La medicina integrada ya está aquí

10.10.2011
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— De modo que, se trate de prevención o curación, atacamos desde todos los frentes al mismo tiempo. Desde todos los frentes —insistió-; desde la dieta a la autosugestión, de los iones negativos a la meditación.
— Muy sensato —fue el comentario de Will. La isla. Aldous Huxley.

Aldous Huxley imaginó en su novela utópica La isla una medicina que utilizara todos los campos del saber para luchar contra la enfermedad, desde la ciencia más elaborada al sencillo contacto de una mano. Aquella idea, tan razonable, es todavía un horizonte por alcanzar, pero está más cerca que nunca: la tendencia más actual en medicina va en el sentido de integrar todas las terapias que demuestren su eficacia.

Algunas revistas médicas, como la prestigiosa British Medical Journal, que ha editado "ABC de la Medicina Complementaria", y algunas administraciones públicas, como la estadounidense, la británica, la holandesa, la danesa y la alemana, ya han iniciado un diálogo para consensuar qué terapias funcionan y cuáles son sus principales aplicaciones, más allá de prejuicios históricos. Así, al fin, se están derribando los muros firmemente levantados durante las últimas décadas entre la medicina “ortodoxa”, “oficial” o “académica” por un lado y las terapias “alternativas”, “complementarias”, “naturales” o “tradicionales” por el otro.

La buena medicina del futuro quizá no necesite calificativos, o se llame “integrada” o “basada en la evidencia”... Las cosas ya funcionan así en centros pioneros, como el Servicio de Medicina Integrativa del Memorial Sloan-Kettering Cancer Center de Nueva York. Allí se enseña a los pacientes a visualizar para activar su sistema inmunitario, se les ofrece acupuntura para aliviar el dolor y música o masajes para relajarse.

En otro hospital de la misma ciudad, el Columbia Presbiterian Hospital, las sesiones de hipnoterapia, el yoga, la música sufí y los masajes en los pies son estrategias habituales para preparar y favorecer la recuperación tras una operación del corazón a vida o muerte.

Las razones del éxito

¿A qué se debe el éxito postrero de las terapias alternativas? La respuesta es sencilla: las medicinas tradicionales y naturales tienen en cuenta toda la complejidad del ser humano. La medicina convencional se centra en la intervención sobre los mecanismos fisiológicos inmediatos que explican los síntomas y busca eliminarlos mediante potentes drogas e intervenciones quirúrgicas, que en muchos casos resultan eficaces para solventar problemas agudos. Pero este planteamiento tiene como consecuencias la superespecialización y la deshumanización: en un hospital, ¿quién no ha tenido la sensación de que se manipulaba su cuerpo pero era obviado como persona? En cambio, las terapias tradicionales y naturales no olvidan que el ser humano es un sistema vivo complejo, un todo, capaz de recuperar por sí mismo el equilibrio perdido, es decir, la salud, que es su estado normal.

Los terapeutas no convencionales prestan atención a una diversidad de factores: el tipo constitucional y las características individuales del paciente, las costumbres y las dimensiones psíquicas, afectivas y sociales. Así se dibuja un panorama complejo que justifica la acción desde diversos ángulos para promover la recuperación del equilibrio. El mismo problema se puede abordar con una terapia corporal, remedios a base de plantas, baños de agua, acupuntura y técnicas de relajación. Este tipo de aproximación ha resultado mucho más inteligente y eficaz para tratar enfermedades crónicas e imprecisas, muy comunes y molestas, frente a las cuales suele fracasar la medicina convencional.

En consecuencia, los tratamientos alternativos difícilmente tienen efectos secundarios —éstos ocurren cuando se olvida el conjunto—, van a la causa de la enfermedad —los desequilibrios— y colaboran con los medios propios del cuerpo para curarse.

Los descubrimientos científicos que se realizan continuamente sobre la comunicación entre los distintos sistemas y órganos del cuerpo avalan los planteamientos de las medicinas no convencionales: una nueva rama de la medicina, la psiconeuroinmunología, explica, por ejemplo, que los sistemas inmunitario, nervioso y endocrino se influyen recíprocamente.

