La inteligencia “colaborativa”
Luis Tamayo habla de la unión de personas con iniciativa propia. Con la Inteligencia Colectiva, se conecta con otras mentes en cualquier parte del mundo, sin necesidad de compartir un espacio físico.
La unión hace la fuerza, y la red multiplica ese potencial hasta dimensiones nunca imaginadas hasta ahora. Atrás queda el concepto de “inteligencia colectiva”, que no es ni más ni menos que la simple suma de mentes individuales. Aquí vamos a hincarle el diente de la “inteligencia colaborativa”, definida por Wikipedia (el ejemplo más palpable de lo que estamos hablando) como “una forma de inteligencia que emerge de la acción de muchos individuos que interactúan entre sí de diversas maneras”.
“Colaborar está en nuestra naturaleza humana, y este tipo de 'inteligencia' la hemos tenido toda la vida”, advierte Luis Tamayo, analista de tendencias sociales y conector de la plataforma OuiShare en Madrid. “Lo que ocurre es que ahora tenemos las herramientas que nos permiten sacarle todo el jugo. Eso que hemos hecho hasta ahora de una manera 'natural', se multiplica gracias a la posibilidad de conectar con otras mentes en cualquier parte del mundo, sin necesidad de compartir un espacio físico”.
Luis Tamayo se dejó caer por el OuiShare Fest, el mayor encuentro de la economía colaborativa, celebrado la semana pasada en París. En ese mismo foro, hace un año, tuvimos la ocasión de participar en su día en un taller de inteligencia colaborativa, donde nos fuimos adentrando en esta nueva manera de pensar y actuar en grupo.
Lo primero y esencial es derribar las barreras, virtuales o físicas, para colaborar abiertamente con nuestros compañeros de inquietudes o de trabajo. El segundo requisito es tener bien clara la meta compartida: todos “remando” (y pensando) en la misma dirección. El tercero es la interacción constante y la retroalimentación, aprovechando el potencial de la tecnología para sacarnos mentalmente de nuestros cubículos y salir al encuentro de otros.
Luis Tamayo, que lleva tiempo trabajando en el tema y que ha buscado conexiones múltiples en espacios como el Medialab Prado, nos sugiere una definición aún más atinada de la inteligencia colaborativa: “Unión de personas con iniciativa propia, que comparten un conjunto de intereses y objetivos comunes, y aspiran a llevarlos a la práctica colectivamente”.
Estamos hablando, más o menos, de lo que siempre hemos llamado “comunidad”, pero aplicado a todos los niveles, empezando por las organizaciones… “Las empresas y las instituciones se están dando cuenta de que hay otra manera de funcionar, más creativa y más eficiente. Y esa manera nos 'empodera' como trabajadores, como ciudadanos o como parte de un grupo. Descubrimos que se pueden hacer muchas más cosas de las que pensábamos. Y eso nos hace de paso estar más motivados, ser más creativos y sentirnos más felices”.
“Innovación y apertura son otras dos palabras clave que van de la mano en la inteligencia colaborativa”, advierte Tamayo. “Y esos ingredientes se encuentran cada vez más frecuentemente fuera de las organizaciones. Hasta las grandes empresas lo están descubriendo y mandan a sus empleados a espacios de co-working, porque saben que de ahí surgen ideas con mayor facilidad que en las oficinas amuralladas”.
“Siempre hemos intentado imponer nuestras ideas y cambiar al otro”, advierte el conector madrileño de OuiShare. “Éramos tan individualistas y competitivos que no éramos conscientes de las barreras que nosotros mismos estábamos levantando a nuestro alrededor. Con la inteligencia colaborativa, lo que cuenta es la intersección de perspectivas: una manera de trabajar que antes era impensable y que nos beneficia a todos”.
“Dar valor a la sociedad y generar confianza”, otros dos requisitos según Tamayo. “En esta sociedad en red que estamos creando, no tiene sentido guardar como paño en oro lo que hagas. Hay que darlo a conocer en abierto, contribuyendo al procomún o a eso que llamamos 'creative commons'. Antes, la información era poder. Ahora no. Ahora el poder está en 'generar valor agregado' compartiendo esa información”.
Pero nada está escrito en piedra. Luis Tamayo es de los que piensan que es contraproducente buscar un “modelo definitivo”, porque lo que define la sociedad actual (Zygmunt Bauman dixit) es precisamente el estado líquido…
“Estamos en un momento muy fluido y nadie puede poder la mano en el fuego sobre lo que saldrá de esto. Pero hay que seguir experimentando, en fase 'beta', y aprendiendo sobre la marcha de nuestros propios errores. Ya tuvimos en el pasado bastantes expertos; todos somos de alguna manera 'amateurs' en la inteligencia colaborativa”.