Más allá de lo ecológico
Siguiendo la estela de Slow Food, Loveat! es una tienda de productos ecológicos que apuesta decididamente por los alimentos del territorio, en todas sus variedades.
Laura Buadas, la responsable de Loveat!, ha conseguido capturar todo el sabor y el alma de las Islas Baleares, con la premisa siempre del respeto máximo al agricultor y su trabajo.
Como buena mallorquina, el amor a los alimentos le viene de largo. Pero el flechazo definitivo ocurrió hace algo menos de una década, en su primera visita al festival Terra Madre de Slow Food. Fue entonces cuando Laura Buadas exclamó para sí misma y en sonoro inglés: "I love it!" ("¡Me encanta!").
De ahí a Loveat!, la singular tienda mallorquina (con extensión “online”) de productos ecológicos, locales y de comercio justo no hubo más que un paso. Laura dejó atrás su carrera como diseñadora para primero volcarse en el grupo de Slow Food en las Islas, recuperar hasta 200 variedades autóctonas, cultivar en su propia despensa salvaje de Pollença, nutrir al restaurante Bite en Palma y seguir alimentando su pasión desde su “colmado” en la calle Fábrica, 20b.
Los incomparables tomates de ramallet (que aguantan meses sin estropearse), el deslumbrante pimentón tap de cortí (el secreto de la sobrasada) o el peix sec de Formentera (que no puede faltar en la ensalada payesa) son algunas de las delicias locales que van desfilando ante nuestros ojos en su versión real o en las imágenes de Nando Esteva, que consigue el prodigio de lograr que las fotos de alimentos se puedan no sólo ver, también oler, tocar y casi saborear en la página web.
"Todo esto nace de una sensación muy fuerte", nos explica Laura, eterna deudora de Vandana Shiva, visitante asidua de la isla. "No es solo la apreciación de los alimentos por lo que son, sino también por todo lo que hay detrás, por el encuentro directo con los campesinos, por la veneración de las semillas, por el intercambio constante de sabores, sabidurías y experiencias".
“To bio or not to bio” y “Más allá de lo ecológico” son dos de los lemas de Loveat!, que ha capturado todo el sabor y el alma de las Islas Baleares. Sus años al frente del grupo de Slow Food local le permitió a Laura descubrir un mundo cercano que nunca llegó a imaginar…
Pues resulta que Mallorca es un lugar único por su agrobiodiversidad, con la que sólo puede competir en su entorno cercano Sicilia: 251 variedades locales de higueras, 160 de almendros, 70 de manzanos, 50 de ciruelos, 22 de albaricoqueros, 12 de algarrobos, ocho de olivos, siete de naranjos y no deje usted de contar (hasta 40 subvariedades de tomate de ramallet).
"Ahora nos resulta increíble volver la vista atrás y pensar que todo este patrimonio gastronómico pudo haber desaparecido", recuerda Laura. "Algunos de estos productos están ahora en el Arca del Gusto de Slow Food, otros son baluartes en proyectos vinculados a la protección del territorio y otros son ya comercializados con gran éxito, como el tap de cortí, que ha servido para poner en marcha una planta pimentonera y una segunda ya en camino".
El tam-tam de Slow Food recorre ya la isla entera, y por eso Laura decidió dar un paso más allá con su proyecto personal, Loveat... "La idea es tender puentes entre nuestros paisajes, nuestros mercados y nuestras mesas. Si no ayudamos al campesino, si no hacemos ver a los consumidores todo lo que hay detrás, si no encontramos formas de comercializar y hacer disponibles estos productos a la mayoría de la gente, al final nos quedaríamos en un movimiento elitista".
Poco a poco (parafraseando a ese grupo local de activistas impulsado por otro eco-héroe local, Guillem Ferrer), Laura Buadas ha ido dando forma a ese sueño que se está extendiendo también a la península.
La filosofía de Loveat! se resume también en inglés: beyond organics... "Queremos ir más allá de la certificación ecológica. Apostamos sobre todo por los alimentos del territorio y en todas sus variedades, con nuestro proyecto Pa&Oli. Y por supuesto por el comercio justo, cuando los productos vienen de ultramar, como el camu-camu o la guaraná".
"Nos preocupamos mucho por seguir la trazabilidad y hacerla muy visible para el consumidor", agrega Laura. "Y tenemos productos específicos para veganos, para macrobióticos o para crudívoros, intentando abarcar todo el arco. Promovemos también la venta de productos a granel para grupos, cooperativas o restaurantes".
De su última incursión en Terra Madre se vino la creadora de Loveat con una cargamento muy especial: comino de Almiff (Marruecos), salvia silvestre del Sinaí, flor de hibiscos en polvo de Tanzania, infusión de cacao maya de México, flor de nuez moscada de Indonesia, moringa de Togo y "una mermelada de té de pétalos de rosa rugosa que produce un apicultor veinteañero polaco".
Tendríamos que haber seguido con una cámara a Laura para captar su sutil interacción y su capacidad de aprecio a los campesinos, principio y fin del ciclo alimentario... "Ellos tienen la llave del cambio y necesitan nuestra complicidad. Porque al final somos los consumidores quienes podemos lograr que ese ciclo se mantenga y se retroalimente".