Aceites esenciales al rescate

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La aromaterapia, que actúa sobre los centros de control cerebrales, se emplea desde la antigüedad y las investigaciones más recientes confirman su eficacia.

No hace mucho la aromaterapia era considerada, incluso dentro del ámbito naturista como una disciplina minoritaria, pero día a día ha ganado un merecido reconocimiento. A nadie extraña que sin necesidad de ingerir nada, solo a través de compuestos etéreos, los resultados sean beneficiosos e incluso espectaculares. Y menos que a nadie, a los alérgicos.

La aromaterapia utiliza las propiedades curativas de las plantas para aliviar diver- sos trastornos mediante aceites esenciales ingeridos o aplicados en masajes, inhalaciones o fomentos. Aunque la palabra aromaterapia no se ha empleado hasta el siglo XX, muchos datos históricos revelan que el empleo de estas técnicas terapéuticas fueron utilizadas en China hace 3.000 años y en Egipto hace 2.400 años. El médico y filósofo persa Abu Ah i Ibn Sina, nacido en el año 980 de nuestra era, conocido en Occidente como Avicena, es considerado como el inventor del procedimiento de destilación con el fin de extraer esencias de las plantas, cuyos principios se utilizan aún hoy.

El profesor Rene-Maurice Gattefossé fue el protagonisa del resurgimiento del empleo de aceites vegetales en la medicina moderna. Tras descubrir accidentalmente los efectos curativos del aceite de espliego en las quemaduras, decidió seguir investigando las propiedades de los aceites esenciales y los utilizó para tratar a soldados heridos en la Primera Guerra Mundial. Fue él quien acuñó el término aromaterapia.

Efectos de los aceites

Los aceites esenciales han demostrado su capacidad para actuar a la vez sobre el cuerpo y la mente. Son los que dan fragancia a las rosas y los jazmines y sabor a la canela y a la menta. Se extraen de todas las partes de las plantas, desde las hojas o las flores hasta las raíces, pasando por las semillas y la corteza. Para ello se hace pasar vapor a presión a través del material vegetal. Con el calor se libera el aceite, que pasa a continuación a través de un refrigerador, donde se condensa y se recoge.

Se cree que estos aceites aromáticos contienen la fuerza vital de las plantas y que mejoran el bienestar físico y la armonía mental. Cada aceite tiene unas propiedades terapéuticas determinadas, pero son sobre todo antisépticos capaces de destruir virus y bacterias. Estimulan el sistema inmunitario porque refuerzan la resistencia del organismo a la enfermedad y mejoran la circulación sanguínea, además de calmar el dolor y reducir la retención de líquidos.

Los aceites esenciales son sustancias muy complejas desde el punto de vista químico y sus efectos sobre el organismo humano son igualmente sofisticados. Contienen en promedio un centenar de sustancias químicas diferentes, en distintas proporciones. Cada una de esas sustancias, por pequeña que sea su cantidad, desempeña alguna función y el efecto del conjunto es diferente al de cada componente por separado.

El caso del aceite de toronjil, por ejemplo, es ilustrativo: su componente principal es un aldehído denominado citral que, si se extrae o se sintetiza por procedimientos químicos y se aplica a la piel provoca una reacción alérgica. El aceite, en cambio, no la produce.

No siempre se sabe científicamente cómo y por qué los aceites esenciales ejercen un efecto determinado. Para comprender por qué es eficaz la aromaterapia es útil examinar primero la forma en que funcionan los sentidos del olfato y el tacto. Las investigaciones realizadas hasta ahora indican que el olfato opera sobre las emociones y los sístemas nervioso e inmunitario a través del sistema límbico. Los olores pueden evocar imágenes o sentimientos y condicionar la respuesta del organismo entero. En ello se basa la aromaterapia para abordar los aspectos mentales y emocionales de la curación, empleando diferentes olores para relajar o estimular al paciente.

Por otra parte, el contacto físico es fundamental para la salud. Es el recurso más importante de que disponen los niños y los bebés para comunicar afecto. El uso del masaje en la aromaterapia se fundamenta en esta consideración. La sensación placentera que se produce al ser tocado despierta el sentimiento de ser querido y la certeza de que cuidan de nosotros.

Formas de aplicación

El masaje tiene efectos positivos, tanto físicos como emocionales. Regula el sistema inmunitario, reduce la presión arterial y mejora la circulación sanguínea y linfática. Además disminuye la inflamación y la tensión muscular. Todo ello ayuda al organismo a relajarse, lo cual alivia la tensión mental y la agitación emocional. Para aplicar el aceite, se mezclan 5 gotas de la esencia elegida por cada 10 ml de aceite básico (de almendras dulces, por ejemplo). Antes de realizar el masaje completo es imprescindible probar la mezcla sobre el dorso de la mano y esperar unos minutos.

Meditante las manipulaciones del masaje se estimula la circulación y se activa el sistema linfático, lo cual permite eliminar toxinas del organismo. También se pueden aplicar técnicas de digitopresión sobre las zonas reflejas o los puntos de acupuntura. Es probable que, al final de una sesión, el paciente experimente ya una profunda sensación de bienestar y sienta que se ha liberado de muchas molestias. Para las personas que sufren asma o fiebre del heno, el tratamiento se centra en el rostro y en los puntos de presión que rodean los senos faciales. El objetivo es reducir la secreción excesiva de mucosidad nasal.

