"La sociedad está ya concienciada, hay que pasar a la acción colectiva"
Irene Baños y Judit Alonso publican "Accionistas del cambio", con las reflexiones de ocho grandes protagonistas ante la crisis climática
La COP27 del clima quedó atrás y ahora solo existe el Mundial de Qatar. ¿Cuándo volverá a hablarse del medio ambiente? ¿Habrá que esperar a la COP15 de la biodiversidad que arranca el 7 de diciembre en Montreal? ¿O habrá que resignarse hasta el próximo año, o hasta la próxima catástrofe, o a que pase el invierno y vuelvan a subir las temperaturas?
Contra el deficit de atención y la falta de continuidad en los medios se rebelan dos periodistas, Irene Baños y Judit Alonso, especializadas en eso que asépticamente llamamos medio ambiente y que tal vez deberíamos rebautizar como "la vida misma". Juntas, con su experiencia compartida durante años en Deutshche Welle, han escrito en tiempo récord "Accionistas de cambio" (Boldletters), por aquello de llegar al "tirón" de la COP27 pero con el propósito de llegar más allá.
El libro pretende ser una llamada a la "acción colectiva", convencidas de que la sociedad española está ya de sobra concienciada. El futuro, sostienen, es "el mayor activo que nos jugamos". Y para intentar despejar el camino se apoyan en ocho protagonistas que están marcando la diferenia con sus acciones: Fernando Valladares, Odile Rodríguez de la Fuente, Juan Carlos del Olmo, Erika Martínez Lizarraga, Juantxo López de Uralde, Eva Saldaña, Javier Peña y Miriam Campos Leirós.
De la ciencia a la docencia, pasando por el ecologismo, la comunicación o la política, las autoras de "Accionistas del cambio" aspiran a dar una visión "transversal" de un tema que lo toca todo: del aire que respiramos al alimento que comemos, del modo en que nos movemos a la energía que consumimos, de la desigualdad económica a la solidaridad con los países más vulnerables (eso que llamamos "justicia climática").
"Los periodistas tenemos que hacer autocrítica, porque durante muchos años la comunicación del cambio climático se ha visto reducida a las consecuencias de los fenómenos meteorológicos extremos", reconoce Judit Alonso. "Tampoco ha ayudado el hecho de que esta información se trate de manera aislada, en la sección de medio ambiente o sociedad, cuando lo que se necesita es abordar el tema de manera transversal, porque está interrelacionado con todo".
Contra el fatalismo al uso se desmarca por su parte Irene Baños, que ya trató el asunto en "Ecoansias" (Ariel): "El principal aprendizaje que hemos sacado en las conversaciones que han dado pie al libro es que aún estamos a tiempo para actuar ("mejor tarde que demasiado tarde"), y sentar la bases de una sociedad menos destructiva para nuestra salud y la del planeta, más justa e igualitaria".
"Otra lección que sacamos es que cualquiera puede ser "accionista" del cambio, desde cualquier ámbito y situación", precisa Baños. "Lo individual es fundamental, pero lo colectivo es transformador. Los cambios personales cuentan, pero cuenta especialmente la presión social, cuántos salgamos a protestar y a exigir explicaciones. Los políticos reaccionarán cuando nuestro voto lo pida y la sociedad esté preparada para aceptar las medidas que se requieren".
"A todos los entrevistados les une la pasión por el planeta", recalca Judit Alonso. "A unos desde un aspecto más filsófico sobe nuestra desconexión con la naturaleza, como en el caso de Odile Rodríguez de la Fuente, a otros desde las acciones más radicales de desobediencia civil, como Fernando Valladares y su implicación en Rebelión Científica".
Con su experiencia acumulada en pasadas cumbres del clima, las dos autoras recuerdan que los resultados tienen siempre una doble lectura: "el vaso medio lleno y el vaso medio vacío". Las dos cuestionan lo que se logra en este tipo de eventos: "Llevamos demasiadas décadas celebrando estas cumbres, y la urgencia requiere medidas contundentes e inmediatas. Lo que vemos al final son pasos de hormiga que quedan muy por detrás de la velocidad a la que avanza el problema mundial".
"Lo que ha salido de la COP27 se puede resumir con el refrán de "pan para hoy y hambre para mañana", concluye Judit Alonso. "Sin duda es una buena noticia que se haya creado el fondo de pérdidas y daños, que era una demanda histórica de la sociedad civil que reclama justicia climática. Pero de nada nos sirve gastar ese dinero si no se recortan al mismo tiempo las emisiones de CO2 y se deja vía libre a la quema de combustibles fósiles, que es el principal culpable del calentamiento global".