“La sencillez y la simplicidad, como en tantas otras áreas de la vida, son también esenciales en cosmética”
Josefina Llargués es psicopedagoga, postgraduada en nutrición y salud y experta en terapias naturales.
En su libro Naturalmente atractivos (Ediciones Obelisco), explica las ventajas de la cosmética natural y nos ofrece una larga lista de recetas para elaborar nuestra propia cosmética en casa con ingredientes básicos y, en su mayoría, comestibles.
Muchas personas conocen la importancia que tiene alimentarse bien para tener buena salud, pero no son conscientes de que lo que nos aplicamos sobre la piel también tiene consecuencias en nuestro organismo. ¿Por qué debemos prestar atención a los ingredientes que contienen los cosméticos?
Aunque existen leyes que regulan la utilización de sustancias tóxicas, mutagénicas o carcinógenas, las podemos encontrar en prácticamente todas las marcas de cosmética convencionales, tanto de gama alta como baja. En un solo producto, la presencia de este tipo de químicos puede ser relativamente baja, pero tanto la utilización diaria, como el cóctel de tóxicos derivado de emplear diferentes cosméticos cotidianamente, incrementan la entrada al organismo, a través de la piel o de la boca, en el caso de los productos de higiene bucodental, de sustancias perjudiciales para nuestra salud que, además, provocan un grave impacto ecológico.
En su composición pueden figurar sustancias con demostrado potencial cancerígeno, irritante, alergénico, disruptor endocrino, etc., que deberíamos evitar. No olvidemos que nuestra piel es un órgano vivo y permeable y que cualquier sustancia destinada a su tratamiento o hidratación, entrará en la circulación sanguínea y linfática y llegará a todas nuestras células, tejidos, órganos, sistemas y aparatos.
Hay quien cree que un cosmético simple, con pocos ingredientes, es menos eficaz que uno que contenga una larga lista de ingredientes.
En mi opinión, la sencillez y la simplicidad, como en tantas otras áreas de la vida, son también esenciales en cosmética. Sin duda, si adquirimos o preparamos un cosmético casero ecológico, que incluya una sinergia de distintos ingredientes naturales libres de tóxicos, aportará más beneficios a nuestra piel. Por ejemplo un aceite vegetal virgen de Rosa Mosqueta tiene múltiples propiedades, pero si le añadimos, además, uno o varios aceites esenciales, en función de lo que deseemos tratar, aumentaremos la potencia y eficacia de la mezcla.
Sin embargo, esta regla no es aplicable a la cosmética convencional, en la que encontramos una gran cantidad de químicos y un porcentaje ínfimo de ingredientes naturales, en aquellas marcas que los utilizan. En este caso, pues, lo que aportaremos a nuestra piel serán esencialmente tóxicos sobre los que existe un claro consenso y una amplia literatura contrastada que cito en el libro, acerca de su peligro potencial o real para la salud y, además, para el medioambiente.
¿Por qué el uso de cosméticos convencionales puede ser perjudicial para el medio ambiente?
El efecto de las sustancias tóxicas presentes en los productos de belleza e higiene diaria va mucho más allá de nuestra piel. Cuando nos lavamos los dientes, teñimos, duchamos, desmaquillamos, exfoliamos..., a menudo no nos detenemos a pensar que los restos de los cosméticos van a parar a ríos y arroyos o al mar, perjudican al planeta y repercuten en toda la cadena trófica. Los residuos de una sola persona no tendrían un impacto medioambiental significativo, pero si tenemos en cuenta que el uso de cosméticos convencionales forma parte de la rutina diaria de millones de personas en todo el mundo, deberíamos tomar conciencia de la verdadera magnitud del problema.
¿Por qué debemos evitar los productos que contienen microesferas?
Las microesferas son partículas minúsculas, entre 130.000 y 2,8 millones en un solo frasco, fabricadas con diferentes tipos de plástico como polietileno (PE), polipropileno (PP) o poliestireno (PET), utilizadas en la elaboración de exfoliantes faciales y corporales, dentífricos, detergentes... Según el informe de Greenpeace Plásticos en el Pescado y el Marisco (2016), tienen un impacto medioambiental devastador. Los filtros de las depuradoras no pueden filtrar estas micropartículas, que pasan directamente al mar y contaminan los océanos. Los animales marinos a menudo las confunden con alimento y las ingieren, incorporándolas así a la cadena alimentaria. Las microesferas son verdaderas bombas de relojería tóxica con capacidad para absorber y liberar productos químicos al agua que les rodea y, además del pescado, estudios recientes muestran ya su presencia en el agua del grifo o en la sal marina. En nuestras manos está pues, evitar el uso de productos que las contengan y evitar o minimizar la utilización de plástico.
