Jardines comestibles

05.12.2012
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Los vergeles mediterráneos son jardines con árboles frutales, hortalizas y flores.

El paraíso existe, pero está en este mundo y hay maneras de llegar a él. En todo el planeta están clasificadas unas 270.000 especies de plantas y más de 20.000 tienen propiedades comestibles. Pues, bien, solo 20 de esas especies suministran aproximadamente el 85% de la alimentacion humana. Y, por desgracias, en cien años los seres humanos podemos haber extinguido gran parte de la biodiversidad del planeta. Invito al lector a un viaje al paraíso.

Los bosques y selvas naturales crean suelo fértil, mantienen una gran biodiversidad y son resilientes a fluctuaciones climáticas. ¡Aprendamos de ellos!

Imaginemos un jardín de unos 200 m2. Desde fuera veremos un dosel de frutales variados que entrelazan sus ramas: ciruelos, perales, acerolos, albericoqueros, manzanos, guindos... Algún árbol del amor ilumina de rosa el cielo y de nitrógeno el suelo. Acebuches silvestres y lentiscos forman parte de la vegetación nativa del lugar. En este dosel, dos o tres nogales y serbales sobresalen emergentes, dejando caer sus frutos en su sotobosque de mentas, melisas, angélicas, ruibarbo. Vincas nativas se enredan entre fresas y violetas, las flores de hemerocallis e hibiscus juegan con insectos que se han refrescado en un estanque próximo. Recorriendo las alturas del jardín, como la serpiente en el paraíso, una vid muestra los frutos de Dionisos.

Esta es una vision de un paisaje ajardinado, que, igual que un paisaje en cuadro, nos permite ser artistas: en vez de brocha, pico y azada; en vez de colores sintéticos, lienzos de plantas, flores y frutos.

Aunque la jardinería forestal parezca una propuesta innovadora, no lo es, nos ha acompañado desde nuestros orígenes ancestrales y la historia nos ofrece muy buenos ejemplos.

El legado maya

2012 es un año cargado de simbolismo relacionado con la ancestral cultura maya. Más allá de su misterios, se encuentran unas analogías con nuestra cultura actual que llevan a la reflexion.

La civilización maya, muy rica en muchos aspectos, también lo fue en técnicas agroecológicas, pero debido a la combinación de cambios climáticos adversos, de una sobreexplotación de recursos y un exceso de población, entre otros factores, la civilizacion maya se colapsó. Estos tiempos de crisis sistémica guardan un cierto paralelismo con esas otras crisis del pasado. Esperemos que el colapso no sea el escenario futuro. Podemos y deberíamos aprender del pasado.

Aparte de precisos calendarios con enigmáticos contenidos, uno de sus mayores legados ha sido una técnica agroforestal exquisita y sofisticada: jardines forestales, huertos caseros, huertos frutales... Fueron artífices de un paisajismo comestible, funcional y estético que se ha desarrollado en numerosas culturas tropicales y subtropicales.

Los mayas fueron, y aún son, maestros consumados en la gestion de selvas humanizadas; es decir, la selección del hombre ha permitido crear verdaderas selvas comestibles, árboles altos sobresalen del dosel de frutales que, a su vez, dan sombra a un estrato herbáceo de plantas hortícolas. Tenemos un buen modelo a seguir: los bosques y selvas naturales ofrecen unos sistemas biológicos de alto rendimiento, crean suelo fértil, mantienen una gran biodiversidad, son resilientes a fluctuaciones climáticas. Aprendamos de ellos.

Numerosos pueblos han desarrollado sistemas similares a lo largo del mundo: huertos en Kerala (India), en las montañas de África Central, en Sri Lanka, en Java... En el entorno mediterréneo, se le llama agricultura promiscua y vergeles... Todos ellos, y más, se les conoce como SIPAM, Sistemas Ingeniosos del Patrimonio Agrícola Mundial, un legado del paraíso como modelo para crear un futuro sostenible.[pagebreak]

Economía solar

En este planeta existen unas leyes, que son las de la Naturaleza. Los sistemas agropecuarios industriales tal y como se desarrollan hoy en día están condenados al fracaso. Si queremos dejar un futuro a nuestros hijos, hemos de crear soluciones a los problemas que hemos generado, a los errores cometidos en la ingente obra humana.

La naturaleza nos da unos bellos modelos –como son bosques, selvas y florestas– a imitar en nuestros entornos ajardinados

El Sol es el gran dinamizador de la "ecomachine" nave Tierra, activa la fotosíntesis que ha nutrido casi la totalidad de la diversidad biológica del planeta y la economía agroforestal está basada en esta fuente permanente de energía. Diseñando estructuras de policultivos estratificados y estratégicamente ubicados, podemos conseguir sistemas de producción de alimento muy eficientes.

