Las oscilaciones del tiempo atmosférico
El viernes, 27 de abril (2018), 28ºC a las17:00 en Madrid, el domingo 29, 8ºC con viento helado. 20ºC de diferencia en dos días.
El Polo Norte, aunque helado, tiene una temperatura tan elevada como no la ha tenido en, al menos, 100 años. Este año de 2018, seco y cálido en enero y febrero, frío y muy lluvioso en marzo y medio abril.
Esto es el cambio climático, no que “haga calor”. El tiempo atmosférico está determinado por las corrientes, por los ríos de aire que se mueven sobre la superficie del planeta. La temperatura de esos ríos depende de la temperatura de la superficie sobre la que circulan. Esos ríos se mueven en vórtices, torbellinos, más grandes o menores, pero enroscándose unos sobre otros.
Cojan una cazuela, y hagan ustedes té en ella. Quiten las bolsas y déjenla enfriar. Ahora vuelvan a calentar. Cuando el agua se acerca a la ebullición, se pueden ver en el recipiente los movimientos de la misma y cómo los vórtices se enroscan entre sí moviéndose de un lado a otro de la olla.
El “Chorro Polar” es, como se sabe, un río de aire. Los ríos de agua se mueven deprisa en las laderas de las montañas, cuando hay gradientes elevados de altura. En esas condiciones los ríos bajan casi en línea recta, con fuerza. Cuando llegan a la llanura, los gradientes de altitud se suavizan, y los ríos hacen grandes meandros moviéndose lentamente.
En la atmósfera los ríos de aire se mueven bajo los gradientes de temperatura entre el ecuador y los Polos. Un Polo Norte más cálido (aunque aún muy frío) significa un gradiente más suave, y un río de aire, el “Chorro Polar”, debilitado, lento y con grandes meandros.
Uno de estos meandros es el que hemos tenido este fin de semana que comento, del “Puente de Mayo”. Y seguiremos teniendo estos meandros, cada vez más grandes y con contrastes de temperatura cada vez más intensos en los próximos años y décadas, puesto que es evidente que el ser humano quiere avanzar hacia la destrucción de su civilización, ya que ignora y rechaza cualquier intento de frenar la subida de la temperatura media global, lo que no implica que, puntualmente, las temperaturas locales puedan llegar a 10ºC en medio del verano, por ejemplo, o a 24ºC en lo más “crudo” del invierno.
Puesto que no vamos a frenar el cambio climático, tendremos que adaptarnos, y esto implicará grandes migraciones de millones o cientos de millones de personas, frente a las cuales las migraciones históricas quedarán como anécdotas. Pero las migraciones significan la destrucción, al menos, temporal, de la civilización. Es posible que la raza humana sobreviva, pero entraremos en una nueva Edad Media, de duración desconocida.
Así somos los seres humanos: Los animales que tiramos piedras contra nuestro propio tejado.
Queda una chispa de esperanza. ¿Lograremos que de chispa pase a llama?
Depende de cada uno de nosotros. Los políticos que elegimos no están en esto, viven exclusivamente para ellos mismos.
Depende de nosotros.