"Tenerife en el Támesis"
Los termómetros superan por primera vez en la historia el "techo" de los 40 grados en Reino Unido.
Según la Met Office, el cambio climático hace que las olas de calor sean hasta diez veces más probables.
"Bienvenidos a Tenerife en el Támesis"... Fueron las palabras del alcalde de Londres, Sadiq Khan, mientras los termómetros rompían por primera vez en la historia el "techo" de los 40 grados en el Reino Unido. "El cambio climático acaba de llamar a nuestras puertas", advirtió. "Lo que tenemos no es precisamente buen tiempo, sino un tiempo peligroso que puede ser una amenaza para la vida. Quizás ha llegado el momento de dejar de hacer bromas sobre el mal clima en las islas británcas".
Estábamos precisamente a orillas del Támesis, en la cumbre internacional de la calidad del aire y de soluciones climáticas, convocada por el propio Khan sin sospechar de antemano la confluencia histórica: "No es una casualidad que pase esto Las olas de calor solían pasar cada veinte o treinta años en el Reino Unido, ahora pasan cada dos o tres años. Y las temperaturas son cada vez altas, y lo seguirán siendo en el futuro si no tomamos medidas".
La famosa ola de calor de 1976 se quedó en 35,6 grados, una temperatura impensable entonces para el típico y desabrido verano en las islas. Los 40 grados parecían poco menos que una utopía lejana, con ese grado exótico que tanto le gusta destacar a los tabloides: "Más calor que en Jamaica, en las Maldivas y en Málaga"...
El listón se superó pasado el mediodía en Heathrow, un día después del cierre temporal del aeropuerto de Luton por los desperfectos casusado por el calor excesivo en la pista de aterrizaje. La Met Office confirmó que se habían alcanzado 40,2 grados,, superados poco después por los 40,3 grados en una base militar de la RAF en Lincolnshire. El récord anterior de 38,7 grados marcado en Cambrige en el 2019 se superó en 34 puntos del país.
A media tarde del martes, una oleada de incendios sacudió el este de Londres y el alcalde se vio obligado a declarar “incidente grave” en la capital, con la mitad de las brigadas de bomberos en acción. Los fuegos sucedieron por todo el sur de Inglaterra, de Essex a Cornualles, donde el Príncipe Carlos hizo una intervenció directa reclamando a los políticos británicos que “es más vital que nunca mantener el objetivo de emisiones cerro en el 2050”.
"La vulnerabilidad de Londres es aún mayor or el efecto de "isla de calor" que caracteriza a las zonas urbanas", recordó por su parte Sadiq Khan, que es presidente del grupo C40 de ciudades ante el cambio climático. Y eso por no hablar de la humedad cercana al 50% que dispara la "sensación térmica" varios grados en la capital británica.
Lo que en España puede parece una temperatura habitual en verano, en un país relativamente frío como el Reino Unido es un suceso extraordinario. La temperatura media en el mes de julio era de 18,7 grados en los años setenta. En la última década ha subido a 20 grados, por lo que el récord fijado el martes ha duplicado el registro de un día "normal" del verano londinense.
La Met Office ha recalcado que el cambio climático hace hasta que las olas de calor sean hasta diez más probables. Por primera vez en el historia del Reino Unido se ha activado estos días la alerta roja o emergencia nacional por las temperaturas extremas. Más de 320 incendios forestales se han declarado en lo que va de año, un 30% más que el año anterior, aunque la devastación no es comparable a la de España, Portugal o el sur de Francia.
El fuego declarado en una planta solar en Dorset, el derretimiento del asfalto en carretras del sur de Inglaterra y Gales y la suspensión de cientos de trayectos de ferrocarril (y varias líneas del metro londinenses) entre lunes y martes han sido algunos de los impactos más directos, así como las alertas lanzadas por centros hospitalarios como el de Portsmouth, incapaz de mantener operativos sus servicios con las remperaturas rondando los cuarenta grados.
"No estamos preparados", reconoce el acalde Sadiq Khan. "El metro de Londres fue el primero en abrir en todo el mundo, pero su profundidad y el tamaño de los túneles dificultan enormemente la ventilación y el aire acondicionado. La línea Elizabeth que acabamos de inaugurar es realmente la primera diseñada para aguantar altas termperaturas. Lo mismo podemos decir de los autobuses, aunque nuestra ambición es tener un flota totalmente eléctrica y con aire acondicionado en el 2030".
"Londres tiene su propio plan de acción climática, pero puede aprender mucho de ciudades como Barcelona o como Sevilla a la hora de prepararse para el calor extremo", recalca Khan. "Necesitamos instalar más fuentes, garantizar el servicio de agua para hidratar a la población, seguir plantando árboles, rehabilitar y adaptar viejos edificios, limitar como estamos haciendo la circulación de vehículos de combustión, con la zona de emisiones ultrabajas más grande de Europa".
El alcalde de Londres insiste en la estrecha relación entre el cambio climático y la cotaminación en las ciudades, y por eso invitó a María Neira, al frente del Departamento de Salud Pública y del Medio Ambiente de la OMS, a dar la charla inaugural del encuentro del martes histórico en la capital británica.
"La gente puede preguntarse ¿cuál es el problema de las olas de calor?", advitió María Neira. "Y el problema es que afecta a la agricultura y a la producción de alimentos, afecta por la falta de agua y afecta por la calidad del aire en las ciudades. Lo que estamos sitiendo estos días es algo real y el mayor impacto es en nuesta salud. Tenemos que convertir la acción climática en una cuestión de salud".
Pocas imágenes definen más lo que está pasando estos días que el contraste entre las hordas de británicos atiborrando las playas y los parques de Londres perdiendo su verde lustroso y exhibiendo un preocupante marrón agosteño. "Este verano puede marcar la entrada en un terreno peligroso en este país y a escala planetaria", advierte la profesora de Hidrología de la Universidad de Reading Hannah Cloke. "No entiendo cómo los políticos pueden seguir echando agua sobre la política climática con todo lo que está sucediendo".
"En unas décadas miraremos hacia atrás y los 40 grados de este verano nos parecerán reltativamente fríos", vaticina la climatóloga del Imperial College Friederike Otto, autora de "Clima furioso". "Lo que tenemos que hacer es preparar a nuestras sociedades, educar a la gente sobre cómo comportarse ante olas de calor, rediseñas nuestras sociedades y nuestro hogares para hacerlos más resilientes... y dejar de quemar combustibles fósiles lo antes posible".