Los barrios “sin plásticos” 

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Bettina Maidment

Bettina Maidment, vecina de Hackney, Londres, tiene un “problema” más o menos confesable: no soporta el plástico. Su fobia se agudizó en el momento de ser madre, y tener que explicarle a sus hijos cómo las bolsas de plástico acaban misteriosamente encaramadas a las ramas de los árboles, o apiladas a orillas del río Lea, o flotando sobre el Támesis, o estrangulando a las ballenas y a las tortugas en mar abierto.

“Nadie puede escapar hoy en día a la plaga del plástico”, asegura Maidment. “Estamos totalmente rodeados y sufriendo las consecuencias. Se habla mucho del ocaso de los combustibles fósiles, pero curiosamente pocos hacen la conexión con el plástico. Lo envolvemos todo con derivados del petróleo, estamos “comiendo” literalmente petróleo y la producción de plástico se va a seguir disparando en la próxima década si no logramos un cambio rápido y radical”.

Bettina, 38 años, decidió empezar por ella misma en el 2017, imponiéndose una severa dieta de “plastic free” y con la ambición de llegar a la utopía de “cero residuos” en su hogar. “Mi familia y mis amigos me miraban al principio con escepticismo, pero poco a poco lo fueron aceptando y empezaron incluso a seguir mis pasos”, recuerda.

“Se trata ante todo reducir residuos y buscar alternativas”, advierte Bettina. “Hay que resisitir los reclamos de plástico de los supermercados covencionales. Hay que comprar a granel, con recipientes reusables, evitando los empaquetados o asegurándonos de que están hechos con productos biodegradables o compostables… Mucha gente se consuela reciclando, cuando reciclar es tan solo un buen punto de partida, pero un lugar terrible para quedarse”.

“Con los niños es más difícil, pero al final acabas siempre encontrando la fórmula, como por ejemplo la pasta de dientes en tabletas que se disuelven en la boca, sin necesidad de usar un recipiente de plástico o de metal”, recuerda Bettina. “Aún nos queda un trecho, pero puedo decir que en dos años hemos reducido el 90% de los residuos, y eso es algo que debería estar al alcance de cualquier familia”.

Pero el cambio personal no fue suficiente. Sobre la marcha, Bettina sintió la necesidad de extender el radio de acción, primero en su vecindario y después en todo el barrio. Y así fue como nació la idea de Plastic Free Hackney, marcando la senda de los distritos “sin plástico” en Londres.

Sobre la marcha, Bettina se subió a la ola impulsada desde Penzance, en Cornualles, por la asociación Surfers Against Sewage, que se han propuesto la meta de alcanzar las 125 ciudades con calificación “plastic free” de aquí al 2020. De momento, más de 20 pueblos han logrado ya la certificicación y 270 comunidades de todo el Reino Unido (con una población de unos 20 millones de habitantes) han decidido asumir el reto.

La marabunta urbana de Londres, con sus ocho millones de habitantes, se va incorporando poco a poco, barrio a barrio. La meta del “zero waste” ha sido asumida por varios distritos, de Lambeth a Camden, pero el punto obligado de referencia es Plastic Free Hackney, donde conviven el vecindario de toda la vida y los “hípsters” llegados al reclamo del lejano este.

“Hackney es también un barrio con un increíbles espacios verdes, desde los pantanos a Vitoria Park, surcado por canales y por su propio río”, recalca Bettina. “Tenemos también una de las mayores granjas urbanas de Londres y siempre ha sido una espacio abierto al arte y a la innovación urbana”.

Una de las primeras acciones de Plastic Free Hackney fue precisamente la limpieza del canal, con la participación de 90 voluntarios que llenaron en pocas horas más de 200 bolsas con residuos, principalmente plástico. “Los niños se volcaron en la tarea y creo que todos nos quedamos abrumados con lo que fuimos capaces de encontrar”, asegura Bettina.

Lo más frecuente, las bolsas de plástico y las botellas de refrescos (los brotánicos consumen una media de 175 por cabeza al año). Y también, los pequeños paquetes de zumo y las ubicuas pajitas. Por no hablar de los pañales, los preservativos, los aplicadores de los tampones, los zapatos viejos y los balones pinchados, acumulados a orillas del río Lea. En las limpiezas vecinales de Hackney han llegado a aparecer colchones inflables, maletas con ropa, pelotas de golf y hasta dos ipads.

“No somos conscientes de la marea de residuos en la que vivimos y del destino final de todo lo que consumimos y desechamos”, advierte la fundadora de Plastic Free Hackney. “Y es difícil describir la sensación de empoderamiento de los vecinos, especialmente de los niños, cuando contribuyen a la limpieza de sus comunidades. Quienes se apuntan por primera vez repiten, aunque deberíamos ser muchos más, y no solo en Hackney, sino en todo Londres”.

La idea de la “operación limpieza” ha ido ganando tracción a nivel nacional gracias al campaña emprendida por The Daily Mail, que aspira a contar con más de medio millón de británicos en “The Great British Spring Clean”, el próximo 22 de marzo. El tabloide londinese ha marcado también un hito con la campaña “Turn the Tide” para combatir la plaga del plástico. La cadena de televisión Sky Channel ha lanzado por su cuenta la Ocean Rescue Campaign, que recorre el país con una ballena fabricada con plásticos recuperados del mar y “bendecida” a su paso por Londres por el Príncipe Carlos.

