Hacia el ecodiseño

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En un planeta con recursos limitados como el nuestro cualquier material es oro puro, por eso nada debe acabar en un vertedero. Todo lo que compramos debería ser reutilizado una y otra vez y finalmente reciclado cuando acaba su vida útil.

La prueba de que las cosas pueden diseñarse para que duren y sean totalmente recuperables puede buscarse en los productos con certificación C2C (Cradle to cradle), como la silla de oficina Think, la primera que consiguió ese exigente sello de sostenibilidad: el 99% de sus materiales son reciclables y todas las partes pueden desmontarse y reparse en 5 minutos con herramientas sencillas. 

Eso es ecodiseño y nada de lo que se proyecte en el futuro debería obviarlo. Muchos materiales empiezan a escasear y no hay mayor absurdo que acaben enterrados indiscriminadamente o que sean incinerados… por el bien de nuestra economía y del medio ambiente.

Rediseñando lo existente

«Cualquier producto puede ser rediseñado para entrar en una dinámica sostenible», explican Jordi Oliver-Solà, doctor en Ciencias Ambientales, y Raúl García, diseñador industrial, del estudio Inèdit, con quienes hablamos sobre ecodiseño y ecoinnovación.

Mientras se avanza hacia ese ecodiseño radical 100% reciclable como punto de partida, el equipo de Inèdit aplica la innovación para mejorar y hacer más sostenibles muchos de los productos que ya hay en el mercado. Y ayudan a las empresas a afrontar el reto hacia la economía circular. 

Un reciente ejemplo de su trabajo: uno de sus clientes fabrica tubos de aluminio comprensible, de esos que se usan para pintura o pasta de dientes. 

Se preocupa de fabricar un buen producto, sin más. Pero una multinacional de cosmética a la que surten de esos tubos pide a sus proveedores que apliquen criterios de sostenibilidad, al alza entre los consumidores de cosmética y que ya incorporan sus competidores.

«Las pequeñas empresas tienen unos recursos más limitados y debemos aprovechar sus conocimientos para encontrar soluciones», explica Jordi. «Así, encontramos que en los tubos monodosis se puede eliminar el tapón de rosca. Ahorras materiales y también ese proceso de mecanización. Por otro lado, se optimiza el gramaje el grueso del aluminio. Si esa mejora se extiende a toda la producción de la empresa, se ahorra 65 toneladas de aluminio al año. Y eso son centenares de miles de euros de ahorro al año. Es un buen ejemplo de ecodiseño: menos costes, optimización haciendo las cosas mejor, menos recursos desperdiciados…».


El equipo de Inèdit, con Jordi Oliver y Raúl García (segundo y cuarto por la izquierda).

Pero el camino hacia el ecodiseño, incluso en estos primeros peldaños, no es tarea fácil. «Los productos deben cumplir con las expectivas. No se trata solo de rebajar costes», comenta Raúl. «Deben ser viables técnicamente, poderse fabricar; deseables, que el consumidor final los quiera; y también sostenibles. Si solo son sostenibles, pero no sirven y la gente no quiere comprarlos, no funcionan. Reducir la cantidad de materiales está muy bien, pero siempre y cuando el producto haga su función. Si en un proceso de ecodiseño de una botella, por ejemplo, ahorráramos mucho cristal, pero en la fabricación se rompieran más botellas o se rompieran en el punto de venta al cogerlas, no serviría. Debe haber un equilibrio.»

¿Cómo han de ser los envases?

Les preguntamos por las tendencias en envases aplicando la ecoinnovación. ¿Se impondrán los nuevos materiales orgánicos, como los procedentes de algas o de otros vegetales? «Ese es un claro camino, pero de momento son muy novedosos y, por tanto, su coste es elevado. En el caso de los bioplásticos, hay que cultivarlos, tritutar las plantas, obtenerlos… No es barato. Así que la principal tendencia de momento es reducir al máximo el consumo de material".

"Otra muy interesante son productos que puedan alargar su vida al máximo", continúa explicando Jordi. "Es decir, crear un envase que sirva para contener, proteger, transportar y presentar el producto, pero que después pueda tener otras funciones». 

Como ejemplo de esta última tendencia, el estudio Inèdit diseñó una caja de vino de madera que después sirve como casita-nido para pájaros. «Esta idea surgió para una empresa que hacía cajas de madera para vino y necesitaba un plus para despegarse de la competencia. Sabíamos que había gente que las guardaba justo para darles ese uso, así que se pensó en incentivarlo haciendo unas modificaciones mínimas en la caja para que sirviera en ese sentido».

En su larga experiencia, cuentan con colaboraciones para empresas como Ecoembes, en proyectos de envases para comida fast food; como Ecoalf,  con la incorporación criterios ambientales en el proceso de rediseño de una chaqueta impermeable (realizada 100% a partir de redes de pesca recicladas) y desmontable para conseguir una mayor funcionalidad; o para Seat, con workshops para definir cómo será la movilidad sostenible en el año 2025 y acompañar a la empresa en su empeño de ser la automovilística más sostenible de España.

«Inèdit es un estudio que se dedica a apoyar a otras emrpesas para afrontar el reto y el cambio de la sostenibilidad. Nos sumamos a sus equipos para ayudarlos a definir las estrategias y solucionar sus problemas ambientales. También hay clientes que ven que la sostenibilidad es un tema clave y no están todavía posicionados». 

Eso sí, el ecodiseño, insisten los dos, debe ser impulsado por la Unión Europea y las diferentes administraciones porque «no puede ser que el que quiera hacer las cosas bien salga perjudicado. La Adminsitración tiene que intervenir para que la sostenibilidad sea una obligación, sin regular en exceso, pero sí lo suficiente para encaminarse hacia la economía circular. Cuesta, pero todos deberían implicarse.»

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