Rosas de otoño
El jardinero que ha ido cuidando sus rosales desde la primavera tendrá aún por estas fechas algunas rosas capaces de burlar las estaciones. Cuenta la leyenda que hace mucho tiempo, un maestro poco común revelaría a los hombres el secreto del cultivo del rosal, que consiste en podar todos los botones de los rosales comunes y los de cien hojas apenas se marchita la flor y empieza a formase el fruto. De éste modo florecen poco después con gran esplendor y dan también flores en otoño o incluso florecen ininterrumpidamente.
Aquel maestro no era otro que un burro, que en un descuido del jardinero entró en el jardín, comiendo los más tiernos brotes de algunos rosales. Y la respuesta de éstos, para perplejidad del jardinero, fueron brotes más numerosos y vigorosos y una espectacular floración. Se dice que dejan de nacer cuatro flores por cada fruto que se deja madurar en la planta.
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