La cosecha más 'increíble'
Cada otoño, Todmorden celebra el Festival de la Cosecha, en el que más de 300 voluntarios de Increíbles Comestibles invitan a todo el pueblo, y a quienes vienen de fuera, a degustar el menú preparado con las verduras, hierbas y frutas que crecen libremente en un centenar de espacios públicos y privados.
Llegas en tren a Todmorden, a media hora de Manchester, a tiempo para la cosecha más “increíble”. No hace falta que hayas plantado un pepino en tu vida; basta con que te dejes llevar por la cuesta que desciende hasta el pueblo y que sigas las sabrosas instrucciones en llamativos carteles…
Si quieres cerezas, baja hasta el canal. Si buscas tomates, acércate hasta las jardineras a la puerta del teatro. Si vienes por acelgas, sube hasta la iglesia unitaria, en la colina más alta del pueblo. Si buscas hierbas medicinales, vete hata la “apoteca” natural que crece junto al hospital. Y si prefieres calabacines, camina hasta la comisaría de la policía local, rodeada de espléndidos bancales donde también crecen alcachofas, cebollinos y todo tipo de coles…
"La gente se puede servir a discreción, incluso los turistas, nosotros mismos les animamos a que lo hagan”, reconoce el agente local Matt Devlin. “Sé que cuesta creerlo desde fuera, pero aquí es ya lo más natural. Los policías permitimos que cultiven en la comisaría y que cualquiera venga a recolectar… Siempre y cuando sea su momento, claro. Para la col de invierno aún hay que esperar”.
Entrado ya el otoño, todos los caminos en Todmorden conducen a la Calle de la Polinización, donde estos días se ha celebrado el Festival de la Cosecha. Los más de 300 voluntarios de Increíbles Comestibles invitan a todo el pueblo de 15.000 almas (y a los que vienen de fuera) a degustar el menú preparado con las verduras, hierbas y frutas que crecen libremente en un centenar de espacios públicos y privados.
Allí nos reencontramos con Pam Warhurst y Mary Clear, las fundadoras y agitadoras de este movimiento que está revolucionando la agricultura urbana. Desde nuestra última visita hace ya dos años, en el pueblo han surgido inciativas como la Granja Increíble, el Jardín Acuático Increíble o Bee Friendly, el grupo de apicultores locales. Las escuelas, los restaurantes locales y hasta el hospital se han subido al carro. Y el mensaje se propagado ya por todo el el Reino Unido, con ramificaciones en Francia, en Estados Unidos y hasta Nueva Zelanda.
“Somos el movimiento más inclusivo del mundo: si comes, estás admitido”, asegura la incansable Mary Clear, que ha puesto toda su experiencia como organizadora comunitaria en la propagación de la singular idea. “Estamos creciendo por pura polinización, de una manera orgánica. Y así queremos que siga: donde la imaginación y la generosidad nos lleve. Esto es contagioso…”.
La “chispa” de las Increíbles Comestibles –impulsado fundamentalmente por mujeres- brotó en el 2007, en la antesala de la crisis. “Tod” (como todo el mundo llama cariñosamente al pueblo) era entonces la típica pequeña ciudad industrial inglesa venida a menos. La decadencia económica y social se palpaba en cada esquina, pero las semillas del cambio no tardaron en dar sus frutos.
“Al principio nos miraban con escepticismo: los comercios pensaban que les íbamos a hacer la competencia y la gente creía que esto de cultivar todos para todos no iba a funcionar”, recuerda Estelle Brown, otra de las pioneras. “Nosotras mismas aprendimos sobre la marcha y con el tiempo nos dimos cuenta de que lo mejor era sembrar directamente y crear jardines 'accidentales'. Lo que hacemos no tiene nada de 'bélico' ni de provocador, yo más bien diría que estamos haciendo una revolución gentil desde lo local. Y lo bueno es que los 'poderes' nos ven ahora con buenos ojos”.
“El pueblo ha experimentado un cambio radical en los últimos años”, certifica la alcaldesa laborista Stephanie Booth, de paso por el Festival de la Cosecha. “Y las Increíbles y Comestibles están detrás de todo lo que vemos. Gracias a ellas ha mejorado la economía local, se ha reforzado el sentido de comunidad y hasta ha disminuido la delincuencia”.
Más información sobre grupos internacionales de Increíbles Comestibles: Global Groups
El poder de las pequeñas acciones
“Cuba y Curitiba (Brasil) fueron las dos inspiraciones más directas para Increíbles Comestibles”, recuerda Pam Warhust, cofundadora del movimiento y autora de “Incredible”. “En Cuba, y ante un situación de emergencia y de escasez, la gente pasó a la acción creando huertas por doquier, sin pedir permiso. En Curitiba descubrí el secreto del activismo: hay que hacerlo divertido, simple, rápido y barato”.
Con todas esas herramientas y unas buenas dosis de imaginación (empezando por el nombre, que se le ocurrió a la hija de cofundadora Mary Clear), Incredible Edile arrancó hace ocho años y en poco tiempo se convirtió en epicentro de la agricultura urbana en el Reino Unido. Hasta el Príncipe Carlos sintió curiosidad y descendió hasta “Tod” para saborear lo que se cocía…
“Lo ocurrido desmuestra el gran poder transformador de los alimentos, el gran catalizador del cambio”, asegura Pam Warhust. “Increíbles Comestibles es también una llamada a la acción: ya está bien de hablar, vamos a hacer algo por el planeta y a tomar las riendas del futuro. Ante retos como el cambio climático, yo confío sobre todo en el poder de las pequeñas acciones. Si logramos movilizar a las comunidades locales, nos espera realmente un futuro increíble”.
“Los cambios políticos ya llegarán, pero de momento vamos a seguir con las manos en la tierra, haciendo lo que llamamos “propaganda planting”, que es un ejercicio muy sano”, concluye Warhust. “En el fondo, lo que estamos haciendo es redefiniendo el progreso desde lo local. ¡Qué mejor manera de repartir salud, riqueza y felicidad que cultivando para ti mismo y para los demás!”.
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