitación a mirarse hacia dentro y empezar de cero, ahora que el año en ciernes se extiende como una inquietante página en blanco. Todo está por escribir en enero…

Cambiemos de párrafo, hagamos un alto en el camino y reflexionemos antes de volver a conectar el piloto automático. Arranquemos el año con el paso cauto sobre la nieve, para evitar los resbalones y los borrones en este nuevo capítulo que se abre ante nuestros ojos.

Escribimos ante todo para ir desbrozando lo desconocido. Avanzamos por la nieve con la ingravidez de los astronautas, ligeros de equipaje por todo lo que dejamos atrás, pero afianzándonos sobre la marcha ante el horizonte despejado.

Conviene respirar hondo ante el folio en blanco. Cada año es como una novela o una maratón: mejor no desfondarse antes de tiempo, pero tampoco perder el paso. Lo que hagamos estos días marcará al fin y al cabo la pauta para los próximos once meses. "El final es de donde partimos" (T.S Eliot).

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