La primavera silenciosa

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Esta primavera el silencio es muy distinto

Silencio. Habituados a despertar y a entrar en calor con el ruido del tráfico, de pronto  estamos descubriendo estos día el valor del silencio, asociado por desgracia a la tragedia, pero vinculado también a esos lazos invisibles y a esas muestras inaudibles de solidaridad que han desplazado al barullo diario en todo el mundo.

 Silencio. El canto de los pájaros se superpone sobre todo lo demás en los parques de Londres, que siguen abiertos para los corredores y los caminantes solitarios, en un único acto de “rebeldía” consentida y diaria que tiene divididos a los expertos. Unos lamentan que no se imponga el “cerrojazo” total a la española o la italiana. Otros sostienen que media hora de aire limpio al día es bueno para la salud física y mental, siempre y cuando se respete la “distancia social”.

David Attenborough ha sido el último en revindicar la naturaleza como fuente de “confort y solaz” en estos tiempos críticos. A sus 93 años, el naturalista británico admite que lo que está ocurriendo “no tiene precendentes”, pero evita hacer el parangón con la guerra. “Las plagas vienen y van, pero los problemas a largo plazo no los podremos evitar si no reaccionamos a tiempo”, asegura Attenborough, que tendrá que esperar hasta el otoño para la emisión de su último documetal, “Una vida en el planeta”.

Silencio. Los entomólogos advierten que, en nuestra asusencia, la campiña británica vive la mayor eclosión de mariposas de los últimos veinte años, con especies como la vanesa roja multiplicando hasta por doce veces su presencia. En Gales, las cabras de Cachemira que pastaban en los alededores de Llandudno han aprovechado entre tanto la ausencia de humanos para apropiarse de sus calles y comerse apaciblemente  los jardines.

Silencio. Hace 58 años que Rachel Carson publicó “La primavera silenciosa”, en el que advertía del impacto de los pesticidas en un mundo cada vez más privado de páijaros e insectos. El silencio de esta primavera es muy distinto: es una quietud de humanos, unidos temporalmente por el miedo, conscientes por primera vez de sus límites, dispuestos tal vez a cambiar y a apreciar más la vida cuando pase todo esto.

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