Las microesferas son verdaderas bombas de relojería tóxica con capacidad para absorber y liberar productos químicos al agua
En tu último libro, Naturalmente atractivos, ofreces toda una serie de recetas de belleza e higiene personal. ¿Es fácil hacerse la propia cosmética en casa?
Las ciento cincuenta fórmulas que propongo en el libro son extremadamente sencillas y fáciles de elaborar. Utilizo única y exclusivamente ingredientes básicos y comestibles: hidrolatos, aceites esenciales, aceites vegetales vírgenes, arcilla, fruta, verdura, algas, vinagre de manzana, sal marina, agua de mar, karité… El libro incluye, también, sencillos consejos de la ancestral Medicina Ayurveda para la salud bucodental, masaje, etc.
Mi filosofía es utilizar sólo ingredientes 100% naturales y, a ser posible, comestibles, muchos de los cuales forman parte de una despensa saludable. Por este motivo, las recetas que propongo son las que preparo personalmente en casa tanto para mi familia como para mí y las que aconsejo también a las personas que me consultan. Son pues, esencialmente sencillas, sin complicaciones y… ¡100% naturales, ecológicas, veggies y sostenibles!
¿Cuánto tiempo se pueden conservar en buenas condiciones los cosméticos elaborados en casa?
Las preparaciones con aceites vegetales y esenciales se conservan en perfectas condiciones fuera del frigorífico y sin necesidad de conservantes, hasta 6 meses. No obstante, mi recomendación es preparar pequeñas cantidades. Para fórmulas faciales elijo frascos de 30-60 ml, ya que dada su facilidad de elaboración, cuando se termina, puedes volver a prepararla en tan solo un par de minutos. Para las preparaciones corporales, los envases que utilizo son de 100-150 ml.
En el caso de las mascarillas, al no ser de uso diario y al intervenir generalmente fruta, agua o hidrolato en su preparación, deberíamos prepararlas al momento y solo la cantidad que vayamos a utilizar, a menos que vayamos a tratar un problema dermatológico concreto en el que se aconseje una aplicación repetida a lo largo del día, como puede ser un emplasto de arcilla, por citar un ejemplo.
¿Qué dirías a las personas que no compran cosmética ecológica porque consideran que es demasiado cara?
En mi opinión es cuestión de prioridades, en general, no nos importa gastar más dinero en un móvil de última generación o en ropa de marca, pero nos cuesta asumir que un producto ecológico pueda ser algo más caro, aunque en la práctica no es así, ya que los cosméticos de gama media-alta, acostumbran a tener un coste más elevado que los ecológicos.
Lo que sí puedo garantizar, es que preparar cosmética ecológica en casa es sustancialmente más económico. Por ejemplo, un frasco de 100 ml de aceite de argán bio cuesta alrededor de 12 € y, además de hidratar y nutrir la piel, podemos utilizarlo también para aliñar en crudo una ensalada, verduras al vapor, etc., con lo cual estamos alimentando nuestra piel también desde el interior. ¿Existe algún cosmético convencional comestible?
Muchos aceites esenciales vírgenes, además de actuar a nivel físico, también lo hacen a nivel emocional
¿Cuáles son tus ingredientes preferidos o los que consideras imprescindibles a la hora de preparar tu propia cosmética?
Para mí los imprescindibles son la arcilla, los hidrolatos y los aceites vegetales vírgenes ecológicos que, además, puedo utilizar también para cocinar. El aceite de coco virgen bio, sobre el que publiqué un libro –Aceite de coco, un regalo de la naturaleza– premiado por los International Gourmand Cookbook Awards, es un todoterreno. Sin olvidar los aceites esenciales vírgenes, muchos de los cuales, además de actuar a nivel físico también lo hacen a nivel emocional, por lo que al aplicarlos sobre la piel obtenemos un doble beneficio, como por ejemplo el regenerante y relajante aceite esencial de lavanda. Pero si tuviese que elegir tan solo un ingrediente para tratar mi piel por dentro y por fuera, elegiría los aceites vegetales vírgenes bio, sin duda.
De todas las propuestas que aparecen en tu libro, ¿nos recomendarías un par que consideres especialmente interesantes? ¿Y alguna que resulte práctica para toda la familia?
Todas me parecen interesantes, en función de lo que necesitemos tratar, pero algo que utilizamos todos a diario es un dentífrico y, cuando lavamos nuestro cabello, generalmente también usamos un acondicionador. Así que os propongo dos sencillas fórmulas libres de tóxicos, saludables y respetuosas con nuestra salud y la del medioambiente para utilizar en estas dos situaciones: un dentífrico seco de arcilla blanca y sal marina y un acondicionador para el cabello con aceites esenciales. Como sugerencia para toda la familia, recomiendo el aceite de coco virgen ecológico. Hidrata tu piel y la de tus hijos, incluso tus mascotas si presentan algún tipo de dermatitis, con este maravilloso aceite vegetal. Espera 10 minutos antes de vestirte para salir y permitir así, que tu piel absorba el aceite. ¡Más simple imposible!
