100 empresas con “ánimo de cambio”
La red SANNAS de empresas sostenibles en su relación con el medio ambiente y responsables socialmente inicia su andadura para convertirse en la referencia obligada del “cuarto sector”.
Del ánimo de lucro al “ánimo de cambio”. Del ciego afán por el beneficio económico a la acuciante busca del retorno social y ambiental… En eso andan un largo centenar de empresas que se dan la mano en la red SANNAS, marcando la senda del así llamado “cuarto sector”, que intenta responder afirmativamente a la inaplazable pregunta: ¿Pueden ir de la mano la rentabilidad económica y la contribución a la sociedad?
“Nos definimos como empresas con ánimo de cambio, de innovación y de impacto positivo”, sostiene el arquitecto Iñaki Alonso, cofundador de SANNAS y al frente del estudio de arquitectura SATT. “Creemos que las empresas pueden marcar el camino de la transición hacia otro modelo más sostenible. No estamos inventando nada: las empresas sociales llevan años abriéndose paso en otros países. En España hemos ido con retraso y no teníamos una asociación que defendiera nuestros intereses y con la que pudiéramos identificarnos”.
Desde su epicentro en Madrid, donde surgió hace más de tres años, SANNAS se ha propuesto extender las redes por toda nuestra geografía y se ha nutrido en los últimos meses de empresas basadas en Cataluña. Los próximos objetivos serán el País Vasco, Andalucía y la Comunidad Valenciana, con la idea de convertirse en la referencia obligada del “cuarto sector” en todo el territorio nacional.
“Superar el listón de las cien empresas ha sido algo ilusionante”, reconoce Francisco Romero, presidente de SANNAS y director de la consultora Logica ECO, especializada en espacios de cohousig y coworking “verde”. “Deberíamos ser ya el doble, pero entendemos que nuestras manera de crecer debe ser así: despacio, tras una decisión consciente por parte de la empresa que quiera unirse a la asociación. Así estamos consiguiendo una red muy sólida, basada en los vínculos y en la confianza. La colaboración fluye entre nosotros de una manera muy natural”.
El arco de SANNAS se despliega prácticamente ya por todos los sectores, desde la vivienda (SATT, Logica ECO, Tecnica Eco, Ururu, Ismana) a la moda (Ecoalf, The Circular Project, Feltai), pasando por la energía (Ecoo, Idera, Solar Ibérica), la innovación (Praxxis, Mejor, Ephimera), el turismo (NoEsUtopía, Rutas Pangea, Koan), la cultura (Teatro del Barrio, El gatoverde) o los medios de comunicación (Ecohabitar, Ballena Blanca, El Salto).
“El germen del cambio se percibe cada vez en más sectores”, advierte el cofundador Iñaki Alonso, desde la luminosa azotea junto a la plaza de San Domingo que sirve de espacio de co-working y sede de la asociación. “Tenemos pymes, cooperativas, autónomos… Nuestra meta es seguir juntando empresas con las mismas inquietudes que hasta ahora no estaban conectadas, ir sacando músculo y hacer presión política para una fiscalidad “verde” y otras medidas que faciliten la actividad del cuarto sector”.
SANNAS aspira también a convertirse, “una escuela de pensamiento empresarial” y en una “plataforma de divulgación”, con sus periódicas “Cosechas” que sirven para tender puentes con la economía convencional y arropar a otras empresas que deciden emprender el mismo camino.
“Nos interesa mucho el concepto de “transitar””, recalca Iñaki Alonso, volcado en proyectos que son ya realidad como Entrepatios (el primer cohousing “verde” de Madrid) y otros que se están gestando, como el Madrid Transita (que aspira a convertir los pabellones en desuso de la Casa de Campo en centro de innovación ambiental). “Hay empresas de nuevo cuño que nacen ya con esa idea de innovación social en su ADN”, recalca Iñaki. “Pero queremos llegar también a las empresas de toda la vida, ayudarles a evolucionar y darles herramientas para facilitar el cambio”.
La esencia de SANNAS se resume precisamente en la herramienta del Triple Balance, con la que cualquier empresa podrá efectuar una simple autoevaluación de su expediente económico, social y ecológico: “Nos sentimos deudores de la Economía del Bien Común o del movimiento B Corp, pero nos hacía falta una “matriz” más simple y accesible para medir la evolución de las empresas, y en eso estamos”.
