El poder curativo de los antiácidos naturales

25.04.2014
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La hiperacidez es considerada como uno de los grandes males de las sociedades modernas y el modo de vida occidental.

En su libro El poder curativo de los antiácidos naturales (Robin Book), Norbert Treutwein ofrece un programa completo para aprender a equilibrar el nivel de ácidos en la dieta, con el objetivo de disfrutar de una buena salud.

¿Qué grado de acidez debe presentar realmente una persona? La respuesta es breve y sencilla: simplemente, no debe presentar acidez ninguna, con la salvedad de la capa ácida protectora que forma la piel del ser humano para defenderse de los agentes patógenos. Otra excepción es también el estómago, que posee un medio de ácido clorhídrico por unas razones muy determinadas. Por lo demás, todo el organismo de la persona funciona mejor en el ámbito neutro o alcalino.

En los seres humanos se miden diferentes grados de acidez en las distintas zonas del cuerpo, desde un pH 8 en el tracto instestinal al pH 1,2 en el estómago.

El gradiente de acidez entre la sangre, el tejido conjuntivo y las células de los órganos es todo un dispositivo, puesto que favorece el transporte que elimina los ácidos de las células a través del tejido conjuntivo hasta llegar a la sangre.

En situación alcalina, disminuye la presión sanguínea, se tranquiliza la respiración, baja el azúcar en sangre, aumenta la insulina

Nuestra sangre continúa con el transporte de los ácidos llegando hasta allí donde pueden eliminarse, por así decirlo, como residuos tóxicos: ya sea hacia los pulmones, que están en condiciones de expulsar con el aire de la respiración el ácido carbónico, o hacia los riñones, que elimina los ácidos con la orina. También pueden ser expulsados a través del intestino y de las glándulas sudoríparas.

El requisito para que funcione el transporte de los residuos de nuestro cuerpo es, naturalmente, un perfecto funcionamiento de nuestros mecanismos de desadicificación. Para la eliminación de los residuos tóxicos del propio cuerpo también es importante que la cantidad de ácidos producidos lo sea en una medida razonable. Es así porque los mecanismos que expulsan el ácido restante tienen una capacidad bastante limitada. Si se generan más de lo que pueden eliminar la sangre, los riñones, la respiración, el intestino y la piel, el cuerpo lo acumula en forma de depósitos. Son como los basureros de los que tanto se habla en el caso de los residuos nucleares y para los que, de momento, nadie ha encontrado un depósito definitivo.

Un cuerpo sobrecargado de ácido reacciona de un modo totalmente distinto a una persona en la que sus humores corporales se encuentran en el equilibrio ácido-base.

El ácido y el bienestar

El ácido hace enfermar y la enfermedad nos vuelve ácidos. Un callejón sin salida. Un estado alcalino del metabolismo, por el contrario, intensifica un estado de ánimo positivo en general y, a la inversa, un espíritu relajado que se ocupa de pensamientos positivos puede actuar en contra de la hiperacidez del cuerpo.

Si nuestro cuerpo obtiene una alimentación correcta y suficiente ejercicio físico, puede actuar con mayor facilidad contra un exceso de ácido

Explico a continuación los efectos más importantes de los ácidos y las bases sobre las funciones de nuestro cuerpo. Con hiperacidez, aumentan la presión sanguínea, la respiración, el azúcar en sangre, la temperatura corporal, las hormonas, la producción de adrenalina, tiroxina y estrógenos, lo que favorece las inflamaciones, aumenta el sueño, supone una tendencia a estar despiertos, incluso con problemas de insomnio, se es más sensible a los rayos solares, estimula el sistema simpático y hace que predomine un estado de humor depresivo y negativo. Por el contrario, en situación alcalina, disminuye la presión sanguínea, se tranquiliza la respiración, baja el azúcar en sangre, aumenta la insulina, también la secreción del timo y de la colina –un principio activo de la bilis–, hay una necesidad sana de sueño, se tiene más energía y un aumento de la resistencia, se es menos sensible a los rayos solares, se estimula el sistema parasimpático –tranquilizador– y el estado de ánimo tiende a ser alegre.

Es decir, los síntomas que se presentan en muchísimas enfermedades van a compañados en todos los casos de un exceso de acidez.

