Todo sobre la higiene natural del cuerpo

13.9.2013
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No es verdad que a mayor higiene, por cualquier medio, mayor salud. Cuando es excesiva, suele provocar más problemas de los que pretende prevenir, entre ellos la aparición de alergias e incluso, paradójicamente, infecciones.

La higiene natural responde a un espíritu de convivencia entre la persona y el entorno. La guerra permanente, las paranoias, están fuera de lugar. Se trata de colaborar con el cuerpo para filtrar los agentes exteriores que pueden resultar perjudiciales, pero sin alterar los tejidos sensibles que hacen de barrera entre interior y exterior. 

La obsesión por aislarse del contacto con las bacterias y la suciedad en general, utilizando cualquier tipo de producto que se comercialice, está relacionada con el aumento de la incidencia de las alergias, según demuestran investigaciones realizadas en Alemania y Estados Unidos. 

Los hogares demasiado limpios, las superficies al aire libre, pero aisladas de la tierra por el cemento, las baldosas y el asfalto, incluso los alimentos desinfectados a conciencia, nos privan del contacto con los elementos que favorecen el desarrollo correcto del sistema inmunitario.

Los productos convencionales para la higiene personal contienen colorantes artificiales, perfumes, conservantes, aceites minerales, detergentes y otros ingredientes sintéticos que pueden perjudicar la piel y la salud en general. 

Antes de adquirir cualquier producto hay que tener en cuenta que el cuerpo absorbe una media del 10% de los principios activos que se depositan sobre la piel.

Uno de los ingredientes que puede causar más problemas es el triclosán. Se trata de un bactericida que cada día aparece en la fórmula de un nuevo producto: comenzó su carrera en los desodorantes, donde se utiliza para matar las bacterias cuya descomposición produce el olor a sudor, saltó a algunas pastas de dientes, y últimamente aparece en los productos de limpieza del hogar con etiqueta “antibacterias”.

En los productos de higiene corporal, el triclosán no es recomendable porque puede traspasar la barrera de la piel,  acumularse en la grasa y dañar el hígado. Además, es preocupante que el triclosán incorpore dioxinas, conocidas cancerígenas. Pero el problema inmediato es que desequilibra la flora bacteriana de la piel, cuyo buen estado es necesario para evitar o resistir posibles infecciones.

Otro problema es que suelen tener un pH inadecuado. La piel tiene un pH de 5.5, es decir, ligeramente ácido, sin embargo, la mayoría de productos son más alcalinos, especialmente los jabones de manos y las cremas de afeitar. Como consecuencia, rompen el equilibrio fisiológico de la piel y la vuelven más áspera. Hay que subrayar que los productos “neutros” tienen pH 7, más alcalinidad de la recomendable.

En resumen, al alterar la ecología de la piel y las mucosas de la nariz, la boca o los genitales, los productos higiénicos convencionales están favoreciendo lo que se trata de combatir: la proliferación anormal de bacterias, la infección. Otros problemas relacionados con el uso de productos higiénicos y cosméticos convencionales son los eczemas, los sarpullidos, el acné y las descamaciones.

La alternativa es la higiene natural, que recurre a sustancias suaves que respetan la piel y las mucosas. Los productos realmente naturales sólo pueden utilizar pigmentos minerales, aceites vegetales, vitaminas, enzimas, ácidos cítricos y extractos de hierbas. Los perfumes sintéticos son tabú.  

1. LA PIEL 

La higiene de la piel tiene como principal objetivo limpiar los residuos de sudor. Pero en ningún caso deben utilizarse productos que dificulten la transpiración, pues el cuerpo la utiliza para regular la temperatura interior y expulsar toxinas —las sales de aluminio presentes en desodorantes y antitranspirantes taponan los poros y pueden penetrar en la corriente sanguínea.

El sudor producido por las glándulas apocrinas es el responsable del olor desagradable, que se produce en determinadas zonas —axilas, alrededor de los pezones y en la zona genital— cuando se corrompen las bacterias que viven en la superficie de la piel y se alimentan de él.

• En el mercado existen productos naturales que sustituyen los desodorantes convencionales. También puede recurrirse a fórmulas caseras con aceites esenciales que controlan la proliferación de bacterias, como la lavanda y el árbol de té, y con aceites astringentes, como el de salvia. 

Para hacer un desodorante casero, se combina una cucharada de salvia y otra de tomillo, se hace una infusión de media hora, se filtra la mezcla y se guarda el líquido en una botella limpia con pulverizador.

• La dieta influye en el tipo de olor de la piel y su intensidad. La carne y los platos picantes aumentan el olor corporal. En cambio, ciertos alimentos tienen poder desodorante: la papaya, la piña, la canela, el orégano y el perejil.