“Los medios están despertando y prestan por fin atención al problema de la contaminación por plástico”, reconoce Bettina Maidment. “Pero en el caso de los tabloides, nos dan siempre una visión incompleta. No podemos quedarnos en la “limpieza”, y no cuestionarnos cómo el plástico ha llegado hasta allí. Hay que llegar al origen, a la producción y al consumo de plástico, como parte de esa dependencia de los combustibles fósiles que tenemos que dejar atrás”.

El salto en la conciencia de los británicos se produjo en cualquier caso con la emisión, el año pasado, de la serie Planeta Azul, presentada por Sir David Attenborough y seguida por más de 14 millones de telespectadores. El último capítulo estuvo dedicado precisamente a la ubicuidad del plástico en los océanos, y el venerado Attenborough sacó de su zona de confort a los británicos con una llamada a la acción…

“Cada año acaban en el mar más de ocho millones de toneladas métricas de aquel material que un profesor mío calificó con orgullo como “indesrtructible”, y que efectivamente puede tardar ciento de años en degradarse. Los océanos se han convertido en el gran vertedero global del plástico. En nuestras manos está darle la vuelta a la marea”.

A la marea del plástico se le empieza a dar la vuelta desde la infancia, de ahí el empeño de Plastic Free Hackney de llevar sus campañas a los colegios. La concejalía local se ha implicado también en la misión posible y ha lanzado a sus vecinos el reto #ZeroWasteHackney, con la celebración anual de la semana de “cero residuos” y la intivación permanente a los ciudadanos a compartir sus resultados y hacer piña en la causa común.

Bettina Maidment está volcada sobre todo en extender el radio de acción a las empresas, restaurantes y comercios locales, para que reduzcan su “huella de plástico” y apuesten por las alternativas que ya están en el mercado. Para tener un atisbo del cambio en ciernes, Bettina nos llevar a el Bulk Market, recién abierto en Bohemian Street. “Vosotros traéis vuestros recipientes vacíos, nosotros los llenamos con amabilidad”, es el lema de la tienda productos a granel: de cereales integrales a hierbas y especies, de aceites a pasta, de cosméticos a productos de aseo y limpieza…

La popular tienda de Hakcney sigue a rajatablea la regla de las cinco “Rs” de Bea Johnson, autora de “Zero Waste Homes”: Rechazar, Reducir, Reusar, Reciclar y Compostar (ella utiliza la palabra“Rot”, “pudrir”). Sus principios han servido para incorporar a los comercios londinenses los principios de la economía circular y para crear las primeras secciones “libres de plásticos” en supermercados como Budgens.

A gran escala, la asociación WRAP ha embarcado a más de 40 empresas  -de multinacionales como Unilever, Coca Cola y Pepsi a grandes cadenas de supermercados como Waitrose y Sainsbury´s- en el así llamado “Pacto del Plástico”, con el compromiso de que el 100% del plástico utilizado en el 2025 sea reusable, reciclabe o compostable. 
 
EL PODER DE LOS PEQUEÑOS CAMBIOS

Desde su rincón urbano al este de Londres, Bettina Maidment nos recuerda en cualquier caso la importancia de las acciones personales. “Lo que hacemos en nuestras vidas nos puede paracer una gota de agua en un océano, pero soy de la que creen en el efecto multiplicador de los pequeños grandes cambios”, nos recuerda la fundadora de Plastic Free Hackney, que se despide con cinco sugerencias para aplicarnos en la vida diaria:

1.Reducir. Es la “R” más importante, la que más afecta al medio ambiente. Escapar a la tampa del hiperconsumismo. Dejar de ir “de tiendas” por mera diversión. Resistir la tentación del “click” para comprar en Amazon. Votar con el bolsillo y el ejercer el poder que tenemos como cosumidores. Pensar en el destino final de todo lo que compramos.

2.Cambiar poco a poco. No imprimir giros radicales de un día para otro. Mejor hacerlo de una manera escalonada y sin planes draconianos. Por ejemplo, marcando el objetivo de los “Viernes sin Plásticos”. Se empieza haciendo un esfuerzo un día de cada siete y se acaba extiendo de forma natural al resto de la semana. Somo criaturas de hábitos.

3.Buscar alternativas. Las empresas ya están cambiando y empiezan aflorar alternativas a los embalajes de plástico cada vez en más productos. La respuesta está muchas veces en los comercios locales, aunque no salten a la vista. Se puede preguntar por ellas. O impicarse en el cambio si participamos en una cooperativa de consumdiores. O buscarlas “online” en última instancia.

4.Conocer tus residuos. Somos lo que desechamos. La mejor manera de saber por dónde empezar es extendiendo en el suelo los residuos acumulados durante una semana, tanto los reciclables como los no reciclables. Nos sorprenderá de entrada la cantidad (403 kilos por persona al año en Inglaterra). Y seremos capaces de hacer examen de conciencia y determinar dónde empezamos a reducir.

5.Separar los residuos. Nada hay más pernicioso que el concepto de “basura”. El cubo o las bolsas de la basura deben dejar sitio los hogares a recipientes separados para los diferentes tipos de residuos. Lo más importante es separar y compostar los restos orgánicos, cuyo destino final es su aprovechamiento como nutrientes. Hay que separar el plástico, el vidrio y el papel, y hay que aprender también a distinguir lo que puede o no puede ser reciclado. En cualquier caso, no podemos consolarnos pensando que lo lanzamos a un contenedor desaparece por arte de magia. Reciclar no es más que empezar.