Aire

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La contaminación se ha convertido en el tabaco del siglo XXI

“Aire, soñé por un momento que era aire”… Aire contaminado, claro. De ese que se respira en la ciudad. De ese que afecta a los pulmones y al corazón, que llega a todos los órganos y virtualmente a todas las células, del cerebro a la placenta, allanando el camino al asma, a los infartos, a los ictus, a la diabetes, a la demencia… Y contribuyendo a la muerte prematura de 8,8 millones de humanos todos los años.

La contaminación se ha convertido en el tabaco del siglo XXI. Aunque la misma resistencia que había a prohibir el humo en los bares es la que hay ahora a prohibir que los coches vayan quemando petróleo por nuestras calles...

Durante décadas, los fabricantes de tabaco estuvieron untando a políticos y pseudocientíficos para ocultar los efectos nocivos de ese humo que respiramos de niños. Todos fuimos fumadores pasivos. Y todos somos ahora “respiradores” pasivos de ese aire enrarecido que van dejando a su paso los coches de combustión en sus idas y venidas.

Se estima que el 90% de la población mundial respira un aire “peligroso”. En ciudades como Nueva Delhi, Yakarta o Shanghai, ir con mascarilla es algo de lo más habitual para caminar por la calle. En Africa, el gran problema es la contaminación interior de los hogares, por el uso de leña y carbón. Las ciudades europeas marcaron el camino levantando barreras al coche, pero aún hay políticos empeñados en meter la marcha atrás y no mirar siquiera por el retrovisor.

La batalla de “Madrid Central” ha saltado a los titulares de toda la prensa europea. Cuesta creer que la ciudad que marcaba hace poco el camino vuelva a tragar con niveles “infumables” de dióxido de nitrógeno y de partículas en suspensión. Convendría que el alcalde de turno tomara ejemplo de lo que ocurrió en Londres, donde la “zona de emisiones ultrabajas” fue impulsada por un edil conservador que, curiosamente, se movía por la ciudad en bicicleta.

Lo cual demuestra que el aire limpio no es de derechas ni de izquierdas, sino de puro sentido común, en el nombre de miles de millones de ciudadanos que revindican el derecho más saludable y primordial. Respirar.

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