• En cuanto a la higiene desde el exterior, es suficiente con una ducha diaria en los meses calurosos y una ducha cada dos días cuando el tiempo es más frío, utilizando siempre jabones y geles naturales —basados en aceites vegetales y extractos de hierbas, sin componentes sintéticos—. Un enjabonado es suficiente. 

• Además conviene realizar una vez a la semana un cepillado con un guante de crin o una esponja de lufa para estimular la circulación sanguínea y favorecer la renovación de la piel.

2. EL CABELLO

La grasa de la piel, el polvo y los contaminantes presentes en el aire ensucian el cabello. Como su aspecto es importante para la imagen personal, para limpiarlo se suelen utilizar medios radicales: se frota demasiado fuerte, se lava a menudo y se utilizan productos agresivos. 

Una higiene inapropiada de este tipo estresa el cuero cabelludo y está en el origen del problema más frecuente, la caspa, o sea, la acumulación de células muertas. 

• Los detergentes de los champús convencionales son eficaces para eliminar la grasa sobrante pero también maltratan el equilibrio graso del cabello, sobre todo si se utilizan diariamente. Los anticaspa suelen incorporar compuestos a base de zinc (Zinc Pyrithione), que no sólo no resuelven el problema sino que lo convierten en un círculo vicioso: frenan la división celular, es decir, dificultan la normal regeneración de la piel, que cada vez tarda más en eliminar las descamaciones. Además irritan y pueden desencadenar alergias.

• Lavarse el cabello en días alternos con champú suave es la opción más correcta. Antes de utilizar el champú se moja el pelo con agua templada. Luego se aumenta la temperatura para que se abran los poros. El enjabonamiento —nunca más de uno— se aprovecha para realizar un masaje suave durante dos minutos que estimule la circulación sanguínea, es decir, que nutra los folículos de los cabellos.

• Conviene utilizar un champú natural o preparárselo uno mismo: se mezclan medio litro de infusión de saponaria, dos cucharadas de zumo de naranja y dos yemas de huevo batidas. Este champú natural se puede guardar en la nevera.

• El secado es importante: no conviene utilizar el secador. Las mejores maneras son utilizar una toalla gruesa para absorber suavemente la humedad, sin frotar, o secarse al aire libre.   

• El cabello también se puede limpiar en seco. El peinado frecuente con un cepillo de cerdas naturales elimina gran parte del polvo y la suciedad. Incluso se puede preparar un champú seco: se mezcla una cucharada de arrurruz o harina de avena con 3 gotas de aceite esencial de romero. Se deja que la mezcla se seque y se masajea el cabello con ella. Luego sólo hay que cepillar el pelo a conciencia.

3. LA BOCA

La boca es un complejo ecosistema con varios tipos de microorganismos. Los tipos de bacterias presentes y sus proporciones afectan directamente a su salud. El principal problema es la placa o sarro, una masa gelatinosa amarillenta que se adhiere a los dientes y a la lengua, compuesta por bacterias que se alimentan de los restos de alimentos. 

El sarro se nutre de azúcares, ácidos y otras sustancias y al crecer va formando una cavidad en torno al diente. Así perjudica la salud de las encías y facilita la aparición de infecciones, que pueden llegar a provocar la caída de los dientes. 

La caries es otro problema importante. Está causada por la bacteria Streptococcus mutans, que invade la boca de los niños antes de los tres años de edad. También se alimenta de azúcares.

Otras bacterias pueden causar problemas de salud en zonas alejadas de la boca. Por ejemplo, se sospecha que la bacteria Clostridium perfingens, al entrar en la corriente sanguínea, daña el corazón y favorece el desarrollo de arterioesclerosis. 

• Las bacterias dañinas proliferan y actúan cuando la población de bacterias neutrales es escasa y el medio es demasiado ácido. Para que esto no ocurra es necesaria una higiene dental correcta y un control de la ingesta de azúcares. La higiene colabora con la saliva, una solución ligeramente básica que neutraliza la acidez, limpia la boca y deposita proteínas protectoras sobre los dientes. También contiene iones de fósforo y calcio que remineralizan la dentadura.

• La dieta influye sobre la composición de la saliva y sobre el estado del sistema inmunitario. La composición proteínica de la saliva de los vegetarianos propicia menos caries y menos enfermedades de las encías. Debe cuidarse la presencia en cantidades suficientes de hortalizas, verduras y cereales integrales. Las manzanas y los alimentos crujientes limpian los dientes. En cambio, han de minimizarse el azúcar blanco (sacarosa), las harinas refinadas y las bebidas azucaradas, especialmente las de cola (por el ácido fosfórico).