Recuperar el equilibrio

La gran aportanción de la visión naturista es que la enfermedad suele ser consecuencia de uno o varios desequilibrios persistentes. Estos trastornos, que son la causa, pueden manifestarse con una variedad de síntomas. Por eso, si se eliminan los síntomas sin atacar las causas aparecerán otras molestias tarde o temprano.

Un ejemplo ayudará a comprender la diferencia esencial entre tratar los síntomas o sus causas. Un médico convencional cuidará una artritis simplemente con antiinflamatorios. En cambio uno naturista quizá prefiera añadir a las hierbas con propiedades antiinflamatorias otras con propiedades diuréticas y laxantes, pues el origen de la artrosis puede ser una acumulación de residuos metabólicos por culpa de un mal funcionamiento de los sistemas de eliminación del organismo, una dieta inadecuada y unas costumbres sedentarias.

La diferencia entre terapeutas convencionales y naturistas se refleja también en el tipo de medicamentos utilizados. Los primeros confían en la acción de una sustancia o principio activo bien conocido, que puede ser aislado y concentrado. En cambio, los segundos prefieren administrar el extracto de la planta, con todos sus constituyentes, pues creen que el efecto terapéutico se debe a la sinergia de sus componentes naturales. Por la misma razón, combinan varias plantas para conseguir un efecto aún mayor y varias terapias si es necesario —un buen médico naturista ofrecerá también consejos sobre la dieta, la vida emocional, el estilo de vida, el ejercicio...—.

La importancia del paciente

El enfoque holístico, totalizador, de las terapias alternativas insiste además en la relevancia del autocuidado y la prevención. Lo que uno puede hacer va más allá de llevar una dieta adecuada y hacer ejercicio físico: también importan los pensamientos, los sentimientos, los comportamientos, las experiencias...

La estrecha relación entre paciente y profesional, característica de muchas terapias alternativas, favorece la obligada participación activa del enfermo en la curación. Esta es otra de las razones que explican el auge de las medicinas no convencionales, pues la gente cada vez dispone de más información y sabe que la evolución de su problema de salud le concierne. Se nos ha acostumbrado a ver la enfermedad como una maldición innecesaria e inoportuna. Sin embargo, si se entiende como una respuesta lógica del cuerpomente a una situación determinada, puede ayudar al paciente a introducir cambios positivos en su vida.

El dilema de la elección

Muchas veces el dilema es elegir las terapias más eficaces y un buen profesional. La confianza en los tratamientos y en los terapeutas es uno más entre tantos factores que favorecen un buen resultado. El sentido común debe guiar estas elecciones. Un terapeuta —sea convencional o alternativo— que promete la curación o insiste demasiado en su lista de éxitos merece ser tratado con reservas. Hay que huir igualmente de los médicos que provocan sentimiento de culpabilidad en el enfermo (en este sentido, lo correcto es hacer ver al paciente que no es totalmente responsable de su enfermedad, ni completamente ajeno).

Por otra parte, conviene tener un conocimiento, aunque no sea profundo, del fundamento teórico de la terapia que se está considerando. De hecho, la elección de terapia suele ser coherente con la formación, cultura e ideas personales. Sin embargo, no es necesario “convertirse” y asumir por completo su lenguaje: hay que entender que cada medicina responde a una cultura, una filosofía, y que sin embargo todas resultan útiles. Por eso no hay que extrañarse si cada terapeuta ofrece un diagnóstico que “suena” diferente —por ejemplo, intolerancia a un alimento, chi estancado, compromiso nervioso o exceso de pitta, como explicaciones de un mismo problema—. Lo que realmente importa es que el tratamiento sea eficaz.

Se cierra el círculo

Estamos ante el amanecer de una medicina integradora, que abre la posibilidad de curación con una aproximación desde todos los ángulos, el físico y el mental, el científico y el tradicional, el fisiológico y el ambiental. Es de esperar que el panorama futuro cumpla la profecía optimista de Aldous Huxley. Parte de la clase médica está abandonando la rigidez intelectual, el corsé de las universidades y las administraciones públicas se afloja. El círculo se cierra, se retorna al holismo de las medicinas tradicionales. Se vuelve con prejuicios, con lastres, con multitud de conocimientos acumulados y medicamentos con efectos secundarios, pero los profesionales de la homeopatía, la fitoterapia, la medicina china y las demás terapias no convencionales aportarán aire fresco y las mejores soluciones en muchos casos.