Potencia tu energía sexual
Más pasión, más sensualidad y más plenitud...
Todos disfrutamos de un enorme potencial sexual que a menudo se diluye en el día a día. Pero siempre se puede despertar la energía sexual dormida.
La libido o energía sexual encarna el instinto más potente que le queda al ser humano. Si no se la bloquea, resulta una fuente de placer compartido y también de salud física y mental. La actividad sexual estimula, vitaliza y regenera el organismo por completo. Tiene efecto antienvejecimiento e incluso fomenta la autoestima, la inteligencia y la intuición.
Sin embargo, a pesar de vivir tiempos muy sexuales y desinhibidos, la energía sexual flaquea. Las horas del día se emplean en cumplir rutinas cada vez más exigentes en el trabajo e incluso durante el tiempo de ocio. Llega la noche y se está demasiado cansado para hacer el amor o para hacerlo a plena satisfacción. Una alimentación insuficiente o desequilibrada y la falta de ejercicio físico contribuyen a empeorar la situación.
La sexualidad requiere –paradoja– cierta tranquilidad y reposo físico y mental para que aflore el deseo. También es necesario disponer de tiempo para la desconexión y el roce previo (conversar, compartir una cena relajada...). Además, la energía sexual se puede estimular y entrenar con ejercicios y técnicas que eliminan bloqueos y permitan que fluya de nuevo, desbordada y libre.
Pero, ¿de cuánta energía sexual se puede disponer? Algunos, creyendo que hay elegidas y elegidos que disfrutan de un caudal inagotable, responderán que toda la posible. Otros se conformarán con un poco más de la que tienen. Sin aspirar a paraísos imaginarios, lo sensato es tener energía para sentirse satisfecho con uno mismo y dar satisfacción a la pareja.
Ejercicio físico aeróbico
Cualquier actividad que implica movimiento físico sin llegar al agotamiento refuerza la energía sexual porque favorece la circulación sanguínea, aporta oxígeno y sobre todo eleva los niveles de testosterona (hormona masculina que también produce la mujer) y endorfinas (sustancias similares a las hormonas que provocan sentimiento de confianza, euforia y bienestar).
En un estudio realizado en la Universidad de Texas (Estados Unidos), las participantes femeninas se sentían más excitadas ante un video erótico después de 20 minutos de entrenamiento aeróbico (el que ejercita el corazón y los pulmones) que si lo contemplaban sin haber realizado ejercicio antes.
Si se practica algún deporte o actividad física intensa tres veces por semana como mínimo, los niveles de testosterona en la sangre se mantienen altos de forma duradera. Prácticas deportivas recomendables para el «entrenamiento sexual» son el footing, la caminata nórdica, el ciclismo y la natación, especialmente si se mueven las piernas con fuerza.
Relajación para el sexo
El estrés crónico es un ladrón de energía sexual de primer grado. Disminuye los niveles de testosterona y encierra la mente en una cárcel de preocupaciones. Disfrutar del momento y del contacto físico se hace difícil. Cuatro de cada cinco mujeres se sienten demasiado estresadas para mantener relaciones sexuales, incluso cuando lo están deseando y las circunstancias son propicias.
Por todo ello vale la pena inventarse un ritual a medida que favorezca la desconexión y que prepare la mente y el cuerpo para el encuentro con la pareja. Puede ser algo tan sencillo como escuchar la música preferida (si es posible, melodiosa y relajante). Tampoco es mala idea practicar una sesión de relajación progresiva (tumbados y con los ojos cerrados, la mente se concentra en tensar y relajar músculo por músculo, desde la planta de los pies al cuero cabelludo).
Si se practica regularmente alguna técnica que implique ejercicios respiratorios, meditación y cultivo de la conciencia corporal, es mucho más sencillo desconectar de los pensamientos cotidianos y conectar con la pareja y con uno mismo en la especial situación amorosa.
Ejercicios de apertura corporal
El yoga, el taichí, el chikung, los estiramientos, los masajes orientales como el tailandés e incluso el método Pilates son ideales en este sentido porque estiran los músculos de las piernas y «abren» las ingles y la zona genital. «Abrir» significa en este caso que las primeras vértebras y la cadera recuperan movilidad y que la musculatura y los nervios contraídos en el entorno genital se relajan.