Las emociones, ¿afectan también a la salud de la piel?
La piel es un órgano visible y sensorial; el más grande, pesado y, sin duda, uno de los más importantes, tanto por sus funciones como por su extensión, que separa el organismo del medio externo, protege sus estructuras y permite la comunicación, mediante los millones de terminaciones nerviosas que envían el mensaje al cerebro. Nuestra piel alberga uno de los sentidos más desarrollados; el tacto, que nos permite disfrutar de las caricias, notar el calor del agua caliente, el frío de la nieve, la espina de una rosa ... y aflora nuestras emociones sin articular palabras: nos sonrojamos en situaciones incómodas, se nos pone la piel de gallina ante determinados estímulos, palidece cuando sufrimos un disgusto o somos víctimas de un susto, sudamos si estamos nerviosos, el cutis pierde luminosidad cuando nos sentimos tristes, estresados, deprimidos ... Es, pues, un órgano que además de reflejar nuestro estado de salud, tiene también tiene la capacidad de reflejar nuestras emociones. En este sentido, tal y como comentaba anteriormente, muchos de los aceites esenciales propuestos en el libro, además de tratar nuestra piel desde el exterior, alimentarán también nuestra parte emocional.
Como sugerencia para toda la familia, recomiendo el aceite de coco virgen ecológico
¿Qué pautas básicas de alimentación recomendarías para tener una piel sana?
El envejecimiento forma parte del ciclo vital de cualquier ser vivo; es, pues, un proceso natural inevitable e irreversible que se hace evidente con el paso de los años. No obstante, podemos prevenir el deterioro prematuro de nuestra piel, mantenerla sana y gozar de un aspecto “naturalmente atractivo” en función de nuestra edad, adoptando un estilo de vida saludable que evite el sedentarismo y los hábitos tóxicos, que favorezca un sueño de calidad y promueva el consumo de alimentos ecológicos, estacionales y de proximidad, con una alimentación basada principalmente en alimentos del reino vegetal: verduras y hortalizas, grasas saludables, granos integrales, legumbres, frutos secos y semillas, algas… Para quienes no sigan una dieta vegetariana, la ingesta de proteína animal debería ser en cantidad moderada y siempre procedente de pesca sostenible o de animales criados según la normativa ecológica.
En definitiva, mi recomendación sería recuperar una alimentación más consciente, basada en la comida de verdad y evitar los pseudoalimentos que saturan los lineales de supermercados y grandes superficies, que llenan el estómago, pero que carecen de interés nutricional, nos enferman y favorecen el envejecimiento prematuro.
Para acabar, explícanos cuál ha sido tu trayectoria y qué te ha llevado a interesarte por las terapias naturales.
Desde siempre me ha interesado la salud y, especialmente, la visión holística de la persona, tanto en el plano físico como en el emocional, motivo por el cual, además de mi paso por la universidad, me formé paralelamente en “terapias alternativas”, que yo me atrevería a calificar de “terapias respetuosas con nuestra salud y la del medioambiente”, dado que, bajo mi punto de vista, esta frase describe con más acierto la filosofía que debería acompañar a cualquier práctica terapéutica: Primum non nocere ("Ante todo, no hacer daño"). Y, aunque a simple vista pueda parecer que he seguido formaciones distales, la experiencia me ha demostrado que en la práctica todo está interrelacionado. Hoy se sabe que lo que comemos afecta a nuestras emociones, tema central de mi libro Slow Fast-food: alimentar el cuerpo y las emociones y que las substancias que ponemos en nuestra piel, más allá de hidratarla, pueden alimentarnos física y emocionalmente o enfermarnos.
El hilo conductor de esta evolución ha sido el resultado de atender en mi consulta a personas con trastornos digestivos que han mejorado con un simple cambio de alimentación y flores de Bach, en función de la raíz del problema; o aquellas con afecciones dermatológicas para quienes la manteca de karité, las arcillas o los aceites vegetales y esenciales han actuado como un verdadero bálsamo; o trastornos depresivos que han remitido con técnicas de relajación, ejercicio, nuevos hábitos alimentarios… Y, por supuesto, es también fruto de mi propia experiencia a nivel familiar, especialmente con mis tres hijos, a los que siempre he tratado con terapias naturales y he ayudado a crecer con una alimentación ecológica.
Para más información, podéis consultar la página web de Josefina Llargués.