El misterio de las majuelas rayadas
En estos días de finales de otoño, si nos fijamos al pie de los espinos albares que están en plena fructificación, veremos que hay muchos frutillos, las llamadas majuelas o manzanicas de pastor, esparcidos por el suelo. Y si nos fijamos un poco más, veremos también que muchos de ellos tienen una marca singular: dos rayitas paralelas por encima y dos por debajo de la pequeña esfera encarnada.
Es la señal inequívoca de haber sido “tanteados” y desechados por el pico de alguno de los pájaros que los consumen, del mismo modo que cuando el frutero mira hacia otro lado, algún cliente maleducado palpa la fruta para ver si está madura, dejando la marca de sus dedazos.
Este simple gesto que hace el pájaro para escoger los frutillos más maduros y sobre todo con mayor cantidad de pulpa, determinará a su vez la selección de los mejores "frutales", cuyas mejores bayas son finalmente escogidas, consumidas y diseminadas por un gran número de animales.
Por el simple hecho de alimentarse, el pájaro o el mamífero se hace portador de la semillas de los árboles que serán en el futuro su hogar y su despensa. Y en esta coevolución está el secreto de la supervivencia del bosque, que es un conjunto de hojas, raíces y troncos, de alas y patas, de orejas y ojos, que se relacionan de infinitas maneras.
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