Esta zona del cuerpo sufre rigideces como consecuencia del exceso de control que impone la sociedad sobre la expresión de la sexualidad. Al abrirla no sólo se recupera físicamente una parte del cuerpo, sino que se descubren sensaciones y sobre todo se permite el flujo de la energía (el prana indio o el chi chino), reprimida por la razón que sea.
Pero quizá lo más interesante del taichí y el yoga es que son ciencias para conocer el propio el cuerpo, no a través de las palabras, sino de la práctica y las sensaciones. Es una enseñanza muy útil para la vida sexual porque las personas que se sienten a gusto en sus cuerpos y tienen una vida emocional equilibrada poseen facilidad para liberar su pasión.
Además, estas técnicas, a través de la relajación, la meditación –que facilita la desconexión del diálogo interior– y la movilización de la energía, crean las condiciones para la aparición de emociones genuinamente positivas, que son la piedra angular de una sexualidad plena.
Visualización sensorial
El sexo está en la cabeza, se suele decir, y es cierto en buena parte. Más concretamente en el hemisferio cerebral derecho –el que gestiona los sentimientos, la creatividad y la inspiracion– porque está íntimamente relacionado con el centro de energía del bajo vientre. El problema es que la mayoría de personas hacen trabajar más el hemisferio izquierdo, racional y analítico.
Un sencillo ejercicio de visualización puede servir para estimular el cerebro intuitivo y sensible. Sólo hay que buscar un lugar tranquilo donde tumbarse o sentarse cómodamente. Nos concentramos en la respiración y dejamos que los pensamientos pasen sin dejarnos atrapar por ellos. Nos imaginamos paseando por un prado floreado. En un momento determinado nos estiramos y nos dejamos invadir por la sensación de estar flotando sobre un lecho de flores. Estamos físicamente relajados pero los sentidos están funcionando a tope: vemos las nubes algodonosas que se deslizan por un cielo azul intenso, olemos perfectamente la fragancia de las flores, oímos el trino de los pájaros, sentimos el calor del sol en la cara y las caricias de unas manos suaves... ya estamos preparados para disfrutar de la realidad.
Comer y comer
Existe una relación muy estrecha y bastante desconocida todavía entre la alimentación y la sexualidad. Las dos son conductas instintivas. Ambas determinan lo que entra en contacto más íntimo con el cuerpo. Cuando hay hambre de verdad, la líbido desaparece. Cuando se disfruta de la comida también se suele hacerlo del sexo. Así que un enemigo del placer sensual puede ser una dieta que no proporcione nutrientes de calidad. En cambio la dieta equilibrada y abierta a la experimentación con los alimentos, a la búsqueda de todas las sensaciones posibles, es una manera eficaz de avivar la energía sexual.
No existen los alimentos sexualmente milagrosos, pero algunos tienen fama de afrodisiacos y nada se pierde en probarlos. En primer lugar, ostras, espárragos, chocolate, huevos y vainilla. Después granadas, plátanos, uvas, higos y pipas de calabaza. También los puerros, los apios, las cebollas, los ajos y las nueces. Sin olvidar las plantas aromáticas, como la albahaca, el eneldo, la menta y el romero, ni las especias como el curry, el jengibre, la nuez moscada, la pimienta, la canela y sobre todo el cardamomo. Ingredientes para usar con buen tino y en el momento adecuado.
Un poco de tacto
Las caricias en la relación sexual no resultan tan dulces si la piel no está entrenada. A una piel que no ha sido tocada con generosidad fuera de los encuentros íntimos le cuesta entregarse. Por eso cualquier contacto con unas manos puede estimular la energía sexual, tanto si son las propias como si uno se deja acariciar por la pareja o se recibe un masaje.
El masaje en pareja –el recurso más accesible e íntimo– provoca el vertido inmediato de oxitocina –la hormona del amor– en la sangre. Para sensualizar el masaje se puede efectuar con aceites de jojoba o almendras dulces perfumados con aceites esenciales de geranio o nerolí, muy estimulantes para las mujeres.