La autoevaluación se inicia con 15 preguntas sobre los criterios productivos, la relación con los clientes y con los proveedores, la situación de los trabajadores y el impacto en el entorno y en la sociedad. Primera prueba de fuego: “¿Es tu política de precios transparente?”. Segunda: “¿Los trabajadores y colaboradores participan en la marcha de la empresa?”.
El cuestionario básico prosigue con “¿Mides y mejoras el impacto ecológico en todo el ciclo de vida?”, “¿El espacio de trabajo es sostenible, eficiente, sano y agradable?” o “¿Tu modelo de negocio pone en el centro a la sociedad y las personas?”.
“Arrancamos con 15 indicadores, pero la idea es avanzar en una segunda fase hasta los 40 y llegar incluso a los 80, de manera que cada empresa pueda comprobar sus avances en cada una de la tres “patas” del balance”, advierte Iñaki Alonso. “Lo económico, lo social y lo económico deberían ir de la mano, y eso es lo que estamos intentando medir. Mitigar el impacto ecológico es tan importante, por ejemplo, como reducir el bache salarial entre hombres y mujeres. En el fondo, se trata de impulsar desde las empresas un cambio de paradigma en la economía y en la sociedad”.
La “herramienta” para calcular el triple balance está ya lista, después de un largo período de reflexión y gestación. “Hemos logrado llegar a un método fácil de entender y de usar, muy flexible y muy práctico”, explica el presidente de SANNAS, Francisco Romero. “En los próximos meses vamos a implantarlo internamente, en nuestro centenar de empresas. Más adelantes ofreceremos la herramienta a todas las compañías que quieran valorar cómo es su triple balance en función de sus relaciones con sus proveedores y sus clientes, de sus productos y servicios, de sus trabajadores y colaboradores y de sociedad en general”.
“Tradicionalmente, los problemas sociales han sido competencia y prioridad del Estado y del Tercer Sector de las ONGs”, recalca Francisco Romero. “Todo esto ha cambiado en las dos últimas décadas con el auge de un nuevo tipo de liderazgo empresarial con una conciencia social y medioambiental. Las empresas deben dar soluciones a problemas como el empobrecimiento rural, el cambio climático, la contaminación del agua, la excusión laboral, la “gentrificación” de los territorio…
“Las empresas pueden también contribuir a cambiar la conciencia del consumidor y a apoyar la sostenibilidad ambiental”, agrega el presidente de SANNAS. “Nuestra red representa a este nuevo ecosistema empresarial que está surgiendo y aspira a dar visibilidad al cuarto sector… Va siendo hora de conciliar el buen gobierno con la nueva economía social”.
Ha nacido el CISNE
En SANNAS ha fructificado de alguna manera ese magma que se viene cociendo en Madrid en los últimos años y que ha dado impulso a otro proyecto de nuevo cuño: el Centro para la Innovación Social y la Nueva Economía (CISNE).
“Digamos que las dos iniciativas son complementarias y responden de alguna manera a la creciente demanda que existe entre los ciudadanos por otra economía que tenga en cuenta el planeta y las personas”, advierte Paloma García López, al frente de The Circular Project, el espacio en la calle Ventura Rodríguez que sirve de punto de encuentro a los diseñadores de moda sostenible.
“Las otras economías –la solidaria, la colaborativa, la del bien común- han funcionado hasta ahora como tribus, pero no ha habido realmente un esfuerzo conjunto para impulsar un modelo económico alternativo”, certifica Pablo Gómez Carrasco, profesor de Economía de la Empresa Universidad Autónoma, y miembro del núcleo “duro” del CISNE. “Creemos que ha llegado el momento de unificar propuestas y de poner en marcha proyectos muy concretos de la otra economía posible”.
El CISNE surgió de hecho como un apéndice del NESI, el Foro de la Nueva Economía y la Innovación Social de Málaga, que dejó un gran poso en Madrid. El primer proyecto, en colaboración con la asociación Valoja, obedece al nombre de “Sierra Colabora” y pretende impulsar el emprendimiento social y el desarrollo sostenible en los enclaves rurales de la sierra norte, a tiro de piedra de la capital.
“Tenemos que hacer un esfuerzo no solo por innovar, sino por embarcar en el cambio a las empresas de toda la vida que están deseando cambiar pero que no tienen quizás las herramientas necesarias”, advierte José María Duthil Carvajal, abogado especializado en la reestructuración de empresas y tercer mosquetero del CISNE. “Nuestro propósito va a ser ayudarles a hacer la transición”.