La aromaterapia también utiliza otras técnicas, como los baños aromáticos, que pueden tener efectos tónicos o sedantes (se añaden de 5 a 10 gotas al agua caliente). El agua caliente abre los poros y permite que el organismo absorba los aceites esenciales con mayor rapidez. Los baños pueden ayudar a aliviar los efectos del estrés y calmar dolores musculares y problemas dermatológicos.

La inhalación de aceites esenciales es efectiva cuando las moléculas aromáticas de las esencias llegan a los pulmones. Estas moléculas se difunden a través de los alvéolos y llegan a los capilares (vasos sanguíneos de paredes muy finas), desde donde alcanzan la circulación sanguínea y se distribuyen por todo el organismo.

Podemos echar algunas gotas en un pañuelo y oler o podemos echar de 6 a 12 gotas en una olla de agua caliente. Luego colocamos una toalla o manta que cubra tanto nuestra cabeza como la olla e inhalamos el vapor durante varios minutos. Se debe tener la precaución de no acercarse demasiado, ya que podemos quemarnos la cara con el vapor.

También se pueden dispersar en el aire. Existe en el mercado una amplia variedad de productos para llenar el espacio de una habitación u oficina con el aroma de los aceites esenciales. Estos productos, llamados difusores o atomizadores, esparcen los aceites esenciales formando una nube de diminutas partículas.

El tratamiento profesional con aromaterapia requiere una evaluación muy detenida del paciente. El terapeuta pregunta acerca del tipo de vida que lleva, el estado general de salud y la historia médica. En función de las respuestas y de las observaciones y pruebas que pueda realizar el terapeuta, selecciona los aceites adecuados. Luego le puede preguntar si los aromas elegidos le resultan o no agradables.

También vale la pena que el paciente considere la posibilidad de autotratamiento mediante aceites aromáticos: es conveniente disponer de aceites aromáticos para quemaduras, picaduras de insectos o dolores de cabeza. Sin embargo, los aceites esenciales requieren cierta prudencia, ya que pueden ser peligrosos cuando los manipula una persona inexperta. Para las enfermedades graves o para aliviar un problema crónico se debe consultar siempre con un profesional de la aromaterapia.

Indicaciones de los aceites esenciales

    
 Cayeput  Inflamaciones respiratorias, incluidas catarro, tos, sinusitis y garganta irritada
    
 Camomila Rinitis, calambres menstruales y abdominales, irritación o inflamación de la piel
    
 Canela  Tonifica los sistemas circulatorio, respiratorio y digestivo 
    
 Citronela Es eficaz como repelente de insectos. Útil si se tiene alergia a las picaduras
    
 Geranio Calma todos los tipos de piel
    
 Lavanda Picaduras, quemaduras, eczema, asma e isomnio
    
 Melisa Estrés, migraña y asma nerviosa
    
 Mirra Dificultades respiratorias, inflamaciones de la boca y de la garganta
    
 Rosa Ansiedad, depresión, estrés, cuidado de la piel madura
    
 Sándalo Inflamación de la garganta, estrés, piel seca
    
 Árbol de té   Infecciones respiratorias y de la piel, picaduras
    
 Jengibre  Equilibra el sistema inmunitario. Recomendable para las náuseas y molestias digestivas

 

Tratamiento del asma y la fiebre del heno

Asma. Es preciso ser prudente cuando se utilizan aceites esenciales para el tratamiento del asma. Aunque el uso de esencias como el aceite de benjuí, de eucalipto o de romero es corriente para aliviar trastornos respiratorios, muchos destacados terapeutas insisten en que los asmáticos deben evitar las inhalaciones de vapores de aceites esenciales, ya que la concentración de los aromas pueden desencadenar un ataque de asma. Sin embargo, hay otros métodos de tratamiento que recurren a los efectos de los aromas, como beber tisanas de eucalipto, tomillo, mejorana o ajedrea. Para contrarrestrar la dificultad respiratoria se pueden colocar también saquitos de romero fresco junto a la cama del enfermo por las noches. También son recomendables los aceites de eucalipto, enebro o gaulteria, que se aplican mediante friegas en el pecho, y los aceites de menta y romero, que pueden inhalarse con un pañuelo cuando la respiración se vuelve difícil.
Fiebre del heno. Entre los tratamientos existentes para la fiebre del heno cabe citar los siguientes como los más efectivos:
■ Tisanas de agujas de pino y hojas de eucalipto, y también las gárgaras con zumo de limón o agua hervida con una gota de aceite esencial de árbol de té.
■ Inhalaciones con unas gotas de la esencia de cayeput, eucalipto, niaouli o árbol del té. 
■ Friegas e inhalaciones mediante pañuelos a los que se habrán añadido algunas gotas de los aceites esenciales que antes se han mencionado. 
■ Para el escozor de ojos pueden utilizarse compresas empapadas en infusiones de caléndula, manzanilla o incluso perejil.
■ La albahaca también es útil para la pér- dida de olfato, que muchas veces acompaña a la la fiebre del heno: basta con poner una gota de esencia de albahaca en un recipiente con agua caliente –debemos tener cuidado con las quemaduras– y hacer inhalaciones, dos o tres veces al día como mínimo.