Según la medicina tradicional china, la energía sexual reside en los riñones. Puede estimularse su meridiano acariciando suavemente la parte interna de la pierna, desde el tobillo a la parte alta del muslo. En este recorrido se hace una parada en el punto sanyinjao –aproximadamente cuatro dedos por encima del maleolo externo del tobillo– para presionarlo con el pulgar entre cinco y diez veces.
Otra manera de proporcionarse mutuamente dosis de tacto es el abrazo. El tantra sexual describe la «cucharita» o «posición alimenticia»: los dos miembros de la pareja se tumban sobre el lado izquierdo, abrazando el que está detrás al que está delante. Se debe permanecer así sin moverse ni hablar y respirando profunda y lentamente. Se recomienda que reciba el abrazo quien se sienta más falto de energía, aunque esta posición ayuda a los dos.
El yoga de los amantes
La práctica regular del yoga refuerza la vida sexual de varias maneras. Abre y conecta los centros energéticos -chakras– implicados en la respuesta orgásmica. A través del yoga se aprende a respirar profundamente, siendo la respiración la llave para el control de la excitación. Respirando pausadamente el hombre puede mantener la erección y retrasar el orgasmo, mientras que la mujer se abre a sensaciones que multiplican su placer. El yoga también favorece la flexibilidad, lo que mejora la práctica sexual. Por otra parte existe un yoga tántrico que actúa específicamente sobre la energía sexual y que además de las posturas incluye el canto de mantras y visualizaciones.
Baddha Konasana
Siéntate con la piernas hacia adelante. Puedes colocarte un cojín bajo la pelvis. Espira y flexiona las piernas hasta que las plantas de los pies se toquen. Acerca todo lo posible los muslos al suelo y los talones de los pies al pubis, pero sintiéndote siempre cómoda. El lado exterior de los pies debe apoyarse firmemente en el suelo. La pelvis está en posición neutral, ni basculada hacia adelante ni hacia atrás. Agarra con los dedos pulgar, índice y medio el dedo gordo de cada pie. Mantén la espalda recta, los omoplatos hacia dentro, los hombros bajos. Mantén la posición de 1 a 5 minutos. Después, inspira al tiempo que juntas las rodillas y estiras las pieras para recuperar la posición inicial.
Por supuesto, los mayores beneficios se obtienen con la práctica diaria del yoga. Para una sesión de fortalecimientoo sexual están indicadas las siguientes asanas: urdhva mukha svanasana, utthita trikonasana, setu bandha sarvangasana, malasana, virabhadrasana o paripurna navasana.
Más energía con Pilates
Joseph Pilates diseñó su método a partir de su propio interés en curarse de una larga enfermedad y fortalecerse. La mayoría de los ejercicios se centran en los músculos abdominales que sirven de sostén a la columna vertebral. Pero esta musculatura resulta asimismo esencial para la práctica sexual. Según Pilates, el área constituida por la zona abdominal, la lumbar, los glúteos y las caderas, es el núcleo o centro de energía del cuerpo. Si está fuerte, la columna y los órganos están protegidos, y se disfruta de la capacidad de controlar con precisión tanto la parte inferior del cuerpo como la superior. El control de la pelvis es el punto de inicio de la mayoría de los ejercicios de Pilates.
• Tumbados y boca arriba, flexionamos las rodillas de manera que las plantas de los pies, separadas por la distancia entre las caderas, permanezcan en contacto con el suelo en su totalidad. La parte baja de la espalda también debe estar pegada a la colchoneta (si no flexionáramos las rodillas, esta zona no tocaría el suelo, dependiendo la distancia de separación del grado de curvatura de la espalda de cada persona). Los brazos se colocan extendidos a los lados de la colchoneta con las palmas de las manos hacia el suelo. Mientras inspiramos levantamos lentamente la pelvis al tiempo que metemos hacia adentro el ombligo. El movimiento se hace muy despacio, despegando vértebra a vértebra del suelo. Mantenemos la posición un instante y descendemos mientras exhalamos, también lentamente. Repetimos hasta que nos resulte incómodo continuar. Cada día aumentamos el número de repeticiones.