¡Democracia directa ya!
Los movimientos sociales han dado un paso al frente y reclaman una democracia participativa real.
Los políticos le llaman “payaso” porque lleva mucho tiempo riéndose de todos (especialmente de los políticos). Hace hace seis años, Beppe Grillo no aspiraba más que a eso: ser un digno humorista. Hasta que se cruzó en su camino Roberto Casaleggio, un gurú del internet que tuvo la habilidad de amplificar su mensaje y convertirle como quien no quiere en el “anti-político” por excelencia.
Ahora que nuestros propios políticos claman por la “urgente regeneración de la democracia” (¡tendrán vergüenza!) ha llegado tal vez el momento de mirarse en el espejo cóncavo de los italianos, esos parientes cercanísimos, y emular las tácticas de ese “movimiento” que está haciendo temblar los cimientos corruptos del sistema.
El Movimiento Cinco Estrellas (¡no somos un partido!) puede dar la campanada definitiva en las elecciones generales en Italia de finales de febrero. Y aunque aún hay sombras sobre su presente y pasado –las conexiones de Casaleggio con grandes bancos y multinacionales, las verdaderas intenciones de Grillo-, nadie pone en duda que han marcado el camino hacia el futuro.
“Estamos ante el nacimiento de la democracia directa, con la eliminación de las barreras que hasta ahora existían entre los ciudadanos y las instituciones”, vaticina Casaleggio en declaraciones a The Guardian. “Los políticos, al fin y al cabo, no han sido más que intermediarios y están condenados a desaparecer en su forma actual. La red está aniquilando todas las formas de intermediación, de los bancos a los periódicos, pasando por los partidos”.
Al “¡No nos representan!” que tanto resuena por nuestras tierras habría que añadirle pues una muletilla: “¡Ni falta que hace!”… La democracia “representativa”, tal y como hoy la conocemos, es un dinosaurio del siglo XX, como lo certifica el estudio sobre el “declive terminal” de los partidos políticos de la organización Democratic Audit en el Reino Unido.
“Cuando la gente ocupa la calles como lo está haciendo en España y Grecia, tenemos claramente un problema de falta de representatividad política”, asegura Stuar Wilks-Heeg, profesor de Política Social de la Universidad de Liverpool y autor del estudio. “Los grandes partidos viven en su burbuja y están cada vez más lejos de la sociedad a la que se supone que representan. El declive de las últimas décadas es ya imparable”.
Hoy por hoy, tan sólo el 1% de los británicos está adscrito a un partido político. Las “bases” han perdido totalmente su peso, en detrimento de los “intereses especiales”. Y la participación política ha tocado fondo: tan sólo el 32% de la población participó en las últimas elecciones locales.
“Paradójicamente, la caída de la participación en casi todas las democracias europeas se produce en un momento de crisis económica y gran intensidad política”, advierte el politólogo británico. “No es que la gente haya perdido el interés, con todo lo que está en juego. Es que el sistema no ha evolucionado lo suficiente para crear los cauces que reivindica la ciudadanía”.
“Tenemos que devolver a los ciudadanos lo que les hemos quitado” (esto lo dice una dirigente del PP en medio del “sálvese quien pueda” de los últimos días). Hasta los jueces se rebelan ahora contra la “impunidad” de los políticos, mientras los grandes medios parecen despertar finalmente del letargo en el que vivían. Los reflectores apuntan otra vez a España o la “revolución permanente” (como escribe Paul Mason en la reedición de Why it´s still kicking off everywhere).
Los “indignados” vuelven a la calle y los gritos de “¡ladrones!” salpican a toda la clase política, desbordada por este “tsunami” que amenaza con sacar finalmente a flote todos los excesos cometidos antes, durante y después de la crisis.
En Italia, al menos, los tres poderos (económico, político y mediático) convergían en un mismo y apolillado rostro: Silvio Berlusconi. “Vivíamos en una especie de Matrix, y así se explica que tanta gente buscara otra perspectiva de la realidad”, volvemos con Roberto Casaleggio, a la hora de explicar el éxito de su “anti-candidato”.
Los monólogos de Beppe Grillo se convirtieron en un fenómeno “viral” en la red, con más de 250.000 seguidores dispuestos a dar el todo por el todo por el Movimiento Cinco Estrellas (M5S). De ahí se pasó a la creación de “grupos de encuentro” locales, 650 en todo el país. Y finalmente a la elaboración de “listas cívicas”, con la conquista del Ayuntamiento de Parma como primer aldabonazo contra la clase política…
“Cread participación”, es la primera regla de oro del “estratega” Casaleggio, sobre el que siguen lloviendo críticas de derecha a izquierda. “Entended bien la red y su sociología: no como algo adicional, sino como algo realmente nuevo. Mantened las reglas del movimiento bien simples. Y cread células de poder, con capacidad de auto-reproducirse y crecer”.
El futuro de la política, según Casaleggio y Grillo, pasa necesariamente por la red. Pero no como simple “complemento” para ganar una campaña y punto (de eso sabe mucho Obama), sino como herramienta de transición hacia esa realidad paralela que los políticos ya no pueden ignorar...
Para poner fin al psicodrama, Beppe Grillo tiene un mensaje muy claro para el 2013, igualmente válido en Italia que en España: “¡Señores, ya hemos tenido bastante! ¡Váyanse de una vez!”.