Flores

Flores

24 Octubre 2012
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Me encantan las flores del hibisco de nuestro balcón. Un día aparecen y al siguiente se han ido. Si no estoy atento y preparado, no puedo disfrutar de su textura de terciopelo rojo, de su forma de campana y sus puntitos de amarillo al final del pistilo. Verlas, como ver cualquier flor por pequeña que sea, es un milagro cotidiano. Es cuestión de suerte o de gracia.

 

Esto mismo sucede a lo largo del día. Existen cantidades ingentes de flores que están ahí para que las veamos, no podemos hacer que aparezcan, aparecen sin más el día menos pensado. Pero si no estamos preparados no las veremos. Una sonrisa furtiva, un despertar, un cielo azul, un sentirse guapos, un aroma, una canción, un cuerpo bello, un camarero atento, una mirada, un sueño, una piel, un pensamiento, un tono, una imagen insólita, un vestido pueden cambiarnos el día. Son pequeñas sorpresas que no están en nuestras manos, una forma de la gracia. Nosotros podemos prepararnos para que entren en nuestra vida, pero lo que pasa, la flor que aparece en medio del barrizal es una sorpresa. Estemos atentos y dejémonos sorprender.
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