Cielo

Cielo

03 Enero 2013
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Primero aparece ante nuestros ojos la luz que nutre y visibiliza. Constante, fluida y rítmica. Todo se mueve desde el cielo. Cuando se anuncia el alba, el horizonte se tiñe de múltiples colores y paulatinamente aparece el sol. Lo que parecía dormido inicia su movimiento,  la luz despabila gradualmente hasta llegar al zenit del mediodía y desde ahí, el sol inicia su descenso. La vitalidad de lo que habita la tierra sigue esa cadencia.

El cielo es el primer ritmo que determina nuestra vida. Está presente y su visión y observación nos ofrecen presente y presencia. Cambia nuestra perspectiva abriéndola a la inmensidad. Está vacío pero posee luz y color, en el vacío encuentra su color, su naturaleza; en él podemos vaciarnos y encontrar la  verdadera claridad. Es todopoderoso, riega, nutre y ruge cuando va cargado. Siempre es uno y sin embargo distinto, nos acerca a nuestra naturaleza una y cambiante. Da cuenta de nuestra pequeñez y nuestra grandeza cuando se comprenden sus dimensiones y su fuerza. Ordena nuestra existencia desde arriba, el tiempo, desde el pasado infinito al futuro infinito. Es el regalo milagroso que sucede cada día a cada instante.

Diariamente damos un paseo por la bóveda celeste desde la tierra. Contemplemos el paisaje: Miremos el cielo y sintamos desde esa mirada que todo cambia y vuelve cíclicamente. Mirémonos en el espejo del cielo para ver reflejados y saber de verdad quienes somos y a dónde vamos.
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