El impacto de la especie humana
Con el 0.01% de la “biomasa”, los humanos han acabado con el 83% de los mamíferos silvestres y con la mitad de las plantas.
La especie humana supone apenas el 0.01% de la biomasa de la Tierra, pero nuestro impacto en el planeta es brutal. El “homo sapiens” ha hecho desaparecer el 83% de los mamíferos silvestres, ha “domesticado” al 70% de las aves y ha aniquilado la mitad de las plantas, en un proceso destructivo que se remonta a la revolución agrícola y que se ha acelerado espectacularmente en el último siglo.
El estudio titulado “La distribución de la biomasa en la Tierra”, publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences, ha incidido por primera vez en el espectacular contraste. Una cosa es la “levedad” de los humanos en el conjunto de la “masa viva” del planeta (pese a superar los 7.600 millones) y otra es su capacidad abrumadora para alterar los ecosistemas.
“Los humanos tenemos un efecto cuantitativo que va mucho más allá de nuestra proporción real con respecto a otros seres vivos”, asegura Ron Milo, director del estudio y biólogo del Instituto de Ciencia Weizmann en Israel. “En poco tiempo hemos sido capaces de reducir prácticamente a la mitad la biomasa talando árboles. Hoy por hoy, menos del 4% de los mamíferos en el planeta permanecen en estado silvestre y el resto ha sido “domesticado””.
“Mi esperanza es que este estudio sirva para dar a la gente la perspectiva del papel totalmente dominante de la humanidad en la Tierra”, advierte el profesor Milo. “Espero que sirva también para hacer pensar a la gente sobre el efecto que tiene en el planeta nuestra consumo y particularmente nuesta dieta”.
“Lo chocante era que hasta ahora no existiera un estudio comprensivo y holístico sobre los diferentes componentes de la biomasa”, advierte Ron Milo, coautor junto a Yinin M. Bar-On y Rob Phillips de este peculiar “censo” de biomasa, a partir de una estimación global de 550 gigatoneladas de carbono distribuida entre todos los “reinos de la vida”. Con la ayuda de técnicas como la teledetección por satélite o la secuenciación genética (para evaluar el alcance de los microorganismos), han llegado a lo que se considera una primera evaluación global de la “materia viva”.
En el reino de los mamíferos, los humanos ocupan el 36% de la tarta, mientras el 60% se destina al ganado (principalmente vacas, ovejas, cabras y cerdos) y las especies silvestres se han visto reducidas a un 4%. El afán acaparador del hombre se extiende al mundo de las aves: el 70% son pollos en granjas (el alimento carnívoro predilecto del planeta) y el 30% se los reparten el resto de la especies aladas en libertad.
Pese al “boom” de la población mundial (que se ha duplicado en poco más de 40 años y llegará previsiblemente a los 8.000 millones en el 2024), la “biomasa” total de los humanos -estimada en 0,06 gigatoneladas de carbono- es 200 veces menor que la de los hongos, 1.200 menor que la de las bacterias y 7.500 veces inferior a la totalidad de las plantas.
Para dar incluso una idea de la levedad humana, los virus tienen en su conjunto una biomasa tres veces mayor, al igual que el total de lombrices y gusanos en el subsuelo. Los peces tienen también una “masa” 12 veces mayor, por no hablar de las 17 veces en que nos superan los insectos, las arañas y los crustáceos todos juntos.
Según Paul Falkowski, de la universidad norteamericana de Rutgers, el estudio es sorprendente en uno y otro sentido: “Por un lado, los humanos han sido extremadamente “eficientes” a la hora explotar los recursos naturales, hasta el punto de erradicar a los mamíferos salvajes -por alimento o por placer- en vitualmente todos los continentes… El otro punto revelador es que las plantas siguen siendo dominantes a escala global y que la mayor parte de la biomasa está en forma de madera”.
Otro de los hallazgos más soprendentes es la escasa aportación de los océanos a la biomasa global, tan solo de un 1%. El 86% de las formas de vida están concentradas en la Tierra, y una octava parte corresponde a bacterias enterradas bajo la superficie terrestre. En la “tarta” global de la biomasa, el 82% corresponde pues a las plantas, frente al 13% de las bacterias y el 5% a “todo lo demás”, incluido el reino animal y la especie humana.
“El hecho que más nos ha soprendido es probablemente la diferencia entre la biomasa en tierra y en los océanos”, reconoce el profesor Ron Milo. “Otro dato relevante es el “peso” de la biomasa de las plantas frente al de las bacterias y pese al proceso de deforestación del planeta. Pero el hecho más revelador sobre la acción humana es sin duda la proporción de pollos domesticados con relación a las aves silvestres”.
El estudio incide en el “efecto ambiental radical” que ha tenido la “civilización”, de la introducción de la agricultura a la revolución industrial. La destrucción de los hábitats, las talas sistemáticas para los cultivos y el proceso de urbanización (más de la mitad de la población mundial vive concentrada en ciudades) son las principales causas de la sexta extinción masiva, según los autores de “La distribución de la biomasa en la Tierra”.
Tan solo una sexta parte de los mamíferos terrestres y una quinta parte de los mamíferos marinos han llegado hasta nuestros días a causa de la acción humana, incluidas también la caza y la sobrepesca. “En los puzles infantiles vemos aún una girafa, al lado de un elefante y de un rinoceronte”, apunta el profesor Ron Milo. “Pero si queremos dar una imagen más realista del mundo animal a nuestros hijos, lo correcto sería poner una vaca al lado de otra vaca y de un pollo”.
Los autores confían que el estudio sirva para crear conciencia e impulsar cambios en los hábitos alimenticios y de consumo. “Yo no he hecho vegetariano, pero he restringido bastante el consumo de carne”, asegura el científico del Instituto Weizmann. “La elección como humanos está entre comer vaca, pollo o tofu”.