Septiembre

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Pies

Septiembre huele a zapatos. Septiembre es la vuelta al cole, el regreso al cubículo, el retorno a la rutina. Septiembre es la horma agarrotada de nuestro propio pie (y también de nuestra mente) cuando renunciamos a la libertad de andar descalzos.

Septiembre sabe a suela. Atrás queda la levedad no saber en qué día estamos; ahora nos movemos a contrapié de lunes a viernes. Tenemos la sensación de levantarnos siempre con el pie izquierdo (o con el pie derecho, si somos zurdos).

Septiembre es la toma de tierra. La realidad suele calzar nuestro mismo número, una vez pasada la ensoñación del verano. Pero no tenemos por qué amoldarnos a todas las horas: libres somos de reclamar ese mínimo espacio de emancipación que consiste en el simple hecho de quitarse los zapatos. Por ahí se empieza.

Dicen los podólogos que caminar descalzo es bueno, en la arena seca o en la hierba mojada, y también en el suelo de casa. Sube la vitalidad, mejora la presión arterial, nos sacudimos el estrés, nos volvemos más perceptivos. Y también más niños.

Septiembre es la promesa. El noveno mes del año, que antes era el séptimo, nos ofrece la posibilidad anticipada de una renovación, sin tener que esperar a los nubarrones de diciembre. Aprovechemos pues el sol septembrino, acaso el más plácido, para quitarnos los calcetines y prolongar esa reconfortante sensación de pisar con todos los sentidos. Incluso en los charcos.

Sobre el autor. Carlos Fresneda lleva media vida de corresponsal para el diario El Mundo en Italia, Estados Unidos y Gran Bretaña. En El Correo del Sol nos cuenta todo lo que se cuece en la trastienda de la actualidad diaria. Ha publicado un libro, La Vida Simple (Ed. Planeta).
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