Más de 1.700 activistas ambientales han sido asesinados en la última década

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El reciente informe de la organización Global Witness alerta sobre esta continuada escalada de asesinatos.

Al menos 1.733 activistas ambientales han sido sido asesinados en la última década, con Brasil, Colombia, Filipinas, México y Honduras encabezando la "lista negra". El reciente informe de la organización Global Witness alerta sobre cómo la defensa de los bosques, los ríos y los ecosistemas se cobra una vida cada dos días en las zonas más vulnerables del planeta.

      El recuento letal de Global Witness arrancó en el 2012, tras el asesinato del activista camboyano Chut Wutty, que investigaba la tala ilegal en espacios protegidos de su país. Tan solo en el último año se han contabilizado 200 muertes vinculadas a la protección del medio ambiente, incluidas las de "indigenista" Bruno Araújo Pereira y el periodista británico Dom Phillips, que trabaja en un libro titulado "Cómo salvar la Amazonia".

    Los dos fueron asesinados por una mafia vinculada a la pesca furtiva en el valle de Javarí, en los confines entre Brasil y Perú. Al menos cinco personas fueron detenidas tras su sospechosa "desaparición" y tras una búsqueda desesperada que se prolongó durantes varios días. Las muertes de Brino Araújo Pereira y Dom Phillips dieron este año la alerta global ante las acciones cada vez más agresivas contra los activistas ambientales y las poblaciones indígenas, que contabilizan el 39% de las víctimas.

      Latinoamérica, y más en concreto la selva amazónica, es el punto más caliente del planeta, con 342 activistas asesinados en Brasil y 322 en Colombia en la última década. En México se registraron entre tanto 154 muertos y 117 en Honduras. Filipinas encabeza la trágica lista en el sureste asiático, con 270 muertos.

     En el último año, el campo de batalla ambiental se ha extendido preocupantemente por Africa, con el asesinato de ocho guardas forestales en el parque nacional de Virunga, en el Congo, sometido a presiones sin precedentes para la extracción de gas y petróleo.

     En Kenia fue asesinada a quemarropa junto a su casa la activista Joannah Stutchbury, de 67 años, que había recibido amenazas de muerte por su campaña contra los proyectos de urbanización del bosque de Kiambu. Cuatro años antes, también junto a su casa en Nairobi, fue asesinado el conservacionista norteamericano Esmond Bradley, conocido por sus investigaciones sobre el marfil de los elefantes y los cuernos de los rinocerontes.

    La muerte del líder social y pequeño agricultor Ángel Miro Cartagena, supuestamente asesinado por grupos paramilitares, causó también conmoción en Antioquia, Colombia. La expansión de la agricultura industrial, las extracciones mineras y la deforestación están detrás de gran parte de las acciones contra los activista ambientales, hostigados habitualmente por las mafias locales.

    "Es importante recordar que estas víctimas son gente real", escribe la activista india Vandana Shiva en el prólogo al informe de Global Witness. "He estado rodeada de defensores del medio ambiente toda mi vida, y yo misma me cuento entre ellos (...) Estamos en plena emergencia climática, a las puertas de la sexta extinción masiva, y estos activistas son la gente que se interpone en el camino. Darles protección no es solo un deber moral, sino que es fundamental para el futuro de nuestra especie y del planeta".

    "El número de asesinatos de activistas sigue siendo muy alto, pero también es cierto que en la última década se han producido grandes victorias ambientales, incluso contra las granes multinacionales", advierte por su parte Ali Hines, autora del informe.

"Estamos ante un problema mundial, pero que ocurre casi exclusivamente en el sur global. La corrupción y la desigualdad son dos factores que lo alimentan, pero hay un tercero, que es la impunidad. Los jueces son frecuentemente sobornados, los casos rara vez son investigados y los culpables no comparecen ante los tribunales“.

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