Reflexología podal: cómo ganar salud a través de los pies

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A través de los pies podemos cuidar  el cuerpo entero masajeando puntos de acupuntura y zonas reflejas. Es un masaje eficaz al alcance de tu mano.

Los pies son nuestro sustento en la tierra. Tienen una arquitectura perfecta que ha evolucionado desde los primates hasta los homínidos bípedos para permitirnos mantenernos erguidos y, al mismo tiempo, poder avanzar.

Son un verdadero órgano del equilibrio, siendo la piel de la planta del pie –junto con la lengua y la palma de las manos– una de las superficies del cuerpo con más terminaciones nerviosas. Esta sensibilidad conecta directamente con la corteza cerebral permitiendo adaptar nuestra postura de forma constante.

En los pies está representado el cuerpo entero

«El pie es una pieza maestra de ingeniería y una obra de arte perfecta», dijo Leonardo Da Vinci. Cada pie se compone de 28 huesos, 33 articulaciones, y más de 100 músculos, ligamentos y tendones que forman un entramado para amortiguar y dar estabilidad al cuerpo entero.

Pero no solo eso, sino que en ellos está representado el cuerpo entero, base de la terapia de zonas reflejas o reflexología podal, que se basa en esta conexión entre los receptores sensitivos en la piel del pie y su representación en el cerebro.

La reflexología podal es una oportunidad para reconciliarnos con nuestros pies, que frecuentemente sufren nuestro abandono. En este artículo te animamos a iniciarte en el automasaje, ofreciéndote unas pautas para que empieces a practicar esta técnica milenaria, que te ayudará a mejorar tu salud y la de tus familiares.

Combina las medicinas oriental y occidental

La reflexología podal nos hace sentir de nuevo la pertenencia de los pies al resto del cuerpo. ¿Cómo puede ser que, al presionar un punto en el pulpejo del primer dedo del pie, aunque pueda resultar doloroso, se pueda sentir un estado de relajación profunda?

La base de esta conexión es el sistema nervioso, que funciona como una red interconectada de autopistas, carreteras y caminos que atraviesan órganos, músculos y articulaciones hasta llegar a la piel.

La conexión entre órganos, estructuras musculares y zonas reflejas del pie se ha estudiado desde finales del siglo XIX en el mundo occidental y se ha documentado en estudios como los del doctor W.H. Fitzerald y Eunice D. Ingham, iniciadores de la terapia zonal.

Otra aproximación a la reflexología podal es la de la medicina tradicional china. Seis de los doce pares de meridianos que existen en el cuerpo, por los que fluye la energía vital o chi, transcurren por el pie, siendo este su inicio o final de recorrido.

A través de estos puntos podemos ayudar a equilibrar el chi, que viaja a través de los meridianos, como la sangre fluye a través del sistema venoso y arterial. Son autopistas invisibles que conectan órganos vitales, órganos de los sentidos, músculos, tendones y articulaciones, con el sistema nervioso central.

Por ejemplo, el meridiano del riñón tiene su origen en el pie, en el punto R1, situado en la planta, en la hendidura que se halla entre la segunda y tercera articulaciones metatarso falángicas. Coincide con la zona refleja del plexo solar, situado en el centro del diafragma y se utiliza en todos los tratamientos, pues equilibra el sistema nervioso autónomo.

Claves de una buena sesión de masaje podal

Cualquiera puede hacerse un masaje reflexológico en los pies, pero antes de iniciar un autotratamiento conviene tener en cuenta algunas cuestiones:

  • Es recomendable familiarizarse con las estructuras anatómicas del pie, con los huesos y articulaciones, con el objetivo de localizar correctamente los puntos de acupuntura y las zonas reflejas.
  • Siéntate en un entorno calmado sin ruidos, llevando ropa cómoda que no apriete, y en una postura que no ponga en tensión la espalda.
  • Empieza con un masaje suave de todo el pie antes de concentrarte en los puntos concretos.
  • Para optimizar el tratamiento puedes utilizar aceites esenciales quimiotipados (AE QMT, de composición controlada), aplicándolos directamente o diluidos.
  • Con una mano haz el masaje y con la otra sujeta el pie para proporcionarle estabilidad. La fuerza que aplicas con el masaje puede aumentar progresivamente, pero no debe provocar un dolor agudo.
  • Trata cada zona durante tres minutos aproximadamente. La duración de un tratamiento es de unos 20-30 minutos.
  • En ocasiones es aconsejable empezar por el pie derecho y continuar por el izquierdo para seguir la dirección natural de las funciones fisiológicas (por ejemplo, la del intestino en caso de estreñimiento), pero el orden suele ser indiferente.
  • Se recomienda realizar el tratamiento una vez a la semana.

Elige un buen calzado

Si reconocemos la importancia de los pies, tendremos que cuidarlos más de lo que normalmente lo hacemos, empezando por el calzado. Al ir calzados desde muy pequeños, se pierde en las plantas una sensibilidad que es necesaria para el correcto desarrollo de la musculatura. Luego solemos comprar zapatos por la vista y no para los pies.

Plataformas, tacones, hormas estrechas o suelas muy blandas producen deformaciones por adaptación y pérdida de sensibilidad, que con el tiempo provocan dolores de espalda e incluso lesiones.

Es hora de situar los pies en su categoría real, olvidada, quizá, por su lejanía con el cerebro. Pequeños cambios en cómo nos calzamos, nos movemos, respiramos, nos relacionamos con nuestro cuerpo y con los demás nos aportan grandes beneficios. Son los gestos diarios los que aportan equilibrio a nuestras vidas.