Qué nos hace estar tan ácidos

La consecuencia por tanto es inmediata: ¡hagamos algo contra el ácido que nos pone enfermos! Por desgracia, la mayoría del alimentos a los que estamos acostumbrados a comer en abundancia generan ácidos en el cuerpo. Entre otros, mediante estos ácidos, se forman compuestos químicos tales como fosfatos y sulfatos, que sustraen del cuerpo sustancias alcalinas para poder neutralizarlas.

Pero si nuestro cuerpo obtiene una alimentación correcta y suficiente ejercicio físico, puede actuar con mayor facilidad contra un exceso de ácido. Entonces se regula por sí mismo.

Comer cuatro veces más formadores de bases que de ácidos: esto equivale aproximadamente a la relación que existe en el cuerpo de manera natural entre los ácidos y las bases (o que debería existir). Lo único que se necesita saber es cuáles son los formadores de bases y cuáles los de ácido. En poco tiempo, uno se da cuenta.

Ácidos y bases en la alimentación

Se distinguen fundamentalmente cuatro grupos de alimentación en lo que respecta a su influencia en nuestro aquilibrio ácido-base.

Alimentos que proporcionan bases
Entre ellos se cuentan sobre todo:
Patatas
Hortalizas (de raíz, de hoja y silvestres)
Fruta
Leche entera y nata
Agua mineral sin gas
Condimentos tales como perejil, cebolino, mejorana, tomillo, orégano, eneldo, mostaza, comino, pimienta, pimentón.

Alimentos neutros
Mantienen el equilibrio entre ácidos y bases. Se cuentan entre ellos:
  Mantequilla
  Aceites naturales (de oliva, de cardo)
  Nueces
  Agua de grifo

Generadores de ácido
Son alimentos que no tienen en sí ácidos, pero que los producen durante su transformación en el curso del metabolismo.
  Azúcar
  Dulces que contienen azúcar (chocolate, bollos, tartas, helado, caramelos)
  Productos de harina blanca (panecillo, pan blanco, pan tostado, pasta)
  Arroz sin cascarilla
  Todos los productos de cereales pelados o pulidos, es decir, también el pan mixto
  Refrescos azucarados
  Café
  Bebidas alcohólicas

Proveedores de ácidos
Son alimentos que llevan un exceso de sustancias minerales ácidas (tales como azufre, fósforo, cloro, yodo, flúor o silicio) En parte, su consumo genera también ácidos adicionales en el curso del metabolismo. De esta manera, por ejemplo, la carne provoca una doble pérdida de bases. Entre los proveedores de ácidos más notables se cuentan:
  Carne y casquería (hígado, corazón, riñones, mollejas, sesos)
  Aves (pollo, pato, ganso, pavo)
  Caza (liebre, corzo, ciervo, jabalí)
  Huevos (sólo la yema es alcalina)
  Queso, requesón
  Caldo de carne

Los mejores proveedores de bases

Los expertos nutricionales han ordenado los alimentos a tenor del porcentaje de sales alcalinas o ácidas que quedan en las cenizas después de la combustión de cada uno dellos. De esta manera, se tiene una indicación sobre cuántas sales alcalinas o ácidas contienen. De lo que se trata es de los proveedores de ácidos o de bases. No se toma en consideración si el alimento también genera ácidos en el cuerpo. Por ese motivo, siempre es de utilidad hacer una comparación con los cuatro grupos de alimentos descritos anteriormente.

Encabezan la lista de proveedores de bases: espinacas, rebozuelos, endivias, rábanos, hinojo, boleto comestible, champiñones, lechuga, cebollinos, brécol, rabanitos, colinabo, salsifíes, col, apio, chucrut, tomates, berros, calabaza, eneldo, tupinambo, coliflor, lombarda, alcachofas, calabacines, col rizada, puerros...

La lista de mayor cociente ácido la encabezan los siguientes alimentos: pasta, pato, requesón, palomitas de maíz, cebada, copos de avena, langosta, pan mixto, nata, pan de centeno, galletas, camembert, ciervo, cordero, nueces, pan de trigo, avena, ganso, pollo, bratwurts...

Norbert Treutwein, Extracto del libro El poder curativo de los antiácidos naturales (Robinbook)

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