Un "acuerdo de París" para la biodiversidad
Arranca la COP15 de Montreal con la meta de preservar el 30% de los espacios naturales en el 2030
Un "acuerdo de París" para la naturaleza. Esa es la meta de la COP15 de la Biodiversidad que arranca el martes en Montreal y que aspira por primera vez a fijar un objetivo de preservación de los espacios naturales a escala global, siguiendo una estrategia similar a la usada para hacer frente a la crisis climática.
"No podemos proteger el clima si no protegemos también la vida en la Tierra", declara a El Mundo Laurence Tubiana, presidenta de la Fundación Europea del Clima, una de la cuatro artífices del acuerdo de París (junto a Christiana Figueres, Laurent Fabius y Manuel Pulgar-Vidal) que han urgido a la comunidad internacional a cerrar filas ante el nuevo reto.
"Nuestro sistema de gobernanza ha separado artificialmente los dos temas, pero por fin tenemos una oportunidad única en una década para crear un fuerte vínculo entre el marco de acción ante el clima y la pérdida de biodiversidad", asegura Tubiana. "Hay una expectación sin precedentes ante la posibilidad de lograr un acuerdo similar al de París, esta vez para proteger la naturaleza, y de establecer al mismo tiempo vínculos explícitos entre los dos tratados para hacerlos operativos".
La ambición es llegar al menos a la proteccin del 30% de los espacios naturales en el 2030 ("30 by 30") tanto en la tierra como en el mar. Pero las divisiones que precedieron a la COP21 del Cambio Climático en París -donde se acordó el "aumento máximo las temperaturas de 2 grados, pesiguiendo los esfuerzos para limitarlo a 1,5 grados"- han vuelto a aflorar en medio de la compleja situación geopolítica creada por la guerra de Ucrania.
A la agresión de Rusia se une además el papel ambivalente de China, que debería haber acogido la COP15 en Kunming, varias veces aplazada y finalmente "desplazada" a Canadá por la política de "cero Covid". Un total de 196 países han confirmado su participación y se espera la asistencia de al menos 10.000 visitantes, entre delegados, científicos y representantes de los pueblos indígenas y de la sociedad civil.
La casi total ausencia de líderes mundiales y la competencia directa del Mundial de Fútbol de Qatar (hasta la mismísima final del 18 de diciembre) restarán sin embargo a la atención sobre la COP15 de Biodiversidad, que tendrá que hacer también frente a la "fatiga informativa" tras la COP27 del Cambio Climático recién celebrada en Egipto.
"No hay un camino hacia un aumento máximo de las temperaturas de 1,5 grados sin una acción para proteger y restaurar la naturaleza", advierten sin embargo los artífices del Acuerdo de París, que instan a los líderes mundiales a asegurar en Montreal "un acuerdo ambicioso sobre biodiversidad con compromisos por países y a la altura del enorme reto que tenemos por delante".
"Necesitamos un objetivo global para frenar y revertir la pérdida de biodiversidad en el 2030", recalca por su su parte Laurence Tubiana. "Y eso significa fijar metas concretas, leyes y directrices políticas, y financiación a todos los niveles. Solo con acciones urgentes para proterger la naturaleza se va a poder descarbonizar la economía y cumplir las promesas del Acuerdo de París".
"La situación internacional también era complicada en el 2015", recalca Tubiana, emabajadora del clima del Gobierno francés en aquel momento. "Rusia había invadido Crimea, la guerra de Siria estaba al rojo vivo y el G20 estaba muy dividido. Rusia ha querido siempre desestabilizar los tratados internacionales; la destrucción que está causando en Ucrania debería servir para marginarles. No podemos reemplazar la cooperación por el nihilismo, y tampoco podemos suplantarla por la competición, en el caso de China. El restablecimiento de la colaboración con Estado Unidos ante el cambio climático es una señal de buena voluntad que se puede llevar también al terreno de la biodiversidad".
El punto de partida es hecho el Convenio de Naciones Unidas sobre la Diversidad Biológica (CDB), uno de los grandes acuerdos de la “Cumbre de la Tierra” de Río de Janeiro en 1992, suscrito por 196 países. Las primera Conferencia de las Partes (COP) de la Biodiversidad se celebró en Nassau en 1994 y a partir del 2000 se convocaron bianualmente, mientras la atención se concentraba en las cumbres del clima. La COP10 dio un salto cualitativo por la ratificación del Protocolo de Nagoya.
La COP14, celebrada precisamente en Sham el Sheij en el 2018, intentó dar un impulso a los "Objetivos Aichi" para frenar la pérdida de habitats y lograr la preservación de los ecosistemas. Pero la pandemia truncó definitivamente la así llamada "década de la biodiversidad" y hubo que esperar hasta la COP26 (del clima) en Glasgow para llegar al más inmediato precedente: la Declaración de los Dirigente sobre los bosques y el uso de la tierra.
Los datos sobre la destrucción de la naturaleza son sin embargo cada vez más preocupantes. En el 2022, el año de los bosques, se habrán talado unos 10 millones de hectáreas, algo más que la superficie de Portugal. El 95% de la deforestación ocurre en los tropicos. La Amazonia brasileña ha perdido 11.568 kilómetros de árboles por la tala ilegal en el últilmo año, como cierre al aumento de la deforestación de un 60% bajo el mandato de Bolsonaro.
El informe Planeta Vivo 2022 de la organización WWF ha confirmado por su parte la alerta lanzada hace tiempo por los científicos ante la así llamada "sexta extinción". El 69% de las poblaciones de vertebrados han disminuido en los últimos cincuenta años y el 94% de las poblaciones de animales silvestres están en declive en América Central y Suramérica. "Nos encontramos ante una doble emergencia: el cambio climático inducido por la actividad humana y la pérdida de biodiversidad", sentencia Marco Lambertini, director de WWF International. "Estamos ante una doble amenaza para las generaciones presentes y futuras".