Granjeros de tierra y mar
Lubinas que saben a esencia mediterránea, queso elaborado según la tradicional cooperación vecinal en un valle al que prácticamente hay que trepar, porque está colgado de la montaña, granjeros cuyos vecinos más cercanos son osos salvajes y lagos misteriosos que desaparecen… Lo que parecía complicado, vivir a la manera rural de siempre, ha dejado de ser una utopía en Eslovenia.
Vivir una experiencia auténtica, lejos de las recomendaciones de agencias de viajes y guías turísticas, es un valor al alza. Y si lo haces en Eslovenia, donde la economía rural ha hecho un pacto cómplice con la preservación de su naturaleza, la experiencia nada convencional y fuera de la postal está garantizada.
Baste con asomarse a los escasos 47 kilómetros de costa en los que Eslovenia se extiende por la orilla del Adriático y junto al casco medieval de la localidad de Piran –arcaico asentamiento griego del Mediterráneo- constatar que la filosofía de vivir en armonía con el entorno posee en sus aguas litorales una experiencia única. Aún más especial por ocurrir en un país singular, Eslovenia, un territorio pequeño pero rico en cultura, por ser encrucijada histórica entre los imperios europeos, turcos y balcánicos.
Al oeste de la península de Istria, en la piscifactoría Fonda, se esconde una vivencia basada en el entusiasmo, la de una familia de biólogos apasionados por el mundo marino. Para ello de padre a hijos se ha contagiado la pasión por, en las aguas de la bahía de Piran -unas de las más limpias del Mediterráneo-, ubicada en lo más profundo del gran golfo que es el Adriático entre las costas italianas y los Balcanes, establecer una piscifactoría con criterios ecológicos y máxima calidad en todos sus pasos. El resultado, la mejor lubina del mundo.
Fonda, la mejor lubina del mundo.
Estos peces criados en semilibertad, a cuerpo de rey, que acabarán en la mesa de los mejores restaurantes de todo el mundo en apenas 72 horas, se benefician de un vecino muy salado, el Parque Natural de las Salinas de Sečovlje, donde el hombre y el mar han establecido un vínculo secular para extraer la sal del Mediterráneo. Asimismo es un enclave de vital importancia europea como lugar de descanso en las rutas migratorias de las aves. Valiosa alianza que es la razón por la que el agua marina de la bahía posee tan excelente calidad, favorecedora del cultivo sostenible de la lubina, uno de los peces más valorados para alimentación en el mundo.
El paseo entre las cubetas salineras, donde la sal se continúa extrayendo como hace 700 años, depara no solo una ventana a la histórica explotación, sino buenas opciones de observación ornitológica. Es a su vez un entorno natural de excepción para relajarse gracias al efecto de la sal marina en el aire y sobre la propia piel. En el centro de talasoterapia Lepa Vida (http://www.thalasso-lepavida.si/en) junto al paisaje de las antiguas piscinas salineras se puede disfrutar del baño y tratamiento con barro de Istria y los efectos relajantes que ocasiona la sal marina pura.
Tierra adentro la roca caliza se apodera del paisaje dando lugar a un extenso panorama calcáreo que aquí en Eslovenia, ha dado nombre a esta formación rocosa que se conoce en todo el mundo, el karst. No por su dureza pétrea el hombre se ha rendido a vivir en clave rural, sino que, por el contrario, esta roca grisácea que el agua horada tenazmente disolviéndola, ha hecho que las faenas de campo sean un reto para el ingenio humano.
Así ingentes cantidades de tierra fértil fueron extendidas en la región de Gorica para que los viñedos medraran prácticamente sobre la misma roca. No obstante esto le añade singularidad a su sabor dando lugar a vinos irresistibles. Un paisaje domesticado reconocible en los viñedos Čotar. Su producción se beneficia además de que apenas se encuentran a 5 kilómetros del mar y su influencia. La tradición viticultora familiar se mantiene en la bodega excavada en la roca donde los vinos, a una temperatura natural constante, fermentan lentamente. Siguen la tradición ancestral de respeto ecológico por los caldos sin filtrar y ajenos a los sulfitos, como demuestra el poso que finalmente personaliza cada botella de blancos y tintos.
Bodegas Cotar, Green Karst.
La roca calcárea a veces hace guiños a la naturaleza como el lago Cerknica cuya aparición intermitente es debida a la tremenda filtración hídrica que el terreno calizo de su subsuelo produce. Origina por ello cuevas de fantasía como Križna Jama, entre estalagtitas y estalagmitas recorre kilómetros bajo tierra por un rosario de lagos encadenados.
En sus proximidades, atravesar el bosque de avellanos que rodea la granja Tekavča Ograda o casa de los tejedores, lo que significa su nombre originario, cuando en el siglo XII se construyó para abastecer de tejidos al cercano castillo de Šteberg, es colarse en el encanto de lugar escondido junto al bosque, sobre todo al descubrir que el alojamiento rural que has escogido es la granja originaria reconvertida al turismo.
Al anochecer en otoño los osos campan a sus anchas por el jardín en busca de esos frutos tan nutritivos antes de que llegue el frío. Mientras los Modic, familia propietaria, se reúnen alrededor de la mesa con el orgullo de saber que la nueva generación de 3 hijos mantiene el empeño de impulsar la granja familiar. Con sus huéspedes reparten hospitalidad y experiencias en la granja en contacto con los animales y la huerta. Así como el buen sabor que dejan las recetas típicas elaboradas a partir de los productos ecológicos de casa.
Cuando los Alpes Julianos asoman imponentes confinando el extremo noroccidental del país con sus agudas cumbres, vivir en el campo añade el lograrlo midiéndose con la montaña y los rigores climáticos. Como le ocurre a la villa de Čadrg, prendida en un valle sobre la garganta de Tolmin, donde los vecinos mantienen la tradición de cultivar su pedazo de tierra como lo hicieron sus ancestros. Aunque algunos hayan añadido a ese reto rural el optar por la producción orgánica, como la familia Bončina ha hecho con su granja Pri Lovrču (www.prilovrcu.si). No solo han abierto sus puertas al turismo rural sino que han obtenido una certificación para su queso que lo convierte en uno de los más apreciados del país.
Granjeros en los Alpes Julianos.
Después de activar la adrenalina de nuevo al descender por la carretera prendida en la montaña para retornar al fondo del valle la emoción en contacto con la naturaleza puede continuar en el camping Koren Kobarid. Su área de acampada y cabañas de madera a orillas del Soča, el río esmeralda de los Alpes, y el compromiso adquirido por la conservación de la naturaleza le ha hecho merecedor de la distinción ecológica europea; considerándolo como uno de los mejores destinos para estar en contacto con la naturaleza del continente.
Se distingue además el valle por formar parte del Parque Nacional Triglav, un pedazo alpino de los más excepcionales de la cordillera por su inalterada naturaleza. En la vertiente opuesta de las montañas un antiguo vivero ha encontrado una nueva vida enfocada al turismo en el campo, ya que realiza el glamping, es decir un camping con glamour.
En el hotel Garden Village la comodidad y la calidez no están reñidos con disfrutar del idílico entorno de montaña con protagonistas cautivadores como el lago de Bled a cuyas orillas se ubica. Lo más curioso de estas acogedoras tiendas de campaña, que disponen incluso de jacuzzi al exterior, es que los jardines que las rodean son una auténtica huerta, donde las coles y las fresas son las humildes estrellas verdes.
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