El sangrante "ecocidio" de Rusia en Ucrania
Áreas naturales protegidas bombardeadas y millones de hectáreas de bosque contaminadas son las otras consecuencias de esta guerra. Los ecosistemas naturales en Ucrania están sufriendo también agresiones irreparables
Una tercera parte de las áreas naturales protegidas en Ucrania han sido bombardeadas, contaminadas o quemadas por el ejército ruso. Unos tres millones de hectáreas de bosque han sufrido el impacto de los combates y 450.000 están bajo ocupación. Las pérdidas por contaminación de la tierra, del agua y del aire se estiman en 45.000 millones de euros. Más de 33 millones de toneladas de CO2 se han emitido a la atmósfera en el primer año de la guerra...
A la incalculable tragedia humana (más de 8.000 civiles muertos, decenas de miles de soldados, ocho millones de refugiados) hay que añadir el coste oculto de la esta otra batalla sangrante que se está librando contra la naturaleza.
La organización local Ecoaction y Greenpeace han unido fuerzas para mapear la "destrucción ecológica" en Ucrania y han registrado al menos 840 incidentes con los mayores impactos: desde las explosiones y la destrucción de la central nuclear de Zaporizhzhia a los incendios en la reserva natural de Luhansk, los vertidos de petróleo en el Mar Negro, la destrucción masiva de campos de cultivo en el este o el vaciado del embalse de Kakhovskaya que abastece al sur del país.
La diputada Yuliia Ovchynnykova, al frente del comité medioambiental del Parlamento, ha lanzado entre tanto un llamamiento para el reconocimiento de los "crímenes contra la naturaleza" cometidos en la guerra de Ucrania. Su objetivo sería poder juzgar a Rusia en un tribunal internacional por "ecocidio", un delito tipificado ya en el código penal ucraniano como "la destrucción masiva de la flora y la fauna, la contaminación del aire y del agua y otras acciones que pueden causar un desastre medioambiental".
Stop Ecocide International, la organización cofundada por la activista y abogada Polly Higgins (fallecida en el 2019), ha redoblado sus esfuerzos desde la inicio de la guerra de Ucrania para logar el reconocimiento del "ecocidio" como un delito que puedas ser juzgado la Corte Penal Internacional, junto a los de genocidio, crímenes de guerra, de agresión y de lesa humanidad.
La invasión rusa no solo ha movilizado la "resistencia" civil en Ucrania, sino que desplegado también a un auténtico ejército de activistas sobre el terreno, prestos no solo a medir la destrucción sino a elevar el expediente ambiental del país y vincularlo a la "reconstrucción verde" con fondos internacionales.
"La guerra está afectando a la naturaleza tan gravemente como a nuestra población y a nuestra infraestructura", advierte Yevhenia Zasiadko, portavoz de EcoAction. "Los daños son sin embargo muchas veces invisibles e ignorados, y el medio ambiente es la víctima silenciosa. El impacto negativo de la guerra en la naturaleza se va a prolongar durante años, por eso queremos darle voz e intergrarla en los planes de reconstrucción".
El cóctel químico. Ucranía ha recibido el impacto de más de 320.000 explosiones de cohetes y de artillería, que además de causar una gran número de víctimas y una enorme destrucción -visible sobre todo en ciudades como Mariupol o Soledar- producen un cóctel letal de productos químicos en el aire: de monóxido de carbono a la óxidos de azufre y nitrógeno que puede causar "lluvias ácidas", cambiar el PH de los suelos, quemar la vegetación y afectar a los órganos respiratorios. Los bombardeos de depósitos de combustibles y fábricas de importancia militar provocaron grandes incendios en la primera fase de la invasión. El asalto a la siderurgia de Azovstal y otras industrias estratégicas en el sur y el este del país ha tenido también un gran impacto ambiental.
La carga de metal. Los fragmentos de metal de los proyectiles causan también un gran daño al medio amniente. Se estima por otra parte que hasta 250.000 toneladas de residuos metálicos, procedentes de más de 3.000 tanques rusos destruidos y otras piezas de artillería están diseminados por los campos. El hierro fundido, el acero y el cobre pueden introducirse en el suelo, filtrarse a las aguas subterráneas y entrar en la cadena alimenticia, afectando en última intancia a los animales y a las personas.
La superficie agrícola. Se estima que una tercera parte de las tierras agrícolas del país son "incultivables" por el efecto la la guerra. Ucrania estaba considerada como el "granero de Europa" (principal exportador de trigo y aceite de girasol") y el ejército consideró la "infraestructura alimentaria" del país como principal objetivo: del bloqueo de los puertos a los ataques contra granes explotaciones agrícolas. Aun así, la invasión rusa no ha supuesto "una amenaza para la seguridad alimentaria" del país, según el Ministerio de Agricultura.
Los espacios naturales. Un total de 1,24 millones de hectáreas de espacios protegidos han sido afectados por la guerra. Más de 160 reservas naturales, dieciséis humedales y dos reservas de la biosfera están amenazados de destrucción. La Polesia ucraniana (una de las zonas pantanosas más grandes de Europa) se vio gravemente afectada por el fallido intento de invasión rusa desde el norte.
Especies protegidas. Unas 600 especies de animales y 880 especies de plantas autóctonas están en peligro de extinción. La actividad bélica en el Mar Negro y el puede haber causado la muerte de miles de delfines. Se estima que la guerra ha podido provocar también la muerte o desaparición de hasta seis millones de animales domésticos.
Instalaciones nucleares. La ocupación militar de las instalaciones y la zona de exclusión de la Chernóbil, en los primeros días de la guerra, puso en evidencia los riesgos de fugas radiactivas. El bombardeo de la ciudad de Zaporiyia y el asalto a la central del mismo nombre, la más grande de Europa, dejó también en evidencia el peligro nuclear de esta guerra y la fuerte vulnerabilidad del sistema energético de Ucrania.
Combustibles fósiles. "La guerra de Ucrania está demostrando que la dependencia de los combustibles fósiles no es solo la causa del cambio climático, sino que también alimenta los conflictos bélicos", sostiene Francisco del Pozo, responsable de la campaña de energía de Greenpeace, que ha aprovechado el primer aniversario para recordar cómo la UE ha destinado más de 130.000 millones de euros a la compra de carbón, petróleo uranio y gas rusos desde el arranque de la guerra.
Horizonte verde. "El camino hacia un futuro sostenible en Ucrania empieza ahora; no podemos esperar a la victoria", advierte Olha Boiko, miembro de la Ukrainian Climate Network. "El país tiene que descentralizar su sistema energético, diversificar su mix energético con renovables, que apenas llega hoy por hoy al 12%, y apostar por la eficiencia energética en la reconstrucción, para evitar a toda costa que se llegue a la estimación de 50 millones de toneladas de emisiones de CO2".