La guerra de Ucrania está permitiendo la "peligrosa resurgencia" de los combustibles fósiles
Las doce mayores compañías planean invertir millones de euros en pozos de gas y petróleo
Los gigantes del gas y del petróleo tienen en cartera al menos 195 megaproyectos que amenazan con liberar 73.000 millones de toneladas métricas de CO2 y disparar las emisiones en la próxima década, según una investigación de The Guardian. La guerra de Ucrania ha puesto contra las cuerdas los recientes compromisos de la COP26 y ha propiciado una nueva fiebre de los combustibles fósiles liderada no solo por Oriente Medio, Rusia, Brasil y China, sino por países como Estados Unidos, Canadá y Australia.
"Los intereses de los combustibles fósiles se están usando cínicamente la guerra en Ucrania para atraparnos en un futuro alto en carbono", denuncia el secretario general de la ONU, António Guterres. El enviado especial del clima de EEUU, John Kerry, reconoce "la peligrosa resurgencia" de la industria del gas y del petróleo, y el director ejecutivo de la Agencia Internacional de la Energía, Fatih Birol, previene contra "el caos climático" hacia el que se avanza con la actual tendencia.
El informe de The Guardian (elaborado por Damian Carrington Matthew Taylor) se refiere a los megaproyectos como auténticas "bombas de carbono" que podrían disparar la temperatura global hasta los 2,7 grados. En conjunto, las grandes compañías planean invertir del orden de 370 millones de euros diarios en nuevos proyectos, con ExxonMobil a la cabeza, seguida de Petrobras, Chevron, Conoco Phillips y Shell.
La compañía rusa Gazprom encabeza la lista de inversiones "más peligrosas", a la la que también se incorpota PetroChina. Qatar Energy tiene prevista la mayor expansión hasta llegar a los 20.000 millones de barriles diarios, seguida de nuevo por Gazprom (17.000) y por Saudi Aramco (14.000), que lidera el ranking de inversiones por día hasta el 2030 para la extracción de petróleo y gas.
Arabia Saudí es la primera en la "lista negra" de países con mayores subsidios a los combustibles fósiles, seguida de Estados Unidos, Canadá y Australia. The Guardian ha tenido acceso directo a Rystad Energy, la fuente interna de la industria basada en Noruega con información no accesible al público, y ha usado proyecciones como la de Carbon Tacker para evaluar el impacto.
En un contudente editorial, titulado "Los Gobiernos deben decir no", The Guardian racalca la responsabilidad de los políticos occidentales frente a la tendencia impulsada por los "petroestados" y simbolizada por compañías como Gazprom, vinculada al régimen de Vladimir Putin. "Muchas de las "bombas de carbono" están bajo la jurisdción de Gobiernos occidentales que en teoría han firmado un acuerdo para resolver el problema del clima", recalca el diario británico.
"Entiendo que algunos países pueden mirar a nuevas prospecciones para reemplazar el petróleo y el gas de Rusia", reconoce Faith Birol, director ejecutivo de la IEA. "Pero hay que recordar que la producción puede tardar años y que esos proyectos no son la solución a las urgentes necesidades de energía y que nos pueden "encerrar" en el uso de combustibles fósiles".
"El mundo está embarcado en una carrera contrarreloj", advierte por su parte António Guterres, que ha exacerbado sus diatribas contra la industria desde el reciente informe del IPCC que apremia a tocar el "techo" de emisiones en el 2025 para reducirlas a la mitad a finales de la década.
"Ha llegado el momento de acabar con los subsidios y poner fin a la exploración de gas y petróleo", concluye el secretario general de la ONU. "Los países pueden llegar a estar tan absorbidos por la necesidad de garantizar el sumistro que renuncien a poner un techo para su consumo. Es una locura. La adicción a los combustibles fósiles es la destrucción mutua asegurada".
"Cuanto más dure la guerra de Ucrania, mayores serán la consecuencias para el clima", ha reconocido por su parte John Kerry. "Si se prolonga durante un largo período de tiempo, obviamente hará que sea muy complicado mantenernos bajo la línea de 1,5 grados. Varios científicos opinan que estamos ya muy cerca de ese límite".
"Todo dependerá de los que suceda con esta guerra y lo que llegue a durar", vaticinó el enviado del clima norteamericano. "Si milagrosamente encontramos una manera de resolverlo en los próximos seis meses, entonces tal vez seamos aún capaces de acelerar todo y recuperar el tiempo perdido".
Kerry admitió que los objetivos de la COP26 pueden enfrentarse a "grandes obstáculos" si subsistes la actuales "circunstancias geopolíticas". El ex candidato presidencial demócrata reconoció que la guerra se ha convertido en "una barreta inesperada" y que ha permitodpo de paso "la desafortunada y peligrosa resurgencia de "seguir como de constumbre" y evitar la aceleración que necesitamos para seguir adelante con este proceso (la descarbonización de la economía)".
Los casi 200 países que firmaron el Pacto Climático de Glasgow con el que concluyó la COP26 se comprometieron a seguir trabajando para mantener vivo el límite de 1,5 grados en el aumento global de las temperaturas, con el compromiso de actualizar sus planes para la reducción de emisiones en el 2022. El acuerdo incluía la "reducción progresiva" en el uso del carbón (la palabra "eliminación" fue cambiada por las objeciones de India y China). Tan solo un pequeño grupo de siete países, liderados por Dinamarca y Costa Rica, se atrevieron a un impulsar la así llamada Beyond Oil and Gas Alliance (Alianza Más Allá del Gas y del Petróleo).