Acuerdo histórico para "proteger" el 30% del planeta

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Más de 190 países se ponen de acuerdo, entre otros puntos, asegurar un tercio de los espacios naturales del palenta y para restaurar de 30% de los ecosistemas degradados tanto en tierra como en los océanos

La COP15 de la Biodiversidad se ha cerrado con un acuerdo histórico de más de 190 países para proteger el 30% de la planeta en el 2030. Pese a las comparaciones con el Acuerdo de París del cambio climático en el 2015, la ausencia de Estados Unidos y las objeciones de países africanos como República Democrática del Congo, Camerún y Uganda enturbiaron la recta final de la cumbre celebrado durante las últimas dos semanas en Montreal.

     "Hemos dado un paso audaz para proteger la naturaleza", declaró el ministro de medio ambiente canadiente Steven Guilbeault, uno de los artífices del acuerdo que fue cuestionado por más de una centenar de asociaciones de defensa de los pueblos indígenas, ante el temor del impacto de las medidas de conservació en las comunidades locales.

    "Hace apenas seis meses no sabíamos siquiera si íbamos a ser capaces de celebrar esta conferencia, demorada durante cuatro años, y mucho si íbamos a poder llegar a un acuerdo", agregó Guilbeault "Esto ha sido posible solamente por el esfuerzo de colaboración de los países aquí presentes".

    Los delegadas de Congo, Uganda y Camerún criticaron sin embargo el acuerdo como un "fraude" y un "golpe de estado" propiciado por el presidente de la COP15 Huang Runquiu, que anunció el texto del acuerdo a las 3,30 de la madrugada hora local. La cumbre se iba a haber celebrado inicialmente en China, que compartió la presidencia con Canadá y ha tenido una papel central en el acuerdo.

     El punto primordial y más polémico del acuerdo, impulsado por más de 120 países al inicio de la cumbre (entre ellos, España), es el objetivo de la protección del 30% de los espacios naturales a finales de la década. El acuerdo va a suponer una revisión a fondo de los subsidios agrícolas y la restauración del 30% de los ecosistemas degradados tanto en tierra como en los océanos.

     Los gobiernos acordaron tambié medidas urgentes para frenar la extinción de especies y el declive de las poblaciones. El debate más intenso durante las dos semanas negaciones giró en torno al papel de los pueblos idígenas en la conservación. Se estima que el 80% de la biodiversidad se concentra en territorios con poblaciones indígenas que han contribuido precisamente a su preservación, ante el temor de que las medidas de coservación impulsadas por los países occidentales puedan afectar e incluso suponer el desplazamiento de hasta 300 millones de personas.

    Acuerdo 30x30. La meta de "proteger" casi una tercera parte de la superficie terrestre en el 2030 era la máxima ambición de la COP15. El texto recalca la necesidad de "una gestión efectiva para la conservación", con especial mención a los humedales, los bosques, las praderas y las barreras coralinas.

    Derechos de los indígenas. El texto menciona hasta en 18 ocasiones el papel de los "pueblos indígenas" en la preservación de la biodiversidad y advierte que el modelo de conservación de las comunidades locales debería ser la "norma" en esta década. El acuerdo incluye el "respeto a los pueblos indígenas y a los territorios tradicionales", frente a los abusos sufridos en países como Brasil, Colombia, Filipinas o México. Se estima que más de 1.700 activistas ambientales, vinculados en su mayoría con pueblos indígenas, han muerto en la última década defendiendo sus territorios.

    Subsidios. Se estima que los gobiernos mundiales destinan al año hasta 1,7 billones de euros en subsidios para prácticas agrícolas que contribuyen al mismo tiempo a la deforestación masiva, a la aniquilación de la vida silvestre y al agravamiento de la crisis climática. La reforma de los subsidios es de hecho la gran asignatura pendiente de los objetivos trazados en la última década.

    Transparencia. El acuerdo insta a los Gobiernos a poner en marcha medidas para exigir a la compañías multinacionales la evaluación de "los riesgos e impactos en la biodiversidad" de sus actividades, tanto en su fase de producción como en la cadena de suministro. Siguiendo la pauta marcada por la reducción de emisiones ante la crisis climática, el objetivo es la "mitigación" el impacto ambiental en sentido más amplio.

     Biopiratería. La información digital sobre secuencias de recursos genéticos (DSI) ha sido otro de los caballos de batalla de los países africanos, que esperan algún tipo de pagos y recompensas por el uso de la "información" contenida en los bosques tropicales, en las barreras coralinas y otros ecosistemas que pueden ser usadas para la fabricación de medicinas y vacunas y para la producción de alimentos.

    Especies invasivas. El acuerdo hace una llamamiento a la reducción a la mitad de las especies invasivas, un problema agravado por la actividad humana y por el cambio climático, a la espera de un informe científico sobre la escala global del prolema que se hará público el próximo año.

    Restauración de ecosistemas. El objetivo de restaurar, regenerar y "renaturalizar" en la próxima década una extensión de al menos 1.000 millones de hectáreas de zonas degradadas (equivalente al tamaño de China) ha sido otro de los avances significativos a la hora de vincular la protección de naturaleza y la acción ante el cambio climático. 

     Planeta azul. Los océanos cubren en total el 70% de la Tierra y solamente el 7% está realmente "protegido". La vida marina no ha tenido el protagonismo esperado en la Cumbre de Montreal, con problemas como la sobrepesca, el calentamiento, la acidificación o la contaminación de microplásticos relegados a segundo plano. Países como China, Rusia, Indonesia o Argentina han sido acusados de no querer comprometerse a restricciones específicas en sus costas.

     La financiación. Como en la acción ante el cambio climático, la financiación es otro de los grandes obstáculos. El presidente Lula lideró desde Brasil la "revuelta", cuando los delegados de los países en desarrollo dejaron plantados a los países ricos por su negativa a crear un nuevo fondo de financiación de la protección de la biodiversidad.

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