Por la senda de los elefantes... en los parques de Londres

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El proyecto CoExistence recorre el mundo para recaudar fondos para la protección de los efefantes y sus hábitats.

La manada de elefantes fue avistada por primera vez a la puertas del palacio de Buckingham. Desde allí se dispersaron por el "mall" de Londres, se adentraron en el noroeste de la ciudad, bajaron luego hasta las orillas del Támesis en Chelsea y se reagruparon finalmente en St. James y Green Park.

    Allí los vimos útlima vez, asombrando por igual a grandes y pequeños: más de cien paquidermos asombrosamente reales, esculpidos con ramas desecadas de lantana, una planta invasiva que crece en elestado indio de Tamil Nadu, reaprovechada por las comunidades "adivasi" para hacer muebles, ornamentos  y esculturas como estas que tenemos ante nuestros ojos.

     La manada londinense forma parte de un proyecto itinerante que obedece al nombre de CoExistence y que recorre el mundo para recaudar fondos para la protección de los efefantes y sus hábitats. El mensaje evidente es la necesidad de la especie humana de ceder espacio a la vida silvestre, propagando ejemplos de "coexistencia" como el del sur de India, donde los elefantes, los tigres y los leopardos subsisten en algunas de las zonas más densamente pobladas del planeta.

    "Salvar a los elefantes es realmente salvarnos a nosotros mismos", advierte Ruth Ganesh, al frente del Elephant Family Trust, la organización creada en  el 2003 por Mark Shand, hermano de Camila de Cornualles. Su legado sigue vivo en más de 150 proyectos de regeneración de los bosques, de restauración de rutas migratorias y de prevención del tráfico ilegal de especies en India, Tailanda, Birmania, Camboya, Borneo y Sumatra.

   

"Lo que estamos viendo es algo que Mark y yo soñamos hace muchos años", asegura Ganesh. "El quería evocar en una instalación artística el sentido de asombro y maravilla que uno siente ante un elefante real. El pensaba que trasmitiendo esa sensación, el mundo apoyaría sin dudarlo los esfuerzos para su conservación".

    Los elefantes de lantana parecen tener de hecho vida propia. Los artesanos "adivasi", habituados a convivir con ellos en el espacio compartido por la jungla y las plantaciones de té y café, se han inspirado en animales reales y han dado a cada pieza su personalidad...

    Y al mismo tiempo han contribuido a paliar el impacto ecológico que sigue teniendo el arbusto invasivo, nativo de Suramérica e introducido en India en las plantaciones de té en siglo XIX. Durante varias generaciones, las comunidades nativas de las montañas Nilgiri han aprendido a sacar provecho a las ramas arrancadas de lantana y a darles una nueva vida artística, convertidas esta vez en la segunda piel de los elefantes.

    Los grandes de la manada se pueden "comprar" o esponsorizar por unos 34.000 euros, y los más pequeños por 7.000. Las donaciones están lloviendo desde que la manada arrancó su periplo londinense a finales de mayo. Aquí estarán hasta finales de julio, antes de seguir su "ruta migratoria" alrededor del mundo.

   "En los últimos 18 meses, decenas de países han vivido bajo la amenaza de la pandemia y de los confinamientos", recuerda Ruth Ganesh. "Estas trágicas circunstancias han creado algo así como la "gran pausa" y han permitido que las especies amenazadas reclamen su propio espacio. Los elefantes están aquí para contarnos su historia inspiradora sobre cómo podemos coexistir con las otras especies que hacen de este planeta un lugar mágico".

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