“Para los próximos años, el reto de futuro de El Granero Integral es la exportación y el I+D”

¿Cómo surge El Granero Integral?
El Granero Integral se creó hace aproximadamente 33 años, debido a un problema personal de salud de mi padre. Hizo un cambio de vida y de alimentación, sobre todo centrado en la alimentación macrobiótica. Como consumidor, vio que había una necesidad muy grande en el mercado de productos porque no encontraba muchos de los que le habían recomendado. Esta inquietud le llevó a comprar materias primas, envasarlas y hacerlas llegar a las tiendas que existían por aquel entonces en Madrid. Eran unos 13 herbolarios.

Poco a poco fue creciendo la empresa en gama de productos y referencias. Solo con El Granero era difícil subsistir, así que tuvimos que incorporar otras marcas de distribución, para que la logística y la producción de los pedidos fueran más rentables. Una las primeras marcas que incorporamos fue Granovita, hasta ahora que llevamos unas 80 marcas que distribuimos a nivel nacional.

¿Qué criterios seguís para incorporar nuevos productos a vuestro catálogo de El Granero Integral o de Biogran?
Nuestra premisa es que sean ecológicos y orgánicos. Estamos volcados también en el ámbito de las intolerancias y, además, si es posible, buscamos marcas de origen nacional.

Hacer un proceso de transformación ecológico con un valor añadido, es una cosa de futuro, porque en unos años el sector ecológico será más competitivo

En el caso de las marcas internacionales, intentamos que sean líderes del mercado o escogemos aquellas que creemos que van a ser también tendencia en España, donde la respuesta por parte del consumidor aparece un poco después que en Europa o Estados Unidos. Hacemos mucha labor de visitar ferias internacionales para estar al corriente de lo que está funcionando en otros países.

De los productos de El Granero Integral, ¿cuáles son los que tienen más éxito entre los consumidores?
La mayoría nos conocen por toda la gama de cereales, que marcaron nuestros inicios. También valoran cada vez más los complementos. Ambas líneas de negocio, tanto alimentación como complementos, las tenemos certificadas IFS (International Food Standard), lo que nos da un extra de rigor en procesos productivos y en la selección de materias primas que yo creo que el consumidor agradece.

¿Cómo valoras la situación en la que se encuentra el sector de la alimentación ecológica en España?
En los últimos años ha habido un gran crecimiento, incluso de dos cifras, pero hasta alcanzar el nivel europeo todavía queda mucho camino, ya que España todavía va un poco por detrás del mercado europeo. Yo creo que ha faltado mucha educación del producto ecológico. Afortunadamente, ahora hay medios como internet y la información llega muy rápida. Hay cada vez más una mayor preocupación por lo saludable y, en concreto, por lo ecológico.

¿Cuáles son los retos de la empresa de cara al futuro?
Para los próximos años, nuestro reto de futuro es la exportación y el I+D, instaurar sistemas de producción diferentes con un valor añadido. Para que una empresa familiar y pequeña pueda seguir tenemos que hacer cosas diferentes. Hemos creado un pequeño departamento de I+D y estamos dando nuestros primeros pasos. Envasar un producto ecológico o hacer una pequeña transformación es asequible para empresas que vengan de lo convencional, pero hacer un proceso de transformación ecológico, con un valor añadido, es una cosa de futuro, porque dentro de unos años el sector ecológico será más competitivo.

También tenemos un reto continuo que es el de mejora. Tanto Isaías como mi madre, que también forma parte de la compañía, siempre nos lo han inculcado. Tenemos el objetivo de profesionalizar la compañía, porque en este sentido tenemos un mercado todavía poco profesional y maduro. Debemos profesionalizarnos todos para que lo ecológico llegue al consumidor en las mejores condiciones de calidad y seguridad.

¿Qué controles o certificados exigís?
Cuando es un producto de marca El Granero Integral, sobre todo se trata de un tema de materias primas. El control es mucho más estricto. Controlamos toda la normativa ecológica en función de la reglamentación europea y la complementamos con unas normas más estrictas. Los productos de distribución también se homologan antes de ponerlos en el mercado y lo mismo ocurre con los complementos, que llevan las mismas medidas de seguridad que la alimentación o incluso más estrictas.