David Attenborough: “Solo tenemos un planeta, más nos vale cuidarlo”

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Diez años después de la innovadora serie "Planeta Tierra", se estrena la secuela de la BBC, aún más espectacular si cabe.

Nos habla de ella el reputado naturalista Sir David Attenborough, que narra y presenta esta segunda parte.

El leopardo de las nieves, del que solo quedan unos 3.500 en estado salvaje. © David Willis / BBC

Tiene la misma edad que la Reina Isabel (90 años) y despierta entre los británicos la misma reverencia. Unos le llaman el “nuevo Darwin”, otros se refieren a él como “nuestro tesoro nacional”. Su renombre es tal que ha prestado su apellido a un pariente prehistórico del león que vivió hace 18 millones de años y cuyo fósil fue encontrado recientemente en Australia: el Microleo Attenboroughi.

Hablamos con David Attenborough, la voz de la naturaleza. Oírle entonar una frase es como viajar mágicamente a las Islas Galápagos, a las cumbres del Himalaya, a la jungla de Madagascar o al desierto de Sonora: algunos de los escenarios de “Planeta Tierra II”, el documental de la BBC que llega semanalmente a nuestras pantallas (Moviestar +) tras batir récords de audiencia en el Reino Unido.

El mérito no es suyo, advierte. Al fin y cabo, su función se ha limitado esta vez a ejercer de padrino y poner el acento “celestial” a las imágenes más fascinantes jamás filmadas del mundo natural…

 
Foto: Sarah Dunn / BBC 
 

¿Cómo empezó su pasión por la naturaleza?
Coleccionando fósiles. Llegué a tener mi propio museo de niño. Me encantaba imaginar cómo habría sido la vida en nuestro planeta hace millones de años… Hace unos meses rodamos “El Gran Dinosaurio”, siguiendo los pasos del titanosaurio encontrado en Argentina, que fue posiblemente el animal más grande sobre la faz de la Tierra. Esa pasión me persigue hasta ahora: acabamos del volver del sur de Inglaterra, donde acaba de aparecer el fósil de ictiosaurio, un gran reptil marino con aspecto de delfín, que vivió hace 160 millones de años. ¿No es fascinante?

¿Cuál es el secreto para mantener esa curiosidad de niño a los noventa?
Imagino que es el afán por explorar. La naturaleza es como un baúl de las sorpresas. Cuando crees que lo has visto todo, siempre hay algo más. Ojalá que la Tierra fuera más grande, o que tuviéramos otro planeta aquí cerca para seguir explorando. Pero solo tenemos un planeta y más nos vale cuidarlo…

En el arranque de la serie le vemos en globo, siguiendo de cerca a las águilas reales y sobrevolando los Alpes. ¿Hasta dónde ha llegado esta vez su afán explorador?
No tan lejos como yo habría querido. La profesión va por dentro, pero los noventa años pesan lo suyo y no estoy ya en condiciones para visitar 40 países en tres años, y soportar la condiciones de la isla Zavodovski en la Antárdida (donde llegan a vivir más de un millón de pingüinos) o los rigores de la noche en la jungla (para volver a ver el milagro de la vida luminiscente). Digamos que esta vez he sido la “voz en off” de la naturaleza, procurando no hablar mucho, porque las imágenes que han capturado nuestros equipos son realmente increíbles.

El primer “Planet Earth” deslumbró por ofrecernos la vista del águila. Esta vez el acercamiento es más íntimo…
Hemos buscado una experiencia inmersiva. La tecnología nos permite hacer cosas que eran impensables hace unos años. Gracias a las cámaras-trampa hemos podido acercanos por primera vez a los leopardos de las nieves. Los drones nos han permitido llegar a lugares incalcanzables. Las cámaras de ultra alta definición son cada vez más pequeñas y fácilmente manejables… Tenemos realmente la oportunidad de avanzar de rama en rama con los monos-araña o de nadar con el perezoso enano a la busca de la hembra… Es increíble cómo la televisión ha sido capaz de cambiar nuestra percepción del mundo natural. Y cómo sigue ejerciendo un tremendo poder magnético en grandes y pequeños. 

