Algo se mueve en la Huerta

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En tierras valencianas se está llevando a cabo la "revolución de la lechuga".

Huertos urbanos, compartidos, de ocio, públicos y privados brotan tan llenos de energía como las verduras que se pueden cosechar.

Terreno hortícola de Bicihuertos en Meliana, a 5 km de Valencia.

Al oreo de la huerta valenciana, en esa fértil confluencia entre la ciudad y el campo, se está cociendo tal vez el futuro de la agricultura urbana. Pedaleando por la antigua Vía Churra, se llega como sin querer hasta los Bicihuertos de Meliana, donde prima el cultivo ecológico y sin emisiones. Desde Museros por el norte, a Torrente por el sur y Liria por el oeste, se extiende el radio de acción de En Mitja Fanecá, la tienda on-line de verdura y fruta de kilómetro cero.

De esa experiencia, templada desde el este por el Mediterráneo, ha brotado ahora El Tomate Tranquilo, con la idea de “compartir los productos de la huerta valenciana con otras zonas climáticas más desfavorecidas”. Desde cualquier parte de España, y en pleno invierno, se puede encargar un cesta básica cargada de acelgas, espinacas, brócolis, apios, hinojos, lechugas y escarolas, cultivados y recolectados con el principio “slow” (de ahí el nombre).

Con un pie en el presente y otro en el futuro, ha echado también raíces en la zona 2T-Huerting, con el primer huerto de ocio y autoconsumo en Rocafort, y con la idea de convertir el cultivo en algo "accesible, atractivo y funcional" para la gente del barrio. Más cerca de Valencia, los “urbanitas” de toda la vida tienen a tiro Sociópolis, con más de 300 huertos urbanos extendiéndose a la pies de las torres residenciales. Y eso por no hablar de los Huertos Compartidos ("yo te dejo el terreno y tú cultivas"), esa singular iniciativa que ha extendido ya sus redes por toda nuestra geografía.

Algo se mueve en la huerta valenciana, y uno de sus grandes agitadores es Josep Tamarit, diez años trabajando en el campo de la arquitectura del paisaje y algunos menos estrellándose contra la "nueva realidad económica". La idea de 2T-Huerting surgió precisamente como un "catálogo de soluciones antricrisis"…


Josep Tamarit, impulsor de 2T-Huerting.

"Habíamos llegado un punto en que lo superficial y lo ostentoso se había apoderado de los espacios públicos. La banalidad lo había inundado todo y lo había hecho sin responder a las necesidades reales, sin planes de futuro, sin pensar en los costes y en el mantenimiento. No podíamos seguir haciendo las cosas así, y en ese sentido la crisis ha sido una bendición."

La crisis ha despertado la vena más creativa y "revolucionaria" de este arquitecto paisajista de 35 años, natural de Albuixech. Desde su cálido terruño, donde se cultiva a cielo abierto todo el año, ha oteado eso que él mismo llama "la revolución de la lechuga" y que ha decidido impulsar con grandes dosis de idealismo práctico.

Huertos de ocio públicos y privados. Huertos comunitarios. Huertos corporativos. Huertos escolares. Huertos terapéuticos. Huertos de integración social. Camas de cultivo en las azoteas. Mesas de cultivo en los balcones. Alcorques comestibles en las calles…

El menú de 2T-Huerting, algo más que una consultoría de agricultura urbana, es tan ancho como el horizonte. Y la "visión" de Josep Tamarit ha empezado a tomar cuerpo… En Rocafort concibió hace poco menos de un año su primer proyecto de huerto de ocio concebido y adaptado a la población urbana. En Córdoba se ha involucrado en el ambicioso proyecto social de 'Te Pongo un Huerto'…

   Los terrenos de la huerta de Rocafort, antes y después de 2T-Huerting.

"Las razones económicas son muy poderosas, pero creo que lo que está ocurriendo en las ciudades es un auténtico cambio de conciencia", asegura Tamarit. "Pienso que asistimos a una auténtica revolución del verde urbano, y Valencia puede marcar el camino… La jardinería ha muerto. Lo caro y lo ornamental ya no nos sirve. Los parques en la ciudades se transformarán hacia lo agrícola o lo forestal".