¿Cómo hacer un vergel forestal? El bosque como modelo

Los vergeles mediterráneos (del latín "viridarium", "extensión verde" o "de verde") son unos jardines maravillosos que combinan árboles frutales, hortalizas, flores... plantas medicinales, ornamentales, condimentarias... y especies de valor en conservación de diversidad silvestre y/o cultivada. La palabra "forestal" hace referencia al modelo a seguir: el bosque y otros hábitats silvestres.

El mediterráneo es una cultura aglutinante donde a nivel agrícola se han incorporado continuamente nuevos cultivos, que han ido enriqueciendo la ya de por sí rica diversidad vegetal autóctona. El entorno del mar Mediterráneo son paisajes de nutritivos piñones, nueces, avellanas, aromáticos laureles, arrayanes, lavandas, romeros... coloridos madroños, guindos, serbales... que ponen en el monte recursos de salud, alimento y belleza.

La naturaleza nos da unos bellos modelos –como son bosques, selvas y florestas– a imitar en nuestros entornos ajardinados, cientos de plantas, arbustos, trepadoras, árboles... todos con numerosas “utilidades” (¿hay alguna planta que no sea útil?). Estas especies las podemos usar para "cocrear" –junto a especies de uso agrícola como frutales, hortalizas (mejor plurianules o que se autosiembren) y flores– con la naturaleza "huertos tridimensionales" que imiten a los bosques naturales.

Estos huertos 3D se pueden diseñar de muchas maneras: por ejemplo, a partir de un huerto convencional, poner árboles frutales jóvenes para que, cuando sean adultos, tengan diferentes tamaños y estén intercalados con las verduras aromáticas y hierbas típicas del huerto (tomates, coles, zanahorias, melones, hierba limón, melisa, salvias....). Cuando los árboles son pequeños, no hay competencia ni por la luz ni por los nutrientes. En ese periodo, somos hortelanos. Cuando los árboles van creciendo y dando sus frutos, las hortalizas convencionales que requieren más luz van dejando paso a hierbas plurianuales más tolerantes a la sombra, dejando espacios de luz entre la arboleda para plantar vegetales que requieran mas sol. En esta fase seremos fruticultores y, si hemos puesto árboles grandes como nogales, pecaneros o ginkgos, dejaremos a nuestros herederos un bonito bosque.

Existen numerosas formas de realizar vergeles forestales. Hemos de adaptar nuestros conocimientos a las condiciones de cada lugar y crear jardines que imiten a los sistemas naturales y sus procesos evolutivos.

Aunque un hermoso vergel forestal añade un valor sustancial a una finca, el verdadero valor se encuentra en la forma en que enriquecen nuestras vidas, y eso no tiene precio. ¿Acaso se puede poner precio a algo que va a nutrirnos y educarnos a nosotros y a nuestros hijos en cuerpo y alma, para toda la vida? ¿Qué valor podemos darle a hacer crecer parte de nuestra propia comida orgánica saludable o nuestros propios condimentos y medicinas?

Según Masanobu Fukuoka, 'el objetivo final de la agricultura natural no es solo el crecimiento de los cultivos, es el cultivo y el perfeccionamiento de los seres humanos'

Hay una conexión profunda que toca una parte que hemos olvidado. Cultivar nuestros propios alimentos despierta un impulso innato enterrado profundamente dentro de cada uno de nosotros, una conexión con el mundo natural que nuestros estilos de vida modernos carecen, una razón para vivir tan profunda que ni siquiera nos habíamos dado cuenta de que había desaparecido.

Para Robert Hart, un gran pionero en la divulgación de la jardinería forestal en Europa, esta es una oportunidad para manifestar la fuerza del amor en la tierra. A través del modelo de la simbiosis –una de las relaciones ecológicas más comunes entre los seres vivos que diverge del concepto de depredación–, podemos crear modelos agrícolas inspirándonos en dichas relaciones simbióticas en la naturaleza.

Para Masanobu Fukuoka, padre de la agricultura natural: "El objetivo final de la agricultura natural no es solo el crecimiento de los cultivos, es el cultivo y el perfeccionamiento de los seres humanos." 

Que sus palabras se hagan realidad y las ciudades y pueblos rebosen de fertilidad, abundancia y amor.

Julio C. Gázquez, autor de este arículo, es jardinero forestal y permacultor.
Más información del autor de este artículo en viridetum.org