"En relación con las vacunas, se vulnera el derecho a la información"

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"La industria está en la cúspide de los sistemas sanitarios y en mi trabajo demuestro que demasiadas decisiones sobre vacunas responden a su interés".

"Las empresas farmacéuticas solo informan de lo que les interesa. Sólo se registran el 2% de los efectos secundarios que causan los medicamentos".

Miguel Jara

Las vacunas siembran la discordia. Para buena parte de la clase médica son una de las grandes aportaciones de la medicina a la salud pública. Para los conspiracionistas, pueden servir para intoxicarnos o para robarnos. Para la tradición naturista, un medio a menudo equivocado de mantener la salud a cualquier precio. En medio se encuentran los ciudadanos normales y corrientes, muchos de los cuales todavía creen que están obligados a poner a sus hijos todo el "calendario vacunal". El periodista Miguel Jara, director de comunicación del bufete Almodóvar & Jara y colaborador de El Correo del Sol, ha escrito un libro muy oportuno, Vacunas, las justas (Ed. Península) que deja las cosas en su sitio. Explica cómo funciona el marketing del miedo que tantos beneficios reporta a las grandes farmacéuticas. O cómo Andrea, Luca o Álvaro murieron tras recibir una vacuna.


¿A quién va dirigido el libro?
A toda persona que quiera saber sobre vacunas desde un punto de vista crítico; cuestiono cómo se desarrollan hoy los sistemas de vacunaciones y propongo algunas medidas correctoras de sus fallos.

¿Qué medidas?
En esencias, las destinadas a hacer efectivo el derecho fundamental a la información sobre vacunas de la ciudadanía. Que la formación y actualización del profesional sanitario la haga la administración y en esa cadena no entre la industria; que los calendarios se actualicen de manera transparente, sin influencia de los fabricantes de vacunas; que antes de vacunar se preste un consentimiento informado con todo lo bueno y también con los riesgos de cada vacuna y se haga por escrito; que se hagan a los bebés pruebas de alergias para saber cómo está su sistema inmunitario y el de desintoxicación, pues hay quién reacciona ante ciertos componentes de las vacunas; que se eliminen los componentes sospechosos de producir daños; que el Estado cree un sistema de compensación de daños por vacunas como hacen otros países, entre otras medidas.

¿Cuál está siendo la respuesta de los médicos?
Hay por lo general dos tipos de respuesta: las de los/as anclados en el fundamentalismo que no soportan la mínima critica e intentan ridiculizar y desacreditar y la de quienes con honestidad reconocen que se cometen errores en el ámbito de las vacunas y están dispuestos a debatir y a promover cambios.

Por cierto, ¿los médicos tienen información suficiente e independiente sobre las vacunas?
La mayor parte de la información sobre vacunas (y resto de fármacos) les llega de la industria, aunque está creciendo el número de publicaciones independientes sobre inmunizaciones. En el libro cuento cómo las vacunas están pasando de ser un bien social por haber colaborado en la mejora de la salud pública, a objeto de mercadeo por la presión de sus fabricantes sobre toda la cadena del medicamento, desde la investigación a la farmacovigilancia.

¿Has podido encontrar la información que buscabas sobre las diferentes vacunas?
No, eso no ocurre nunca porque sólo los laboratorios tienen TODA la información sobre sus fármacos y está protegida legalmente como “secreto comercial”. Cuentan, por lo general, lo que les interesa y el resto es confidencial. De ahí que exista una admirable campaña internacional impulsada por médicos y doctoras que intenta que se publique en Internet y en abierto toda la información de los ensayos clínicos con medicamentos para que pueda analizarla cualquier investigador. Esa es otra clave del libro: el derecho fundamental a la información sobre vacunas no existe con rigor en la práctica. ¡Pero si casi nadie firma un consentimiento informado con todos los pros y los contras de cada vacuna antes de inmunizarse!

