Elegir un saco de dormir

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Hay que considerar los materiales y la capacidad de aislar del frío.

SXC

Un mal saco de dormir puede convertir la salida más bonita en una auténtica tortura. El sueño y el descanso forman parte de los placeres de una acampada, así que conviene asesorarse bien antes de adquirir un nuevo saco.

Cada vez somos más conscientes de los beneficios del contacto estrecho con la naturaleza. Cuanto más nos alejamos de ella debido a la vida urbana y a las conexiones informáticas, más necesaria resulta una dosis de vez en cuando de realidad verde. Alcanzar con la mochila un rincón donde no hay cobertura se ha convertido en una experiencia valiosa. Pero no hace falta llegar como un robinsón. Es importante contar con un equipamiento de calidad.

El saco ideal no debe pesar demasiado y, por supuesto, ha de aislar del frío nocturno o, mejor dicho, debe conservar el calor que despide el cuerpo humano. Algunos sacos lo consiguen de manera óptima. La relación entre el peso y la capacidad de aislamiento es inversa: cuanto más ligero sea el saco, mejor, pues el aislante más eficaz es el aire.

Guiarse por los precios y las estaciones

Los análisis realizados por asociaciones de consumidores muestran que el precio es un indicador bastante fiable. Los más baratos (en torno a 20 euros) no sirven para noches frescas y pesan demasiado. Un buen saco cuesta entre cinco y veinte veces más. Los sacos de fibra sintética y altas prestaciones pueden costar hasta 200 euros. Los sacos de plumones de la mejor calidad pueden llegara a los 400 euros. A la hora de elegir, hay que tener en cuenta el destino y la estación del año, pues puede ser necesario o no que el saco sea impermeable y una mayor o menor capacidad aislante.

Existen sacos de tres estaciones, diseñados para temperaturas de 0 ºC a -10 ºC que se adaptan a la mayoría de usos. Los adaptados a condiciones más extremas solo son recomendables para los excursionistas que deseen dormir en invierno al raso.

Actualmente existe una normativa europea (EN 13537) que establece unos métodos y valores objetivos para determinar las prestaciones del saco. Hace unos años se hacía de manera subjetiva: unos trabajadores dormían dentro del saco en una cámara frigorífica y luego daban su opinión.

¿Fibra sintética o plumón?

Los sacos de plumones son los más apreciados por los montañeros. Son los más livianos y cálidos, pues las plumas impiden la circulación del aire. Cada saco contiene un millón de plumas e incluso así es ligero, ya que cada una pesa entre 0,001 y 0,002 g. Su único riesgo es que las plumas se apelmacen por la humedad, pero esto solo ocurre si se está expuesto a la lluvia o a una alta humedad ambiental.

Por la mitad de precio se puede conseguir un buen saco de fibra sintética, insensible a la humedad, que suele durar el doble o el triple. Además, es la alternativa para los veganos, que no desean productos con materias primas de origen animal. La fibra sintética aísla menos que el plumón y crea un clima menos agradable, pero es suficiente para los usos más frecuentes.

Los aspectos éticos y ecológicos

Existe una normativa europea que prohíbe las prácticas crueles para obtener las plumas con que se confeccionan los sacos. Sin embargo, solo una pequeña parte se produce de manera controlada en la Unión. Por tanto, si el fabricante no ofrece información y garantías sobre el origen de las plumas, es recomendable elegir un saco con relleno sintético.

En el mercado existen sacos confeccionados con rellenos sintéticos reciclados.  La revista británica Ethical Consumer destaca en este sentido los sacos de las firmas Vaude y Mountain Equipment, que también superan a otras marcas en requisitos ambientales y sociales. Otros fabricantes que recurren al relleno reciclado y ofrecen calidad óptima son Marmot y The North Face.