"La agricultura urbana, bien interpretada, será la alternativa a la agricultura convencional y acabará siendo fundamental para garantizar la seguridad alimentaria en nuestras urbes", asegura el arquitecto paisajista valenciano. "Desde su humildad, lo agrícola puede transformar de paso la cultura urbana y cambiar radicalmente nuestra forma de vivir y relacionarnos".

Josep Tamarit concibe precisamente los "espacios huerto" como herramienta de cambio cultural: "El hecho de cultivar y tener un contacto directo con la tierra nos transforma como individuos. Y sirve también para crear comunidades y contribuir de algún modo a una sociedad mejor".

Tamarit nos lleva a tomarle la medida a lo que se cuece en la huerta valenciana con una fugaz visita a Sociópolis, la controvertida ciudad-granja, con todo lo que tiene de proyecto inacabado de agricultura popular.  Allí nos encontramos con María José Palacios (madre e hija), azadón en mano, trazando surcos en su terrenito de 100 metros cuadrados donde cultivan zanahorias, patatas, lechugas, tomates y hasta melones.


María José Palacios y su hija, cultivando sus alimentos en Sociópolis.

Las dos empezaron por curiosidad y por necesidad, por aquello de ahorrar en la cesta de la compra. Lo que empezó siendo una afición a ratos perdidos se ha convertido en toda una faena a tiempo parcial. "Nada se puede comparar al sabor de lo que cultivas con tus propias manos”, reconocen. “Aunque esto es más duro de lo que parece".

A cinco kilómetros de Valencia, apenas diez minutos pedaleando, se llega hasta los Bicihuertos de Meliana, otra iniciativa que ha servido para cambiar el piñón de la agricultura urbana. Manuel Martín, 59 años, suele llegar como tantos otros en su bicicleta (“llevátela al huerto”), aunque a veces recurre al coche para cargar con la cosecha: de los calabacines gigantes a las alcachofas, pasando por las acelgas, las espinacas, los rábanos y las fresas.


Manuel Martín, con sus "trofeos" comestibles en los Bicihuertos de Meliana.

"Con lo que me da el huerto no necesito comprar verdura durante seis meses", admite Manuel, que reconoce que el cultivo para el autoconsumo es tal vez lo más revolucionario que se puede hacer hoy en día. "Para mí ha sido como un doble reencuentro: con la lucha social y con las labores del campo".

Pedro Amigo, cofundador de los Bicihuertos, recuerda cómo el arranque superó sus mejores previsiones. Empezaron alquilando parcelas de 50 metros cuadrados, pero los terrenos se quedaron pequeños en poco más de un año. Sin salir del carril-bici de la antigua Vía Churra podemos comprobar cómo se extiende prodigiosamente el manto de la huerta, con su sucesión de alquerías, acequias, ermitas y casetas. Comprobamos también los estragos del hormigón durante la fiebre del ladrillo, y esa 'tierra de nadie' en la que han ido surgiendo chamizos y construcciones dudosas…

“Decir que iniciativas como el Bicihuerto han servido para dinamizar la huerta valencia tal vez sea mucho decir”, advierte Amigo. “Aún nos queda un largo camino. Aunque es cierto que estamos asistiendo al pistoletazo de un acercamiento hacia la huerta de un público cada vez más numeroso”.

Pese lo brillante de la idea, replicada en muchos otros puntos de nuestra geografía, Amigo reconoce que el balance “presenta varios claroscuros”. Muchos de los 85 huertanos de alquiler, sin ir más lejos, empiezan a cultivar por ocio, pero suelen dejarlo a las primeras dificultades (este invierno ha sido muy seco) o se acaban cansando al cabo de pocos meses.


Pedro Amigo, cofundador de Bicihuertos, regadera en mano.

El cofundador de Bicihuertos confía sin embargo en que acabe arraigando eso que Josep Tamarit llama “el nuevo verde urbano” y que puede acabar transformando radicalmente nuestros parques y la periferia de las ciudades. "La huerta, si la descuidas, puede tender a la precariedad y a la marginación", advierte Tamarit. "Por eso hay que pensar en los espacios-huerto como en infraestructuras socio-agronómicas, en espacios públicos plenos con un potencial tremendo".

