Peral, la estación del fruto

0 comentarios

Existe una gran diversidad de peras, que se adaptan a los gustos, los climas y las tierras de cada región del planeta.

El cultivo de este frutal es muy sencillo y puede llegar a vivir cientos de años.

IGNACIO ABELLA

Al comienzo de nuestra era Plinio conoció 36 clases de peras y, en la actualidad, se contabilizan más de un millar de cultivares que en cada región se adaptan a los gustos, los climas y las tierras. Esta diversidad permite que la “estación de la pera” se prolongue desde San Juan, en pleno solsticio del verano, hasta más allá del solsticio de invierno, y todavía más adelante aún pueden conservarse si se guardan con cuidado en lugares bien ventilados. De ahí la importancia de esta fruta y su omnipresencia en los huertos de antaño y en las tradiciones de muchos países.

En la Grecia clásica estaba consagrado a la gran diosa Hera y con su madera se hacían estatuas de los dioses, igual que en nuestros días se ha usado para hacer santos

Una leyenda asturiana cuenta la historia de la Tía Miseria, tan pobre que sólo tenía una cabra y un huerto con un peral. Pero como las peras se las robaban siempre los chiquillos, tan sólo le quedaba la leche de su cabra para alimentarse. Un buen día pasó por allí un anciano mendigo y la mujer le dio la mitad de la leche que había ordeñado. Aquel viejo era San Antonio y, como premio a su generosidad, le concedió un deseo. “No me hace falta nada –respondió la Tía Miseria–. Sólo te pido que, cuando los niños vengan a robarme las peras, no puedan bajar del peral hasta que yo quiera.” Fue mano de santo, los niños quedaban prendidos del peral y tenían que venir los padres a rogar a su dueña que los liberara. Desde entonces pudo saborear a sus anchas los frutos del árbol y fue muy feliz. Pero sucedió que, un día, la Muerte se presentó para anunciarle que había llegado su hora. “Ahora mismo voy –le dijo Tía Miseria–, mientras me preparo puedes subir al peral y hartarte de peras.” Y allí quedó la Parca durante unos cuantos años y ya nadie moría hasta que algunos ancianos de la comarca, hartos de tanto vivir, se juntaron para pedirle que dejara bajar a la Muerte del peral. La Tía Miseria lo hizo, no sin antes obligarle a firmar un papel, prometiendo que nunca se acordaría de ella. Y quizá continúe viviendo en algún lugar a la sombra de aquel peral, ya que este árbol puede vivir, si se le deja, muchos cientos de años.

Jung habla de la inspiración a la sombra de un peral centenario mientras trabajaba con los oráculos del I Ching y, en la antigua China, se celebraron juicios bajo perales silvestres que eran muy apreciados por su belleza. En la Grecia clásica estaba consagrado a la gran diosa Hera y con su madera se hacían estatuas de los dioses, igual que en nuestros días se ha usado para hacer santos. De ahí las numerosas versiones populares de una historia en la que el paisano vende un peral al cura y con su madera se talla una imagen. Cuando el paisano lo reconoce en la iglesia, no puede dejar de acordarse de su origen y le reza: “San Antón de la Peral, ¡las peras que te comí! Los milagros que tú hagas, que me los cuelguen de aquí”. El peral silvestre (en las imágenes) tuvo cierta importancia en la alimentación de nuestros antepasados prehistóricos. Es un arbolito de porte muy hermoso y no demasiado frecuente en la montaña, donde suele aparecer casi siempre en zonas silíceas, en los claros y linderos de bosques. Su papel ecológico es muy importante por la gran diversidad de animales que consumen este fruto en otoño.

El cultivo de este frutal es muy sencillo. Merece la pena escoger las variedades mejor adaptadas a la comarca y a nuestros intereses (gustos, estación de recolección…) y plantarlos en un suelo profundo, fértil y húmedo, pero sin que se encharque. Las distancias entre árboles pueden ser de unos 8 metros, dependiendo del vigor de los plantones y para formar setos se usan los perales silvestres plantados a unos 50 cm.

Otros usos

Además de comer las peras crudas, se preparan con ellas toda clase de compotas, confituras, macedonias y mermeladas. Se recomienda siempre pelar o lavar bien las de procedencia dudosa. Los tiempos en los que los niños podíamos robar peras impunemente han pasado.

La pera, al igual que la corteza, las yemas, hojas y flores del peral tienen suaves efectos diuréticos y laxantes. La madera es excelente para trabajos de torneado, fabricación de instrumentos y utensilios e incluso muebles. También se ha utilizado por su estabilidad para la fabricación de escuadras y reglas y por su docilidad y su hermosa textura, para escultura y grabado.