¿Ofreces consejos sobre cada vacuna, sobre si conviene ponérsela o no?
Bueno, yo no soy médico sino periodista y además he querido que el libro no sea dogmático sino que respete la libertad de elección de cada persona y familia. Las vacunas en España no son obligatorias, si elegimos con honestidad y bien informados, elijamos lo que elijamos habremos actuado con corrección. Tampoco quería hacer un libro que analice una a una todas las vacunas, como si fuera un manual de uso. Analizo muchas de las preocupaciones de padres y madres, sobre todo, y pongo, eso sí, numerosos ejemplos concretos de mi propia cosecha de investigaciones y datos.

¿Recomendarías alguna vacuna sin dudarlo? ¿Y dejarías de recomendar alguna con la misma convicción?
Recojo opiniones y datos de médicos y especialistas de diferentes corrientes respetando todas las posturas, desde las más “pro” a las “anti” (términos que, por cierto, no me gustan, pero para entendernos). Como regla general, lo que he aprendido (uno aprende mucho escribiendo sus propios libros) es que las más necesarias, efectivas y seguras son las que más tiempo llevan aplicándose y las que menos, las más nuevas o recientes.

¿Qué piensas de los padres que deciden no poner ninguna vacuna a sus hijos? ¿Están asumiendo un riesgo exagerado? ¿Están aprovechándose de los demás que sí lo hacen?
Respeto todas las posturas mientras las decisiones se tomen, como he contado, con honestidad y bien informados. Siempre asumimos riesgos, tanto si elijes vacunar como no. Las vacunas son medicamentos y como tal conllevan reacciones adversas (que suelen ser mínimas y leves pero las hay graves e incluso muertes). Si no vacunas contra alguna enfermedad también corres el riesgo de padecerla. Por eso es fundamental tener toda la información sobre los pros y los contras de cada vacuna y enfermedad prevenible con ella, para poder hacer la mejor elección en cada caso y con el libro intento poner mi grano de arena.

Antes de ponernos una vacuna, ¿debiéramos exigir al médico que nos firmara un documento asumiendo la responsabilidad en nombre de la administración si se produce un efecto secundario grave?
Lo que tenemos derecho a exigir es un documento que suele llamarse consentimiento informado y que ha de ser por escrito y que sea objetivo, veraz, actualizado, con todos los beneficios que puede conllevar vacunarse y con todos los inconvenientes a tener en cuenta.

¿Se registran todos los casos de efectos secundarios?
Los leves no por ser leves y los graves en muchas ocasiones tampoco por miedo del facultativo que ha recomendado la vacuna (también por miedo a dañar a los sistemas de vacunaciones por la mala imagen que producen en los mismos las reacciones adversas graves o mortales). En España (y en todo el mundo) existe infranotificación de daños por medicamentos, sólo se advierten entre el 2 y el 10% de los mismos.

¿El sistema inmunitario de los niños está preparado para recibir en tan corto espacio de tiempo tantas vacunas como marcan los calendarios?
Quienes están más a favor de los sistemas de vacunaciones como se desarrollan hoy dicen que de momento, que se sepa, no hay problemas, que aplicar cada vez más vacunas no conlleva riesgos pues el sistema inmune puede recibir millones de antígenos desde corta edad. Yo he buscado estudios que lo aseguren y no los he encontrado, pero ya existen bebés que sufren reacciones autoinmunes tras vacunarse.

¿Las campañas públicas de vacunación se deciden de manera objetiva u obedecen al interés de las farmacéuticas?
La industria está en la cúspide de los sistemas sanitarios y en mi trabajo demuestro que demasiadas decisiones sobre vacunas responden al interés de sus fabricantes, sí.

¿Crees que algún día podrían llegar a ser obligatorias?
En muchos países ya lo son, pero me parece un error. ¿Cómo se puede obligar a alguien sano a prevenir posibles enfermedades (además en el caso de España sin un sistema de compensación de posibles daños)?

¿Hay thimerosal (conservante con mercurio que se ha relacionado con casos de autismo) en las vacunas actuales?
Suele afirmarse que el controvertido conservante elaborado a base de mercurio ya no está presente en las vacunas pero en alguna de las vendidas en 2009-2010 durante la pandemia de gripe A –que por suerte no fue tal– sí lo llevaban, basta ver la ficha técnica del producto para comprobarlo, como hice.

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