El creador de 2T-Huerting trabaja ya mano a mano con varios ayuntamientos de la comunidad valenciana y de Andalucía para avanzar hacia esa visión de parques comestibles y avenidas agrícolas. Entre tanto, trabaja también con organizaciones sin ánimo de lucro como Cocemfe y Bona Gent, para facilitar agricultura "accesible" a los discapacitados, o con World Vision, para el desarrollo de huertos familiares en Bolivia.

Sus raíces las tiene sin embargo bien presentes: Almássera, Benimaclet, Alboraya, Burjassot, Alaquás… "La huerta valenciana se tiene que sostener. En la orla urbana tenemos este auténtico vergel comestible, y la crisis ha creado precisamente esta oportunidad para valorar y dar forma a lo que tenemos. Si la Administración no lo entiende, la Ciudad Huerto seguirá su curso, y será la propia gente quien empiece a hacerla realidad con sus normas y sus leyes".

En la Huerta nació por cierto la idea de En Mitja Fanecá, la tienda on-line de verdura y fruta ecológica de kilómetro cero en Valencia. De la misma mata ha nacido ahora El Tomate Tranquilo, que pretende llevar en cualquier época del año y cualquier parte de España los mejores productos ecológicos de la tierra.

"Hacemos algo tan moderno y novedoso como cultivar verduras con el sabor y el olor de hace cincuenta años", asegura Pere López, 43 años, ingeniero técnico agrícola y con larga experiencia como "viverista". López hace hincapié en el contraste: la rapidez de la entrega y la lentitud de todo lo que viene antes.


Pere López, de la tienda on-line En Mitja Fanecá, impulsa la venta de "tomates tranquilos".

Lo del Tomate Tranquilo, recuerda, surgió en un mano a mano con su amigo Josep Tamarit. Al fin y al cabo, se trata de poner al día el vijo dicho “Tranquilidad y buenos alimentos” con la filosofía Slow Food y con el impulso de las redes sociales.

"El nombre es nuestra declaración de intenciones", recalca Pere. "Queremos que las cosas crezcan a su ritmo, sin aceleradores externos, madurando en la planta y sin forzar los procesos. En dos palabras: productos tranquilos. Nada que ver con la verdura y la fruta que compramos en los supermercados, que se recolecta en verde, sin madurar, para que aguante los larguísimos trámites del suministro."

De Madrid a Barcelona, de A Coruña a Cádiz, los productos ecológicos de la huerta llegan al plato en 24 horas (algo más si se trata de un pueblo). Sin intermediarios y con la tierra aún reciente.

"Las condiciones de mercado han llevado a la agricultura valenciana a una situación insostenible en lo económico, en lo ambiental y en lo social", sostiene Pere. "Por un lado, es necesario apostar por nuestros productores si queremos que nuestros hijos puedan trabajar y vivir aquí. Y, por otro, hay que intentar cambiar las reglas: vender productos de calidad, en sus puntos óptimos y eliminar costes de intermediación. Y hay que pensar también en el beneficio social, más allá del puro beneficio económico."

El valor añadido del Tomate Tranquilo, según Pere López, está en el contacto directo con el pequeño agricultor, que recolecta prácticamente en el día y a la carta... "Los productos más demandados son tal vez los cítricos, por el mercado ya establecido de naranjas on-line. Pero nuestro fuerte es sin duda la verdura de hoja, que se recolecta de madrugada y puede llegar al plato en el mismo día".

Le preguntamos a Pere por quienes pertenecen a una cooperativa de consumo o a una iniciativa de agricultura sostenida por la comunidad (CSA), y también por quienes anteponen lo local a lo ecológico... "Somos conscientes de que la distancia es un factor que puede jugar en nuestra contra, pero es que tenemos un gran producto y queremos ofrecerlo a otras comunidades que no pueden cultivar en esta época del año por sus condiciones climáticas".

"Además, nuestro canal de comercialización es cortísimo, ya que nosotros los sacamos del campo, los procesamos y lo enviamos. Cualquier verdura ecológica que se pueda comprar en Madrid en invierno tiene seguramente una huella de carbono superior a la nuestra."

Más de un centenar de clientes de los lugares más dispares de nuestra geografía se han abonado ya a la tranquilidad del tomate "cherry", incluso en invierno, arropado esta temporada por la col china, la col rizada, la col lisa, la lombarda, el pak-choi o el manojo de zanahorias con hojas. ¡Que aproveche!

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