'Imaginaciones' nuestras
Mientras los mismos políticos, con distintos collares, se disputan las migajas del poder. Mientras los mismos economistas, con idénticas ideas, nos arrastran por el fango de la crisis. Mientras los mismos medios, con invariables titulares, reinciden en la crispación que no cesa…
Mientras todo va, en resumidas cuentas, de puta pena, resulta que hay signos de que algo empieza a cambiar. Así nos llamen idealistas, perroflautas o soñadores. “Imagine”…
No hablamos de “imaginaciones” nuestras, sino de realidades concretas. Historias que van contra la corriente dominante y que rara vez saltan a los titulares, casi siempre escondidas bajo esa letanía de tragedias y tristezas que algunos llaman actualidad.
Vivimos inmersos en una matrix informativa. Tan vapuleados acabamos por el centrifugado diario que apenas nos quedan ganas para explorar –y no digamos para construir- el otro mundo posible (“lo imposible nos llevará un poco más de tiempo”).
Pero lo cierto es que aquí, en la Realidad Paralela, están pasando cosas, muchas cosas de las que apenas dan cuenta la televisión o los periódicos, si acaso las redes sociales. Pues resulta que la gente no sólo protesta y se lanza a la calle. La gente se mueve, se organiza y empieza a urdir muchas pequeñas historias que se siguen desacreditando como minoritarias o alternativas, pero que poco a poco empiezan a formar el tejido de otro tipo de sociedad.
Paul Hawken hablaba hace algo más de una década de esa “revolución invisible y silenciosa” en Bendita Inquietud. Eran también tiempos de insurrección callejera, espoleada por la batalla de Seattle y por los patadones de los antisistema.
Pero el sistema no tardó en aplastar la revuelta e imponer la mentalidad de guerra que marcó la primera década del siglo. Y en esto llegó la crisis, y quedó por fin claro quiénes son los vencedores y quiénes los vencidos en esta economía autodestructiva que todos hemos alimentado sin saberlo.
Arreciaron de nuevo las protestas, y al cabo de año y medio las dieron por muertas. Los medios, ya se sabe, necesitan manifestantes apaleados y cristales rotos. Las otras noticias, las que no sangran ni hacen ruido, ni tienen protagonistas famosos, pertenecen en todo caso al subgénero de la “palpitante inactualidad”, que es precisamente la semilla del auténtico cambio.
También es cierto que esto de estar con un pie en la Realidad Paralela tiene sus riesgos. Uno acaba perdiendo la perspectiva de la Realidad Perpendicular (o sea, la que te atraviesa por la mitad todos los días). A poco que te descuides, recobras la ilusión y la esperanza, y todos sabemos de sobra en qué acaba todo eso. “Hope”…
Pero estamos donde estamos y no hay vuelta de hoja. Nos han enviado hasta aquí para hablar de las ciudades en transición, del consumo colaborativo, de los huertos compartidos, de increíbles y comestibles, del hazlo tú mismo, de mueve tu dinero, de las monedas sociales, de los bancos de “colaboracciones” y de otras quimeras más o menos reales… en la Realidad Paralela.
Seguiremos imaginando...
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