• La costumbre de limpiarse los dientes después de cada comida es apropiada. No es necesario hacerlo siempre con pasta de dientes, ni que ésta aporte flúor: importa mucho más el cepillado que la supuesta acción del producto. El cepillo debe ser suave y debe frotarse verticalmente la zona de unión entre el diente y la encía. La seda dental es imprescindible para limpiar el espacio entre los dientes. 

• Si se utiliza una pasta dentífrica, debe vigilarse que no contenga triclosán. Las mejores opciones son las pastas homeopáticas (a la venta en farmacias) o una preparación casera: una pasta a base de sal marina con un poco de agua. 

• Realizar un enjuague con una infusión de mirra,  echinácea o caléndula antes de dormir (estas plantas contienen fitoquímicos antisépticos y astringentes).

• Conviene visitar al dentista cada seis meses para que limpie la placa y realice una revisión. Los dentistas bioenergéticos son preferibles a los convencionales, porque son más sensibles a la idea de que la boca es un ecosistema.

• Es recomendable cepillarse la lengua cada mañana. Existen cepillos especiales, pero se puede utilizar el cepillo de dientes habitual, muy suavemente, para eliminar el exceso de sarro o saburra. 

3. LA NARIZ

La nariz filtra el aire para que llegue limpio a los pulmones. Las vellosidades de las mucosas atrapan las partículas y los microorganismos y los expulsan. 

Por tanto, el objetivo de la higiene nasal es cuidar las mucosas nasales y los senos craneales, limpiándolos y tonificándolos, para que cumplan su función con la mayor eficacia. Aumenta la resistencia a los virus y las bacterias y se reducen los efectos de la acumulación de agentes contaminantes, polvo y polen. Por eso está especialmente indicada para personas con asma, alergia o problemas respiratorios frecuentes. Además mejora el sentido del olfato y el gusto.

• La solución para la ducha nasal se prepara disolviendo una  cucharadita de sal marina en medio litro de agua mineral natural hervida —nunca se debe utilizar agua del grifo—. Esta agua salada es totalmente inocua porque es similar al suero fisiológico. Se puede añadir una cucharadita de bicarbonato sódico para controlar la acidez de las mucosas. 

• El líquido se templa antes de cada lavado y se aplica con cuentagotas o jeringuilla en cada fosa nasal, en la cantidad que se desee. También se pueden realizar duchas nasales con un recipiente especial —lota— que permite verter el agua en una de las fosas de forma continuada hasta que sale por la otra. La mayoría de herbolarios suelen ofrecer este tipo de recipiente.

4. LOS GENITALES

La higiene genital es especialmente delicada en las mujeres, pues experimentan con mucha más frecuencia infecciones en la zona que los hombres (200 veces más). 

La mayoría de infecciones son causadas por gérmenes procedentes de la flora de las heces que por proximidad llegan hasta la vagina. El responsable más frecuente de estas infecciones es el conocido germen Escherichia coli. 

La flora vaginal de las mujeres en edad fértil mantiene un pH ácido, gracias a la presencia de bacterias lácticas, que normalmente impide la colonización de bacterias ajenas. 

• Hay factores que alcalinizan el pH y favorecen la infección. Por ejemplo, el uso de jabones íntimos y de preservativos y diafragmas con espermicidas. El uso habitual de tampones tampoco es muy recomendable porque reseca las mucosas, por lo que deberían reservarse para los días imprescindibles, utilizar una absorbencia adecuada y no emplearlos durante la noche.

• Para la higiene es suficiente con lavarse los genitales con agua una vez al día y con jabón muy suave, con una acidez en torno a 6.3, cada dos días. Normalmente la vagina se limpia por sí misma. Sus paredes producen un fluido que transporta las células muertas y los microorganismos fuera del organismo.

• El tipo de ropa que se utiliza es importante: las prendas  interiores debe ser de algodón y no excesivamente ceñidas. Las braguitas y pantys de nylon favorecen la conservación de la humedad y el calor, por lo que son inconvenientes. 

• Algunas compresas y salvaslips contienen sustancias desodorantes que resultan irritantes y modifican el medio ácido de la vagina. Por supuesto, el uso de pulverizadores desodorantes es totalmente inapropiado, aunque se vendan con ese objetivo.

• A medio plazo es posible que aparezcan en el mercado tampones y compresas probióticas, es decir, con bacterias de la cepa Lactobacillus plantarum. La idea ha sido desarrollada por una firma sueca y podría aplicarse también en geles, cremas, nebulizadores y cápsulas vaginales para favorecer el buen estado de la flora vaginal, pues la mencionada bacteria inhibe el crecimiento de otras bacterias y hongos relacionados con los problemas infecciosos. 

• En cuanto a la higiene íntima masculina, es suficiente con controlar la humedad excesiva, limpiar todos los pliegues y lavarse las manos antes y después de orinar.

Higiene con sustancias naturales