El carisma turístico de las alpacas

El carisma turístico de las alpacas

05 Julio 2016
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Hay veces que el turismo tiene aliados en iniciativas insospechadas, como la cría de alpacas. Llegadas a los valles pasiegos para la explotación artesana de su lana, una de las mejores fibras textiles que se conocen, se han convertido en motivo de pasiones. Tanta es la atracción que provoca este curioso animal que, abrir puertas de las granjas a las visitas turísticas, se ha perfilado como una alternativa rural. 

Cálida y resistente, además de ligera, pocas fibras en el mundo pueden ser tan apreciadas como la lana de la alpaca. Con su misma suavidad que la hace similar al pelo se animaron Paco Yedra y Pilar Fortes a buscar en la crianza de la alpaca con principios ecológicos una explotación en el ámbito rural. No solo pretendían obtener artesanalmente tan preciada fibra, capaz de competir con las más valiosas como la lana mohair, sino establecer un centro de interpretación sobre la cría y aprovechamiento artesano de la lana de alpaca, formación para nuevos granjeros y emprendedores deseosos de una vuelta al mundo rural, además de afianzar conexiones con la moda sostenible.

Tampoco se esperaban el interés que suscitaron los ejemplares de los 7 camélidos sudamericanos que Ciano Ceballos y Alison Boyden instalaron en San Pedro del Romeral en 2010 convirtiéndolas en las Alpacas del Alto Pas. Perseguían la alta calidad de la fibra mientras se especializaban en conocer las dos razas de alpaca existentes y que básicamente se distinguen por sus fibras. Mientras que la Huacaya tiene un pelo corto pero de aspecto esponjoso y poco denso –equivalente a una lana merina- la Suri se distingue por los rizos que cuelgan largos como flecos y cuya calidad se caracteriza por una textura sedosa y un notable brillo. Finalmente optaron por la crianza de la primera especializándose en ejemplares de color con el fin de obtener un vellón ligero y de alta calidad que se ajuste a las expectativas más  altas del sector textil.

Con su iniciativa reinventaban la ganadería tradicional española, al plantearse la cría de un curioso animal doméstico originario de América del Sur, del que incluso se conoce que los incas ya las empleaban, no solo por su lana sino como forma de obtención de carne, hace ya 5.000 años. Y lo más curioso es que deseaban seguir todo el proceso hasta la manipulación de la materia prima final.

Así nació Alpacas de la Tierruca, una alianza entre ambas parejas y la primera explotación de este peculiar ganado de Cantabria. La alta calidad de la fibra que persiguen, además de una buena atención a la genética, a través del bienestar y una cuidada alimentación de los animales, están dando una nueva seña de identidad a los productos obtenidos en los valles pasiegos. Metidos de lleno en la esquila, limpieza de las fibras con productos naturales y obtención de los copos de hilar invitan con sus talleres a teñir naturalmente, obtener fieltro, hilar a la manera tradicional con la rueca, o tejer en telar un tejido suave y resistente a la vez de características excepcionales.

 

Los granjeros aprenden de sus animales con el día a día. Por lo que ya saben que no solo pueden presumir de la elevada calidad de su vellón, que ya destaca en los concursos anuales que se celebran a nivel nacional por la Asociación Española de Criadores de Alpaca, sino de las excelentes propiedades que posee. Ya que es una fibra termorreguladora, capaz de retener el calor en invierno pero sin embargo refrescar en momentos calurosos, además de ser un excelente aislante contra la humedad. A su vez es emocionante saber de su exitoso uso en terapias psiquiátricas y en el tratamiento de personas con problemas psicológicos.

Las alpacas canturrean, parece ser que es su forma de comunicarse, tal vez por ello, junto a su peculiar aspecto de peluche, sean tan atractivas a cualquiera. Es así como de las visitas ocasionales que se intercalaban entre las actividades ganaderas han hecho que se conviertan en una auténtica actividad turística cada vez más demandada entre grandes y pequeños.  Incluso estar en su compañía, incluyendo iniciarse en la manipulación de su lana, hace que en las granjas tengan lugar celebraciones especiales como algún cumpleaños. Desde ahí el descubrimiento del entorno, como el vecino robledal de La Busta o remontar el valle de Pas hasta su cabecera. Espacio para adentrarse entre las raíces de una cultura ganadera apegada a la tierra y a los ritmos de las estaciones, y las alpacas con su peculiar atractivo son una puerta que se abre a los valles pasiegos.

 

En el pequeño pueblo de Llanos de Penagos, donde se ubica la finca Los Llanos, propiedad de Paco y Pilar, ya están acostumbrados a que los visitantes recién llegados no presten atención a los 500 años del puente medieval de Bumbaro, sino que se dirijan resueltos en busca de la finca de las alpacas. En estos días el vecindario anda un poco inquieto, varias de las alpacas están a punto de parir y la excitación general se contagia ante la visión de este animal que añade a su simpático aspecto una buena barriga preñada y se ven despojadas de su lana para evitar los calores estivales. El nacimiento de una alpaca es impredecible, salvo que ocurre por la mañana y al final de los 11 meses de embarazo. Granjeros y visitantes andan ilusionados con el nacimiento de nuevos ejemplares de este animal inteligente que ha llegado a los valles pasiegos y, gracias a su buena adaptación al territorio, promete quedarse y convertirse en estrella turística de su paisaje rural.