 
Rana de cristal, de Costa Rica. © BBC NHU 2016 
 

Le acusan esta vez de “humanizar” a los animales, de convertirlos en algo así como personajes “antropomorfos”. Defiéndase…
Es que la vida es un drama, desde mucho antes de los tiempos de Shakespeare. La lucha por la supervivencia es real. Los animales tienen emociones. La violencia forma parte de su menú diario (y  también el sexo, aunque algo más ocasionalmente). En la serie podemos casi sentir la angustia de la rana transparente de Costa Rica mientras protege los huevos y sacude con sus ancas a las avispas que vienen a comérselos. La jungla es el lugar más competitivo de la Tierra… Y quien habla de la jungla habla de la ciudades, a las que dedicamos el último capítulo de la serie. Es inaudito ver a los leopardos y a las hienas, a los macacos y a los langures, reclamando su propio espacio y adaptándose a los hábitats esencialmente humanos. 

 
  
 Iguanas marinas, en isla Fernandina (Galápagos). Foto: Elizabeth White © BBC NHU 2016 
  


Después de vivir la serie desde dentro, ¿cuál su animal predilecto?
El que más fascina, el que soprende constantemente y hace que se me salten las lágrimas, es el “animal” humano a la edad de tres años. Es increíble la capacidad para absorberlo todo que tiene un niño a esa edad, la velocidad a la que aprende, su capacidad para manipularte… Sin duda, es el animal más maravilloso. Aunque he de reconocer que después de “Planet Earth II” tengo una especial simpatía por las iguanas marinas. Escapar de esa manera, y recién nacidas, a la persecución de las serpientes es una proeza de dimensiones épicas.

Pese a su admiración por la especie humana, usted ha sido muy crítico con nuestro impacto en la naturaleza…
Es que somos muchos. La población mundial se ha multiplicado por tres desde que empecé a hacer documentales y la “mancha humana” se nota cada vez más… Cuando pienso en mis nietos, me pregunto cómo será la vida en la Tierra en el 2050, cuando superemos los 9.000 millones de habitantes. Los humanos nos hemos convertido en una plaga. Estoy convencido de que si no encontramos la manera de autorregularnos, la naturaleza lo hará por nosotros. Me refiero sobre todo a medidas “voluntarias” para regular la población, a partir de la educación sexual y del empoderamiento de las mujeres. Algo tenemos que hacer, porque lo que estamos causando es una extinción masiva de especies y una desaparición de espacios naturales, de los que depende nuestra propia existencia.

¿Qué le parece la propuesta para rebautizar nuestra era como el Antropoceno?
 Como biólogo, me parece un concepto muy interesante. Se trata en el fondo de reconocer y dejar constancia del impacto que estamos teniendo en el planeta… Todos los animales modifican en mayor o menor medida su entorno, empezando por las hormigas y los conejos. Pero ninguna especie ha hecho nunca lo que estamos haciendo nosotros, a esta escala y a esta velocidad. El cambio profundo se produjo cuando dejamos de ser cazadores y nos hicimos agricultores. El segundo gran cambio ha ocurrido en el siglo XX, con los avances que nos han permitido prolongar nuestras vidas y multiplicarnos con más facilidad.

Su voz se une a la de varios expertos en el documental “In this climate”. ¿Qué les diría a quiénes dudan del cambio climático?
Hay que ser muy dogmático o tener una mente muy cerrada para resistirse a ver la evidencia abrumadora de que el planeta se está calentando. Yo recuerdo cuando hicimos los primeros documentales en la BBC sobre el tema: teníamos que ser extremadamente cautos porque entonces no teníamos suficientes pruebas. Pero los datos sobre la subida de las temperaturas y los episodios de clima extremo en el siglo XXI son muy preocupantes. Hay días que días que me siento bastante aprensivo ante el futuro. 

 
Vizcacha montesa, en los Andes. © BBC NHU 2016 
 

¿No hace falta también una cambio de narrativa ante el cambio climático? ¿Hasta qué punto "Planet Earth II" puede contribuir a crear conciencia ante lo que está pasando?
Le voy a explicar lo que no podemos hacer. La manera infalible de perder audiencia es decirle a la gente: “Ahora os vamos a mostrar algo maravilloso”, y a continuación: “Ahora os vamos a mostrar cómo los estáis arruinando”… Nuestra aproximación es distinta. En casi todos los episodios hay referencias a las especies en peligro y a la desaparición de los hábitats naturales. Pero la misión de la serie no es caer en el dogmatismo. En todo caso, inculcar el amor a la naturaleza, que es lo mejor que podemos hacer si queremos conservarla.

