La falta de sueño profundo aumenta el riesgo de diabetes

16.6.2012
0 comentarios

Investigadores sobre la diabetes informan que no dormir profundamente durante apenas tres noches seguidas tiene los mismos efectos negativos sobre la capacidad del organismo de gestionar la insulina como aumentar entre veinte y treinta kilos (44 a 66 libras) de peso.

De hecho, los adultos jóvenes que no duermen lo suficientemente profundo podrían estar aumentando su riesgo de diabetes tipo 2, según un estudio publicado el 31 de diciembre en Proceedings of the National Academy of Sciences.

Según los investigadores, tres noches de sueño interrumpido le dieron efectivamente a los sujetos que estaban en la veintena los metabolismos de glucosa e insulina de quienes tenían tres veces su edad.

Los estudios anteriores han demostrado que no dormir suficientes horas afecta la capacidad del organismo para gestionar los niveles de glucosa y el apetito, lo que aumenta el riesgo de obesidad y diabetes. El estudio actual ofrece la primera evidencia que relaciona la mala calidad del sueño, específicamente la pérdida del sueño profundo o de ondas lentas, con un mayor riesgo de diabetes, según el equipo de investigación del Centro médico de la Universidad de Chicago.

"Estos hallazgos demuestran que el sueño de onda lenta tiene una función clara en mantener el control de la glucosa normal", aseguró en una declaración preparada la Dra. Esra Tasali, profesora asistente de medicina del Centro médico de la Universidad de Chicago. "Una reducción significativa en el sueño de ondas bajas tuvo un efecto adverso inmediato y significativo sobre la sensibilidad a la insulina y la tolerancia a la glucosa", aseguró Tasali.

Los investigadores sugirieron que mejorar la calidad del sueño, especialmente para quien están envejeciendo o son obesos, podría ser un paso importante en la prevención de la aparición de la diabetes tipo 2.

Los investigadores reclutaron a cinco hombres y cuatro mujeres delgados y saludables entre los veinte y los 31. Los investigadores observaron primero a los participantes durante dos noches de sueño ininterrumpido, durante el cual durmieron 8.5 horas, para establecer sus patrones normales de sueño.

Luego, observaron a los mismos participantes durante un periodo de estudio de tres noches, en el que los investigadores perturbaron intencionalmente el sueño cuando sus ondas cerebrales indicaban el comienzo del sueño de onda lenta.

Los sonidos utilizados para interrumpir los patrones de sueño eran lo suficientemente fuertes para hacer pasar a los participantes a otro nivel de sueño, pero no lo suficiente para despertarlos del todo. Según los investigadores, los participantes podían recordar haber escuchado entre tres y quince ruidos en la noche, aunque en promedio fueron interrumpidos entre 250 y 300 veces. Las interrupciones aumentaron cada noche a medida que la necesidad de sueño profundo de los participantes aumentaba.

"Esta reducción en el sueño de onda baja es parecida a los cambios en los patrones de sueño causados por cuarenta años de envejecimiento", aseguró Tasali. Los adultos jóvenes pasan entre ochenta y cien minutos por noche en sueño de onda lenta, mientras que los mayores de sesenta menos de veinte, en general. "En este experimento", dijo, "le dimos a los sujetos que estaban en la veintena un sueño como el de los que están entre los sesenta y los setenta".

Al final de cada estudio, los investigadores le administraron glucosa intravenosa a cada sujeto, luego tomaron muestras de sangre cada cierta cantidad de minutos para medir los niveles de glucosa y de insulina, la hormona que controla la captación de glucosa.

Cuando los investigadores analizaron los datos, establecieron que los pacientes eran casi 25 por ciento menos sensibles a la insulina luego de noches de sueño interrumpido. A medida que se reducía su sensibilidad a la insulina, necesitaron fabricar más de esta hormona para poder procesar la misma cantidad de glucosa. Sin embargo, todos los sujetos menos uno no lograron producir más. Debido a esto, tenían un 23 por ciento más de glucosa en la sangre, el equivalente a los niveles de un adulto de mayor edad que tuviera tolerancia deteriorada a la glucosa.

Los investigadores también hallaron que los participantes que típicamente tenían la menor cantidad de sueño de ondas lentas durante las noches en que no fueron interrumpidos experimentaron la mayor reducción en la sensibilidad a la insulina durante el estudio.

Archivado en: