En defensa del árbol
Defender el árbol es defender la Tierra, la inocencia, la cultura y la belleza y todo aquello que no tiene voz ni armas para defenderse. Defender el árbol es defendernos a nosotros mismos. Por eso, el parque Gezi de Estambul ha sido el detonante de una primavera turca.
Todo empezó con la oposición vecinal a la tala de los árboles para construir un nuevo centro comercial y esta protesta cívica no tardó en convertirse en una verdadera batalla por todo aquello que los árboles simbolizaban: la memoria, la sensatez, la vida… la propia democracia. El premio Nobel turco Orhan Pamuk se ha sumado a la protesta con este texto que publicaba en el periódico Gazete Vatan:
Para entender cómo empezó lo que está pasando en Estambul y a los valientes que ahogándose con gas pimienta se envenenan y se enfrentan a la policía empezaré por una historia personal. En mi libro de recuerdos titulado 'Estambul', escribí que hace tiempo mi familia vivía en los pisos del bloque Pamuk que se encuentra en Nişantaşı.
Enfrente de este bloque había un castaño de 50 años de edad, que, gracias a Dios, sigue estando allí. Lo cierto es que en el año 1957, para ensanchar la calle que pasaba por delante de nuestra casa, el ayuntamiento decidió talar este árbol. Los orgullosos burócratas y el gobierno autoritario no se tomaron muy en serio la oposición que mostró el barrio. De esta forma, mi tío, mi padre, y toda la familia salimos a la calle e hicimos guardia al lado del árbol durante toda la noche. Esto protegió a nuestro castaño, y se convirtió en un recuerdo que nos unió y que a la familia le encanta recordar con frecuencia.
La plaza de Taksim es el castaño de Estambul, y debe de ser protegido. Hace sesenta años que vivo en Estambul, y no puedo ni imaginarme a nadie que viva en esta ciudad y no tenga ningún recuerdo relacionado con Taksim.
Cada pueblo o ciudad tiene en su memoria un parque Gezi que los vecinos defendieron con mayor o menor ahínco y éxito. La historia se repite aquí y allá con protagonistas distintos: Julia Butterfly dos años subida en la milenaria sequoia para defenderla de las compañías madereras. El movimiento Chipko de abrazadoras de árboles para impedir su tala…
Entre las mil y una historias que nos vienen a la cabeza, en nuestro entorno cercano, la del Texu de Arangas nos resulta especialmente ilustrativa. El cura había vendido a un maderista el texu de la iglesia, el viejo árbol a cuyo alrededor se reunieran los vecinos para celebrar sus conceyus y juntas durante generaciones. El maderista (él mismo nos lo contaba), se presentó en el pueblo dispuesto a llevarse la preciada madera. Pero para su sorpresa se encontró con todo el pueblo delante del árbol. “Puedes llevarte la iglesia piedra a piedra si quieres, pero a este texu no le tocas ni una rama” le dijeron.
El trato tuvo que deshacerse y el cura hubo de devolver los cinco mil duros. Hoy el viejo árbol continúa en su lugar quizá por otros muchos siglos. Y es que defendiendo nuestro árbol defendemos lo mejor de nosotros mismos, protegemos nuestro mundo y a quienes están por venir. Nos defendemos de la amenaza de quienes, con premeditación, nocturnidad y alevosía, continuamente especulan, venden y destruyen lo que tanto tiempo lleva construir.
Hay 2 Comentarios
Me encantó el texto. Muy motivador, como un árbol puede unir a la familia y unir a un barrio para defenderlo. Saludos desde Argentina
Un arbol salvaje anda por la ciudad ! Muy buen articulo de Ignacio Abella en la Cultura del Arbol numero 86 .
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