¿Y qué se siente cuando le llaman “tesoro nacional” o el “nuevo Darwin”?
Todas las alabanzas son inmerecidas. Yo no he hecho nada más que observar y contar lo que tenemos, y he tenido la suerte de asistir al nacimiento de la televisión, que sigue siendo un medio con infinitas posibilidades. Cuando yo era niño, todo lo que había eran libros con fotos en blanco y negro. Ahora tenemos estas fascinantes posibilidades para experimentar los lugares más remotos del planeta. Sin olvidarnos de lo importante que es el contacto directo con la naturaleza en los más pequeños… Lo de Darwin, excesivo. Nadie se puede comparar con un genio como él, en todo caso Leonardo.

 
Flamencos, en el Altiplano andino. Foto: Justin Anderson © BBC NHU 2016 
 

 

 

DE LA JUNGLA TROPICAL A LA JUNGLA URBANA

La milagrosa escapada de la iguana, asediada por las serpientes en las islas Galápagos, no fue más que el anticipo de "Planeta Tierra II". Tras las dos primeras incursiones en las islas y en las montañas, llegará la inmesión total en la jungla y después en el desierto, y finalmente en las praderas y la jungla urbana, en un capítulo final consagrado la vida silvestre en las ciudades.


La lucha de los dragones
Las iguanas de la isla Ferandina se llevaron todo el protagonismo, pero el primer episodio de la serie tiene otras imágenes que son auténticos tesoros, como la lucha a lo Parque Jurásico de los dragones de Komodo, o la "trepidante" carrera de un perezoso pigmeo a la busa de la hembra que le reclama, las incursiones a vida o muerte de los pingüinos en los acantilados de la isla Zavodovski en la Antártida.

 
Dragón de Komodo, en Indonesia. Foto: Elizabeth White © BBC NHU 2016 
 

La lucha de las águilas reales
El plato fuerte del segundo episodio es la lucha de las águilas reales en los Alpes franceses, disputándose una presa con sus picos y sus garras asesinas de hasta seis centímetros. Por primera vez, cuatro leopardos de las nieves han sido filmados en libertad en la cordillera del Himalaya. Usando cámaras-trampa, ultrarresistentes al frío y estratégicamente situadas, la serie ha captado las sigilosas andanzas de esta especie el peligro de extinción (quedan apenas 3.500 ejemplares).

 
Águila dorada, el segundo animal más rápido de la tierra. © BBC 2016 
 

Murciélagos contra escorpiones
Si la lucha por la supervivencia de las iguanas contra las serpientes nos dejó sin aliento, la valentía de un murciélago frente a un escorpión en el desierto de Negev en Israel nos hará saltar del asiento. Los topos dorados de Namibia y los enjambres de langostas en Madagascar nos harán reflexionar sobre lo que está ocurriendo al planeta: cada año, más de 80.000 metros cuadrados se convierten en desierto.

 
El cámara Rob Drewett, en medio de un enjambre de landgostas en Madagascar. Foto: Ed Charles © BBC NHU 2016 
 

El salto de los monos araña
La secuencia a lo Tarzán de los monos araña, en Guatemala, es uno de los platos fuertes del episodio consagrado a la jungla, donde veremos a los sigilosos delfines de río y a los jaguares en Brasil, vibraremos con el minimalismo de los colibríes y las ranas transparentes en Costa Ricajuego y asistiremos finalmente a la seducción de las aves del paraíso en Indonesia y al milagro de la jungla bioluminiscente.

 
Ave del paraíso roja, de Papúa (Indonesia). © BBC NHU 2016 
 


Leones contra búfalos
Más de cinco meses pasó el equipo de cámaras de Planet Tierra 2 en el delta del Okavango en Botswana, siguiendo los pasos de los leones y dando constancia de su afán depredador, de las girafas a los poderosos búfalos. Los elefantes, los antílopes o los bisontes son otros de los protagonistas del capítulo dedicado a las praderas.

 
Serval, en Suráfrica. Foto: Chadden Hunter © BBC NHU 2016      
 

Las hienas de la ciudad
El último episodio de la serie, rodada en 40 países y en tres años, está dedicado curiosamente a la fauna en las ciudades. Con cámaras de infrarrojos, seremos capaces de seguir las evoluciones de las hienas en Harar (Etiopía) o los leopardos en Bombai, en sus frecuentes e inquietantes incursiones nocturnas a la busca de comida en los cubos de basura. Los macacos de Jaipur, los mapaches de Toronto o los halcones de peregrinos de Nueva York pondrán el punto final a la insólita aventura. 

  
Langures hanumán. Foto: Fredi Devas © BBC NHU 2016