“Off”

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Un día a la semana de “desconexión y observancia”. Es todo lo que pedimos. 

Un día a la semana de “desconexión y observancia”. Es todo lo que pedimos. Algo así como un “sabbat” tecnológico en el que resistiremos la tentación de levantarnos y acostarnos con el parpadeo del móvil, de andar por la casa con la “tablet” bajo el brazo o de abrir el ordenador personal en la cama. Un día de auténtico descanso…

En la sociedad 24/7 que hemos creado, el ritmo impetuoso lo marcan las máquinas, que no tienen problemas de insomnio. Cuando notamos un “sobrecalentamiento”, eso sí, nos dignamos a apretar el botón de “off”. El problema es que nosotros nos quedamos en “stand by”, jugando al frontón con la almohada, incapaces de desconectar.

El 63% de la población no duerme lo suficiente y el 60% tiene problemas para conciliar el sueño, según un sondeo de la National Sleep Foundation. El 95% de los encuestados reconoce que antes de dormir consulta el móvil o la tableta, y el 25% confiesa que ni siquiera los silencia o los desconecta por la noche. Así nos levantamos…

Y el problema es que esa dinámica la arrastramos durante la semana, y la prolongamos inconscientemente a sábados y domingos, acrecentada además por el “estrés tecnológico” que nos llega a través de los niños (“¿cómo tenemos que decirte que dejes de una vez la pantallita?).

No hay manera de desconectar. Y en esto llegan los médicos británicos y extienden a la población una original receta:  “Scroll Free September” (algo así como “Septiembre sin deslizar el dedo por la pantalla”). Y a quienes no estén aún convencidos les invitan a leer el severo informe (#StatusOfMind) que previene sobre los estragos del uso y abuso de las redes sociales…

Acoso digital, pérdida de horas de sueño, aumento de la ansiedad y la depresión, visión negativa de la imagen corporal, problemas de autoestima, déficit de atención y afecciones de nuevo cuño como el FOMO (“fear of missing out” o miedo a perderse algo) son algunos de los efectos secundarios de las redes, el implacable filtro electrónico al que sometemos alegremente nuestras vidas.

El descanso se ha convertido en tabú. Raro es el político o el empresario que no presume de practicar el "mutitasking" y de dormir como mucho cinco o seis horas al día. Pocos nos recuerdan a estas alturas que Albert Einstein necesitaba once horas de sueño para “funcionar”. Y muy pocos reconocen que necesitan una cabezadita a mitad del día para seguir tirando.

Los expertos están de acuerdo en que merecemos entre siete y nueve horas de sueño diario, aunque el problema está en cómo alcanzar ese “sueño”. La respuesta más simple: practicando la descompresión tecnológica. Sacando las pantallas del dormitorio. Cerrando el día con un buen libro. Procurando echar el cierre antes de la medianoche. Y apretando mentalmente el botón de “off”. Desconexión total…

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