El alma líquida de las ensaladas
Los aliños de nuestras ensaladas deberían ser algo tan fresco y vivo como los ingredientes que acompañan y por eso merece la pena perder cinco minutos más en su elaboración y descartar las opciones comerciales que enmascaran componentes menos saludables. De hecho un buen aliño puede llegar a ser más importante que la misma ensalada por su capacidad de transformar hasta el vegetal más insípido en algo delicioso.
Aunque no cabe duda que un buen aceite de oliva virgen o extravirgen es de por sí “oro líquido” para nuestras verduras, es más divertido ir alternándolo con salsas originales que transformen nuestras ensaladas en creaciones únicas. Lo primero que debemos recordar es que, a no ser que queramos macerar alguna verdura en el aliño, no debemos mezclarle el aliño hasta justo antes de servirla, y así evitaremos para que ciertos vegetales pierdan su textura.
Otra garantía de éxito sería intentar combinar en esta salsa un ingrediente salado, uno dulce y otro ácido. Y no nos olvidemos de las hierbas frescas que bien picaditas animarán cualquier vinagreta favoreciendo de paso el buen funcionamiento de nuestra digestión.
Ahí van unas ideas:
• Una vinagreta con un aceite de cártamo o cacahuete, una cucharada de sirope de arce y unas frambuesas convertidas en puré. Añadiendo fruta hecha puré o en zumo vamos a encontrar un contrapunto perfecto para los aliños de nuestras ensaladas por su combinación de acidez y dulzor.
• Un aliño espeso ideal para ensaladas de hojas Un tomate maduro al aceite de oliva y batirlo con sal, pimienta y un diente de ajo. Este tipo de aliños va a cubrir mejor las ensaladas de hoja.
• Si queremos un aliño más contundente pero no muy pesado podemos elaborar una saludable mayonesa “alternativa” batiendo un yogurt natural de soja con un aguacate maduro, un chorrito de aceite de oliva extra-virgen, limón y sal, regulando su espesor con un poquito de agua.
• Un aliño con mucho sabor para ensaladas de pasta o con patata: una vinagreta de aceitunas, con nuestra variedad favorita verde o negra, y batirla junto con un aceite de oliva suave, una cuarta parte de zumo de limón y un poco de perejil fresco.
• Y un aliño que transforma como pocos una ensalada son los que llevan frutos secos. Primero los tostamos para potenciar su sabor: piñones en una sartén y avellanas, almendras o nueces 3-4 minutos en el horno precalentado. Después los batimos con el aceite elegido, vinagre de manzana, pimienta y para el toque dulce podemos usar una fruta seca (pasas, higos, ciruelas) que hayamos puesto antes en remojo.
¿Limón o vinagre común?
A la hora de condimentar nuestras ensaladas, y para aquellos que buscan darles un toque todavía más saludable, a muchos les asalta la duda de si utilizar vinagre o limón. A ningún aliño que se precie de serlo puede faltarse un toque ácido y pese a que ambos condimentos aportan su particular personalidad a nuestras salsas, es el limón el que gana la pugna de ingrediente saludable por sus cualidades terapéuticas y nutricionales.
El limón es el rey de los cítricos por su contenido de vitamina C y ácido cítrico, algo que va a promover la absorción del hierro “no hemo” presente en los ingredientes de origen vegetal, en especial de las hojas, que lo acompañen. Además potencia el sabor del resto de los alimentos y al no contener ácido acético, no irrita la mucosa digestiva de los estómagos más delicados, como lo hace el vinagre. Podemos incluir eso sí de vez en cuando al vinagre de manzana bio que atesora propiedades muy saludables (no como el vinagre común). Pero de eso ya os hablo otro día.
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